Casi dos años de espera valieron por completo la pena cuando Hernán Cattaneo subió al escenario que dejaba ver el Dique Potrerillos de fondo. La cita, que en algún momento se había esperado concretar en mayo de 2020, fue pospuesta en varias ocasiones hasta que llegó el gran día.
El Hotel Potrerillos se tiñó de progressive en dos veladas completamente alucinantes que juntaban a artistas de diferentes locaciones del mundo. La primera fecha llevada adelante el sábado 11 de diciembre comenzaba a las 13 y se extendería hasta las 23, viviendo toda una experiencia inigualable de la mano de la música.
Con el sol iluminando por completo cada rincón de aquel mágico lugar que Folck, la productora encargada de traer al DJ a nuestra provincia, había preparado para el encuentro, la música de apoderó de las cordilleras y el paisaje tan apreciado por los mendocinos.
Algunas nubes se escondían por ahí, amenazando con mojar con sus gotas a todos aquellos espectadores que se reunieron de todas partes del país para presenciar esta misa.
Sin embargo, el clima no fue para nada un problema. Mientras en el llano el granizo atormentaba a los mendocinos, en las montañas la música había disfrutar a miles de amantes de la música electrónica en una tarde sin igual.
La pista se dividía en dos: general y VIP. Desde una especie de balcón, miles de personas miraban directamente al escenario desde el palco, mientras que otros miles disfrutaban de la música y el baile justo frente al escenario.
El puesto de Vuelo Controlado estaba presente, como en toda gran fiesta de música electrónica. Con sus frutas y caramelos listos para ayudar al que lo necesite, las indicaciones para cualquier inconveniente o su espacio de descanso, la organización estaba al pie del cañón.
La jornada del sábado comenzó con el set de Valentina Cháves, la dj mendocina adoptada por Hernán Cattaneo como su compañera de Line Up en nuestra provincia. Su set time se extendió por una hora, comenzando lo que sería una larga e intensa velada cargada de emociones.
Gente de todas partes del país y el continente llegaron con sus prendas veraniegas y disfrutaron del buen clima, el paisaje que dejaba ver la claridad del Dique y aquellos momentos de respiro del sol cuando las nubes lo ocultaban.
A eso de las 14, el porteño John Cosani se subiría al escenario con su inconfundible estilo y calentaría la pista para la llegada del tercer dj que deleitaría con sus melodías.
La gente comenzaba a sacar los primeros abanicos que combatían aquel fuerte rayo de luz. Los sombreros, las gorras y los pilusos se hacían presentes en el público. Las botellas de agua comenzaban a ganar más terreno que las cervezas.
A eso de las 15:30, Graziano Raffa se unió a su compañero y comenzó lo que sería ya la tercera parte del show. El italiano tiene una gran relación con el máster del progressive por lo que fue uno de los primeros artistas en ser confirmado para esta velada.
Sin ir más lejos, Raffa calentó la pista para la tan esperada llegada de Henry Saiz. El español pisó Mendoza con una cálida bienvenida de parte del público. La música comenzaba a sonar a lo lejos, mientras la gente se reunía de cara al escenario.
Con una plancha que hizo disfrutar de un comienzo muy tranquilo, Saiz estaba acompañado ya por un paisaje más nublado y un set time que daba una pequeña pizca de lo que llegaría más tarde.
El español hizo mover el cuerpo a más de cinco mil personas durante dos horas y media. La gente no podía parar de bailar al compás de aquellos sonidos que hacía vibrar el alma y el cuerpo.
No fue hasta las 19:30 que el tan esperado momento llegó. Hernán Cattaneo, después de algunas breves visitas al escenario antes de su turno, subió para no bajar.
Aquel trono, rodeado de dos columnas de cada lado y una enorme pantalla detrás que indicaba su llegada a la fiesta, se tiñó de progressive de la mano del número uno.
Sin embargo, el set de Hernán no comenzó como todos esperaban. Tras algunas fallas técnicas, donde el público se mostraba desconcertado, el dj porteño comenzó y no volvió a parar.
Durante tres horas y media en su primera fecha, Hernán Cattaneo ahondó en lo más profundo de aquellos tantos espectadores que viajaron miles de kilómetros para verlo. Rosario, Buenos Aires y Córdoba fueron las principales provincias que marcaron su bandera durante el show.
El atardecer comenzaba a llegar, y con él, las melodías de Hernán acompañaban por completo el clima, el lugar, la armonía de todos esos cuerpos que se movían en sintonía para su deleite.
No fue hasta que las montañas dejaron de irradiar luz que los efectos visuales aparecieron. La noche caía y con ella, toda esa producción que dejaba al descubierto uno de los shows de música electrónica más esperados de los últimos años.
Comenzaba a palpitarse el último tramo del show. Dos explosiones de fuego aparecieron en el techo de la carpa que guardaba al DJ. Las visuales acompañaban por completo a cada track que cuidadosamente había sido escogido por el argentino.
La oscuridad del Dique Potrerillos se hacía cada vez más profunda en ese espacio destinado a uno de los encuentros más anhelados por los mendocinos. Se hicieron las 22:55, el final se hacía sentir, pero no sin antes dar una última pizca de deleite.
Las luces lo alumbraban detrás. “Hernán Cattaneo” se leía palpitando en luces en la gran pantalla mientras el DJ tocaba el final de su set. Puntual, como es esperable de él, a las 23 horas la noche había terminado. El vacío fue instantáneo, Hernán se despidió con un cálido saludo y bajó del escenario.
La gente comenzó a tomar sus pertenencias. Con algo de melancolía, los seguidores del DJ fueron arribando a la salida del hotel. La noche había terminado.