Probablemente Dodie Smith, la escritora inglesa que publicó la novela “Los 101 dálmatas” en 1956, no imaginaba el éxito que iba a tener, ni que la gran protagonista de esa historia -con el tiempo- ya no iba a ser la multitud de perritos, sino la villana: Cruella de Vil.
Cinco años después, en 1961, la adaptación animada al cine (que por estos lados tuvo la simpática traducción de “La noche de las narices frías”) ya tenía todo para convertirse en uno de los grandes clásicos de Disney. Al punto de que hoy, 60 años después, le megacompañía del ratoncito estrena “Cruella”, una precuela de la historia, que ahora se centra en la infancia y juventud de la malvada amante de las pieles.
Con el tiempo, “Los 101 dálmatas” iba a ser una saga: hubo una secuela en 2003 y, más importante quizás, hubo dos películas live action donde ya Cruella era el personaje principal, en 1996 y en el 2000. Todos supimos, con esa caracterización de Glenn Close y sus malévolas carcajadas, que ella podía competir entre los villanos más villanos. Tanto seducía con su falsa simpatía (“¡Anita, darling!”) y ese aire cínico y glamoroso. Es de esos personajes que siempre piden un regreso.
Lamentablemente, Glenn Close ya no podía interpretar a Cruella en esta película, que estará en cartelera en los cines apenas abran y que, desde hoy, puede verse en el streaming de Disney Plus con un precio diferencial aparte de la suscripción.
Pero es una estupenda actriz como Emma Stone (“La La Land”) la que se calza las pieles y el bicolor de Cruella, en una película que tiene decididamente otro foco argumental (los perritos no son el centro de la historia, digamos) y que es bastante más oscura que el común de películas familiares de esta factoría. Algunos ya han bautizado a este envío, dirigido por el australiano Craig Gillespie (“Yo soy Tonya”, “Lars y la chica real”), como una explosión de punk y anarquía. Veamos los nuevos matices.
Para empezar, “Cruella” es un duelo entre villanas. Por un lado está Emma Stone, quien antes de convertirse en Cruella se llamaba Estrella, una joven y talentosa amante de la moda que sufrió en su infancia el abandono de sus padres y creció apadrinada por un par de ladronzuelos (sí, los ya conocidos Jasper y Horace). Por el otro, tenemos a la Baronesa von Hellman, protagonizada por la doble ganadora del Oscar Emma Thompson. Ella es una leyenda de la moda despótica y soberbia: una imagen de lo que Estrella aspira a convertirse.
Esa batalla de egos, y la consecuente metamorfosis de Estrella en Cruella, sofocada en pieles y envuelta siempre en la humareda que sale de su boquilla, es lo que cuenta este filme.
Y sí, el lector debe haber hecho ya una certera comparación: “Cruella” es como un “The Devil Wears Prada” (“El diablo viste a la moda”) pero ambientado en el Londres de 1970. No es casual el aporte de Aline Brosh McKenna, guionista del clásico de Meryl Streep y Anne Hathaway, como coguionista de esta producción de Disney.
Otro de los elementos que han llamado la atención es la banda sonora. A la canción principal, “I am Cruella”, de Florence + the Machine, le sigue una lista de hitazos como “Stone Cold Crazy” de Queen, “Bloody, Well Right” de Supertramp, “One Way or Another” de Blondie, “Whisper Whisper” de los Bee Gees, “Should I Stay or Should I Go” de The Clash y “Five to One” de The Doors. Canciones que no imaginaríamos, en otro contexto, en este idilio de cachorros y nieve.
Las dos Emmas, por otra parte, lucharon con sus propios vestidos en cada escena del rodaje: cada uno es una obra de arte de la alta costura, que le valdrá seguramente sendos reconocimientos en esa categoría durante la próxima temporada de premios.
En los días previos al estreno, Stone habló con diario Clarín sobre este personaje. A diferencia de Thompson, quien tuvo la oportunidad de dar vida a su inédita baronesa con completa libertad, el nombre de Cruella nos remite a una historia. Hubo dudas sobre cómo sería su propio enfoque del personaje, pues tiene sobre las espaldas nada menos que a una inimitable Glenn Close y a la maravillosa voz de Betty Lou Gerson en la película original.
“Se me planteó ¿qué personaje hago? ¿Prefiero ser más como soy en la vida?”, reflexionó, “es interesante, porque hay una especie de rechazo a Estella que llega en un punto, porque es dulce, pero ella no está completamente cuerda. Entonces yo diría que hay algo sobre Cruella que es bastante tentador, porque ella es quien es. Ella está en total aceptación y autonomía allí. Así que estoy un poco interesada en ese mundo de Cruella. Pero, dicho esto, ella hace algunas cosas, cruza algunas líneas que no creo que yo necesariamente cruzaría”.
Siguió: “Me encantó la película animada, especialmente que los perros se parecieran a sus dueños. Y recuerdo, cuando era niña, tratando de ver si los perros de hecho se parecían a sus dueños, y muchas veces lo hacen. Pensé que Cruella era un personaje tan divertido… No fue tan sencillo como recibir una llamada para ser Cruella. Fue hace seis años, mucho antes de que rodáramos la película. Hubo una especie de ocurrencia. Disney tiene todos estos personajes, y hay una especie de lluvias de ideas. Y en realidad, fue un proceso de aproximadamente cuatro años, con escritores que fueron trayendo cosas diferentes a la mesa. Y realmente sentí que no podríamos alguna vez hacer una película sobre Cruella. Y creo que ponerla en los ’70, ¡ella es tan Cruella en ’101 dálmatas’!”, recordó sobre la preproducción.
“Esta historia es muy naturaleza versus crianza”, definió. “Es una película sobre cómo funcionan tus debilidades en cierto modo, y se convierten en tus puntos fuertes”, también dijo.
En efecto, asistimos a cómo una artista genial vence su propia timidez y se sobrepone a su propia historia de vida para volverse una diseñadora fascinante y magnética. “El personaje de Cruella de Vil llega a lugares bastante oscuros, y no necesariamente los llamaría positivos”, dijo Stone, recordando que esta película trata sobre la “génesis” de un villano. Esa indagación, como ya hizo “Joker”, puede mostrar episodios oscuros y cruelmente humanos.