El 3 de noviembre, Estados Unidos votará a un nuevo presidente y sabemos que Trump quiere la reelección. Lo que pocos imaginaron es que un asunto tan serio iba a estar de repente veteado por la insólita y polémica presencia del ídolo del rap Kanye West en la carrera presidencial. Que se quería lanzar no era del todo una novedad, para ser certeros, pues lo viene sugiriendo desde la gala de los MTV Video Music Awards del 2015. Claro que del dicho al hecho hay un mar de distancia y nadie pensó que este convulso 2020 iba a ser su oportunidad para internarlo.
West, de 43 años y casado con la celebrity y empresaria Kim Kardashian, es quizás el rapero más famoso del mundo después de Eminem. Aunque no tiene redes sociales, las miles de millones de reproducciones que tiene su música en la web nos dan una idea del caudal de gente que tiene tras sus espaldas, lo que preocupa a sus potenciales rivales como Hillary Clinton y Donald Trump. A su esposa, para tener un termómetro, la siguen 180 millones de usuarios de Instagtram, lo que es -para hacernos una idea- más de la mitad de la población de ese país... ¿es posible imaginarnos una Kim Kardashian primera dama? Para qué dudar, si para muchos la política también es un espectáculo.
El rapero había reafirmado a comienzos de este mes sus aspiraciones presidenciales. Hubo especulaciones sobre si se trataba de otra campaña promocional para su carrera artística y hasta corrieron versiones sobre el agravamiento de su bipolaridad, pero nada lo echó para atrás: finalmente lanzó el domingo su campaña, en medio de una pandemia que aún no amaina y con los conflictos del Black Lives Matter de fondo.
En un particular encuentro en Carolina del Sur, montó su propio show: rompió en llanto, prometió un premio millonario para madres y provocó indignación con un controvertido comentario sobre la esclavitud. Dio un discurso inconexo ante cientos de personas, que estaban obligadas a llevar cubrebocas para protegerse de posibles contagios por coronavirus.
Y cuando desde la audiencia le preguntaron sobre el aborto, West rompió en llanto al recordar cómo su padre quiso interrumpir el embarazo de su madre y que él pensó en hacer lo mismo cuando su esposa quedó embarazada. “Casi maté a mi hija”, dijo.
Precisó que cree que el aborto debe ser legal, pero propuso algo llamado “aumento máximo”, que consistiría en dar “un millón de dólares o algo así” a las mujeres que tuvieran un bebé para disuadirlas de interrumpir su embarazo. Pero las “medidas” polémicas no quedaron ahí. West eligió para su aparición la ciudad de North Charleston.
Allí, en 2013, fue asesinado por la policía el afroamericano Walter Scott, uno de los crímenes que provocaron el nacimiento del Black Lives Matter. En plena efervescencia de ese movimiento, el rapero se despachó con un comentario en contra de la célebre abolicionista afroamericana Harriet Tubman, que en el siglo XIX participó en una red clandestina para sacar del sur de EE.UU. a decenas de negros. West sostuvo que Tubman “en realidad nunca liberó a los esclavos” sino que “hizo que fueran a trabajar para otra gente blanca”.
En otro tramo del encuentro, se pronunció en contra de un mayor control de armas al afirmar que “disparar pistolas es divertido” y que si la gente dejara de tener armas otros países podrían invadir Estados Unidos y “esclavizar” a su población.
Seguramente estos meses ayudarán para que los estadounidenses se enteren mejor de la ideología de West, de la que tampoco se sabe mucho, salvo su cristianismo, que milita a través de sus canciones, y el recelo que tiene por el Partido Demócrata. A pesar de complicaciones burocráticas, el diseñador y empresario siguió adelante y logró inscribirse en el estado de Oklahoma, y su parada en Carolina del Sur tenía como objetivo recaudar firmas para poder competir también en ese territorio: las logró.
Pero West ya registró la semana pasada su comité de campaña electoral en la Comisión Federal de Elecciones, y bautizó su partido como BDY -abreviatura en inglés de “birthday” (cumpleaños)- porque, según dijo a Forbes, “cuando gane” las elecciones “será el cumpleaños de todo el mundo”.
Quienes miran con humor su campaña sostienen que se trata de un “troleo” más de Kanye, un artista controvertido y a veces hasta performático, que haría cualquier cosa para figurar en cámaras y hacer reír de incredulidad a su público. Los próximos meses van a definir su candidatura, que por el momento es polémica, sí, pero absolutamente cierta.
Una voz referente
En 2005 se convirtió en una figura de la lucha antirracista, cuando dijo públicamente que “a George Bush no le importan los negros”. A lo largo de los años, se lo ha visto participando en diversas protestas del Black Lives Metter.
De hecho, donó dos millones de dólares a varias organizaciones que lucha contra el racismo, que ayudan a las familias de las víctimas de asesinatos racista como Ahmaud Arbery y Breonna Taylor.
En la última revuelta desatada a raíz del asesinato de George Floyd, se destacó al crear un fondo universitario para ayudar a Gianna, la hija de la víctima.