Luego de una obligada ausencia de dos años debido a la pandemia, Ismael Serrano vuelve a Mendoza para reencontrarse con su público y celebrar sus 25 años de trayectoria, presentando su último trabajo “Seremos”, esta noche y mañana en el Teatro Plaza de Godoy Cruz, a las 21. Las entradas se pueden obtener en la boletería y en entradaweb.com.
El cantautor español presenta un espectáculo que no solo es un recorrido por sus canciones clásicas, sino también un repaso de las historias que esas mismas canciones han atravesado a lo largo de su historia y cómo hoy se interpretan desde un lugar diferente al que tenían cuando surgieron. Así, “Seremos”, el título de su nuevo disco, y los clásicos se funden en una historia con visos teatrales en una puesta que promete ser inolvidable.
En su nuevo disco, Serrano habla de los sueños incumplidos y de lo difícil que resulta, a veces, afrontar el futuro. Pero también de cómo es ineludible pelear por la felicidad. Hay humor, poesía y muchísima emoción.
En esta oportunidad, además, estará acompañado de la artista mendocina Violeta Trujillo, quien realizará un espectáculo previo presentando su disco “Inmarcesible”, que lanzó en 2021 a piano y voz.
En una charla con Los Andes, Ismael Serrano habla de su nuevo show, del futuro y del reencuentro con sus seres queridos “de este lado del océano” y recata la esencia del ser humano para superar los momentos difíciles que toca afrontar.
¿Dónde comenzó esta gira?
Venimos de Valencia donde hicimos la última presentación, porque venimos de girar desde principio de año por España. Y luego del parón y de no poder cruzar el océano, había muchas ganas de reencontrarse con el público de aquí, además de que mis afectos y mis amigos están de este lado del océano. Así que vamos a estar una temporada y nos va a quedar pendiente ir a México y a Colombia, porque la pandemia nos obligó a suspender una parte de nuestra gira, pero espero que para noviembre podamos retomarlo.
Coincide con los 25 años de tu trayectoria y me imagino que poder reencontrarse con parte de ese público debe ser emocionante.
Sí, lo curioso es que me he reencontrado con ellos con cara de “ahí va, si han pasado 25 años ya”, porque es verdad que con la pandemia es como si nos hubieran robado un poco de nuestro tiempo y de pronto se han precipitado las cosas. Cuando caes en la cuenta llevas ya una temporada. Y te das cuenta también del privilegio que supone poder dedicarse a la música, viajar y editar nuevos discos.
La presentación de esta noche la definís como “una propuesta que va más allá de un concierto convencional”, ¿A qué te refieris con esto?
Yo soy un tipo obsesionado con los relatos. Me gusta pensar que detrás de una canción hay un relato, detrás de un disco, hay un relato, un concierto también es un relato, la vida es la búsqueda de un relato. No siempre en el sentido más convencional de presentación, pero sí, una suerte de hilo argumental que te permite avanzar y este concierto tiene un hilo argumental. A mí me gusta mucho darle un carácter teatral a la puesta en escena, ya habíamos apuntado maneras en los anteriores tiras, ya habíamos avanzado un poquito en la puesta en escena, a mí me gusta, no, ya son interpretar mis canciones, sino contar historias las historias entre canciones de alguna manera contextualizando las canciones tratando de construir también precisamente ese relato que tiene que ver con el tiempo que te toca vivir, con tu experiencia y con el momento coyuntural en el que estás sobre el escenario.
Y si a eso le sumamos que tengo una vocación frustrada que es protagonizar un musical, he ido avanzando poco a poco y lo que ahora llevamos a escena tiene que ver con un relato, una historia que me permite presentar una historia y no solo hacer un repaso de estos 25 años de carrera sino también, los caminos que han recorrido esas canciones durante esos 25 años. Hay canciones que se cantan desde otro lugar. “Papá cuéntame otra vez” la empecé cantando como un hijo que le hacía un reproche a su padre y ahora la canto como un padre que trata de encontrar un relato para contarle a sus hijos. Y todo eso está nen la puesta en escena: ese cuestionamiento de la trayectoria y el interrogante con respecto al futuro. Yo creo que son interrogantes compartidos.
El público ha ido madurando, viviendo y creciendo en experiencias a la par de la música que vos ha sido creando. Entonces, ¿en qué etapa estás vos como cantautor y qué historias le contás a tu público en esta etapa de tu vida?
El disco se llama “Seremos” porque creo que hay un propósito que surge de manera inconsciente, cuando escribí las canciones y me puse a grabar el disco, que es el de mirar al futuro en tiempos en que era muy difícil mirar al futuro. Fue grabado durante la pandemia, algunas y convengamos que fue difícil de concretar. Hubo momentos en que vivíamos en una incertidumbre constante. No sabíamos cuándo iba a acabar el confinamiento, no teníamos un horizonte con certeza, y en ese sentido yo iba escribiendo canciones que hablaban de la necesidad de levantar la mirada y proyectar hacia adelante, no dar la batalla por perdida. Hacer balance de hasta qué punto la promesa que uno se hizo en su momento, ha sido capaz de cumplirla y sobre todo ese empeño por no rendirse. Yo creo que las canciones en el espectáculo todo gira en torno a eso en un momento en un momento en el que nos invade una cierta sensación de precariedad y de fragilidad en nuestra vida. Tenemos la sensación de que el futuro es un desierto y que es algo precario, ni que decir en este país. Pero también del otro lado de Europa convivimos con la precariedad y la volatilidad de manera cotidiana. Y eso es algo terrible porque afecta al carácter y la realización de cada uno.
Y creo que en ese contexto han surgido canciones que pretenden servir de espacio de encuentro para entender que no se está solo ante la adversidad.
¿Cómo crees que “Seremos” después de superar también este tiempo post pandemia?
Es que es como tú dices, que esta post pandemia no ha hecho que nos desinstalamos de esta sensación de precariedad, sobre todo nosotros que vivimos ahora muy mediatizados con una guerra que está en el corazón de Europa y que determina nuestro futuro, y que de alguna manera revela las costuras de un modelo de sociedad que no da satisfacción a las aspiraciones de la mayor parte de la gente. De alguna forma la guerra de Ucrania es una huida hacia adelante del propio sistema , porque tiene que ver con la crisis, el cuestionamiento de los combustibles fósiles, con la emergencia climática, con la militarización de las relaciones entre los pueblos en un momento en el que hay un cuestionamiento del paradigma político y económico. Entonces es como si no hubiéramos salido de esa pandemia, como si de alguna manera se hubiera prolongado a través de otro cauce, que es el de la guerra, esa sensación de volatilidad de la que hablaba antes con respecto a nuestro futuro.
¿Cómo saldremos de eso?
Yo creo que estamos atravesados, Con respecto a la pandemia, de algo de lo que no somos conscientes y luego hay una cosa que me preocupa, sobre todo en las generaciones más jóvenes, un cierto pesimismo que se está instalando en mi país porque son jóvenes que no han salido nunca de la crisis, viven como una crisis permanente en la que le prometen constantemente un futuro mejor y nunca lo ven y hay una generación que ha vivido en esa precariedad y sensación de volatilidad permanente. A veces pienso con respecto a cómo seremos, es verdad que ves titulares en la tele que te desaniman y que te hacen perder la fe en el ser humano, pero también es cierto que durante la pandemia durante la peor de la pandemiam hemos asistido a esos pequeños actos de solidaridad, de heroicidad que te reconciliaban con el mundo y creo que eso también deja una enseñanza.
También hay un momento de crispación que tiene que ver con el cambio de modelo y de mentalidad, que aun es pronto para percibirlo pero me gusta pensar que poco a poco va calando en cada uno de nosotros.
¿Ese cambio de mentalidad tiene que ver con movimientos sociales o es meramente político? Te pregunto por el surgimiento de gobiernos de izquierda en muchos países de Latinoamérica
Tiene que ver con todo, con una sensibilidad con respecto al prójimo que valora el bien común. Tatcher decía “la solidaridad no existe”, y lo que queda claro en una crisis como esta es que la solidaridad no solamente existe sino que es tremendamente útil y necesaria para afrontar los retos, porque lo de la pandemia es un chiste comparado con la emergencia climática y con lo que se nos viene encima. Y solo mediante los vínculos, la comunidad y ser capaces de entender las luchas y las tragedias ajenas vamos a poder salir juntos. Todos estos ejercicios de civismo a los que hemos asistido demuestran que solo así, mirándonos los unos a los otros se puede salir.
Desde ahí hasta cuestiones políticas de mayor envergadura que tienen que ver con la necesidad de un estado fuerte que sea capaz de amparar al ciudadano y de asistirlo cuando todo se desmorona como ha ocurrido en la pandemia cuando desde el trabajador hasta el empresario que se suponía más autónomo y poderoso de repente ha mirado al Estado para pedirle ayuda, porque de otra manera no se podía seguir. Entonces yo creo que es a todos los niveles desde el punto de vista social más pequeño, lo vecinal, hasta todo el país.
Volvemos a tu disco ¿Qué es lo que más te gusta a vos de este último trabajo?
No soy el cantautor que vino a ordenarte la vida, yo creo que hay un cuestionamiento de la figura del cantautor, como una un empeño por reírme de mí mismo que aparece también en “Callata y baila” cuando aparece una chica que le dice al cantautor que se pone siempre circunspecto y muy serio, hasta la canción “Derramando nuestros sueños” cuando el chico le firma y la piba le dice “eres cursi hasta en las dedicatorias”, le corta un poco el rollo y sobre todo. Yo creo que hay un cuestionamiento, como una bajada a tierra que tiene que ver con con eso con desmontar el tópico del músico tal que se le atribuye una sensibilidad que quizá no responde tanto a un don como responde a un déficit. Lo que nos ocurre a los músicos los músicos somos como niños pequeños en el fondo que no sabemos lidiar con la pérdida no sabemos renunciar, no sabemos lidiar con el paso del tiempo. Casi nadie sabe hacerlo, porque en el fondo por eso escuchamos canciones, para que nos ayuden a entender qué pasa a nuestro alrededor cuando el tiempo hace que cambien las cosas. Pero en el caso del músico yo creo que es casi ya patológico y nuestra terapia fundamentalmente es escribir canciones. Y yo creo que toda esa idea de montar un poco el tópico así intentar entender que finalmente el músico no es ni el perdedor que que pretende ser, ni el seductor vestido de perdedor, es simplemente un tipo con bastantes déficit y con miedo a la soledad.