Kate Beckinsale tiene valores bien cotizados en el universo de la industria más pura y dura del cine: su encantador acento británico, que suena con voz gruesa y sensual; su rostro y figura que dan para modelo de Vogue o para superheroína de Marvel; su entrenamiento y oficio para ponerle el cuerpo a la acción.
Ya lo hizo un montón de veces en películas de resultados más o menos dignos: “Inframundo” (en las tres películas de la saga), “El vengador del futuro”, “Terror en la Antártida” y un largo listón más. Para Amazon Prime ya también tuvo su protagónico en la miniserie “La viuda”, donde se las apañó bastante bien y sale ganando con un guión sólido y bien tramado.
Lo que hasta ahora no había tenido Kate es la posibilidad de un protagónico al estilo “Atómica” como tuvo la súper solvente y altísima actriz Charlize Theron (que justamente está en preparación de “Atomic blonde 2”).
Así las cosas, Beckinsale se suma a la tendencia de mujeres protagonistas en películas muy rudas -antes llenas de testosterona- que inició justamente Theron con su protagónico en la extraordinaria “Mad Max: fury on road”. A ese filme perfecto le siguieron “Wonder Woman” con Gal Gadot, la mencionada “Atómica” y “Black Widow” con Scarlett Johansson (mencionamos las más taquilleras, claro).
Pues con “Jolt” (Impacto, en español), la británica no solo se sube a la tendencia sino que le gana a “La guerra del mañana” con Chris Pratt, el otro tanque de Amazon Prime. No tanto por las virtudes del guión, pues ambos filmes tienen sus huecos, ni por el prodigio de producción y efectos especiales que en “La guerra del mañana” lo son casi todo, sino por el ritmo y la calidad de entretenimiento sin plan B respecto al contenido que tienen ambas películas.
En “Jolt”, Lindy tiene una enfermedad rarísima: cuando se enfurece no puede contener sus impulsos de ira y violencia extrema. Por suerte ha encontrado un psiquiatra (Stanley Tucci) que le ha dado un tratamiento de electrodos pegados a su cuerpo que, aunque no la curan, la ayudan a sosegarse.
Obvio es que la chica no puede tener romance en su vida pero llega un contador con lentes, musculoso y metrosexual, que logra lo que nadie puede: tener una noche de sexo lleno de erotismo y placer y un par de encuentros divertidos de charla.
El asunto es que el muchachote aparece asesinado y Lindy, desesperada, irá en busca de su matador; aún enfrentando la investigación de un policía macanudísimo (Bobby Cannavale) que quiere ayudarla.
Sí, la historia es rara. La forma de contarla tiene tijeretazos en el montaje que la vuelven más chiste que trama de suspenso, pero la película es un planazo para entretenerse. Es que la dirección de fotografía (Jules O’Loughlin), las escenas y marcaciones de la acción craneadas por la directora Tanya Wexler (otra tendencia en alza para celebrar es la cantidad de mujeres que ahora tienen voz y peso en los roles directivos dentro de la industria) son súper efectivas y prodigiosas en coreografías impactantes.
La banda sonora (Dominic Lewis) es otro apunte a favor -junto al casting que incluye hasta casi un cameíto de la inmensa Susan Sarandon- para crear climas, atmósferas y un recorrido tan adrenalínico como el que corre por el torrente sanguíneo de la protagonista.
Y, a no desmerecer: Kate Beckinsale está a la altura completamente en esta película sin grandes ideas narrativas pero diálogos inteligentes, alta velocidad y mucho placer visual. Bastante, bastante más que la parafernalia pretenciosa de “La guerra del mañana” u otra de alto presupuesto.