Es importante contextualizar. En los años previos a 1971, la música argentina se debatía entre la liviandad pasatista (El Club del Clan, La Escala Musical, con sus estrellas fugaces) y la influencia beatle, que inoculó la necesidad de expresarse de una forma nueva.
¿Expresarse en inglés? Muchos lo hicieron, pero también otros buscaban una voz genuina, en castellano, coloquial, que hablara de las vivencias (a menudo traumáticas) de todos los días. De ellos resultaron Moris y Pajarito Zaguri en Los Beatniks, Litto Nebbia y Ciro Fogliatta en Los Gatos y otros más, que iban calentando y preparando la ebullición del rock nacional en los ’70 y ’80.
El punto es que, más allá de “La balsa”, a esa ola le faltaban hits. Algo que sabía el sello Mandioca, que (a través de su creador Jorge Álvarez) insufló popularidad a artistas como Manal, Moris, Tanguito, Miguel Abuelo y una joven banda oriunda de Quilmes, que no formaba parte del circuito rockero que iba y venía entre La Cueva y La Perla del Once, en cuyo baño, según la mitología, nació “La balsa” y por ende nuestro rock nacional. No, los de Quilmes eran otra cosa. Eran Vox Dei.
Un año antes habían tenido muy buena repercusión con “Caliente”, de donde viene esa perlita existencialista que aún vende y se canta en fogones (la canción “Presente”). Pero nada que permitiera pensar en una locura discográfica, que es el rótulo que mejor le cabe a lo que siguió: un gran álbum conceptual que se basaba en La Biblia... A ver, ¿de dónde salió tanta osadía?
Los álbumes conceptuales estaban en la vanguardia del rock internacional, pero en Argentina estaba casi inexplorado, y menos con tamaña ambición.
Ricardo Soulé (guitarra y voz) tuvo la conciencia arquitectónica para armar el proyecto, que se fue revistiendo de mucha genialidad musical: Willy Quiroga (bajo y voz), Rubén Basoalto (batería) y Juan Carlos Godoy, un excelso guitarrista que abandonaría el grupo durante las sesiones, porque -según diría mucho después, en 2006- Jorge Álvarez le inflaba el liderazgo a Soulé, lo que alteraba el sano equilibrio que había hasta entonces entre sus partes.
La obra se compuso rápidamente, de forma conjunta y separada, hasta que todo tomó se terminó de calibrar en el estudio TNT entre mediados de 1970 y el 3 de febrero del año siguiente. El 15 de marzo de 1971 llegaba a las bateas.
En formato doble, las canciones abordaban desde sus títulos distintos libros e instancias que conforman parte del relato bíblico. “Génesis”, Moisés”, “Las Guerras”, “Profecías”, “Libros Sapienciales”, “Cristo: Nacimiento”, “Cristo: Muerte y Resurrección” y “Apocalipsis” fueron las composiciones incluidas en la placa.
Pero no nos olvidemos que, en ese entonces, las Dictaduras eran la norma, y no la Democracia. Se aplicaba la censura con total libertad, y Vox Dei llamó la atención en seguida. El disco fue objeto de estudios previos por parte de la Iglesia y el gobierno.
La Iglesia Católica, a través de Monseñor Emilio Teodoro Graselli, secretario del Arzobispo de Buenos Aires, el Cardenal Antonio Caggiano, solicitó a la discográfica las letras de las canciones para evaluar si avalaba o no su publicación.
La lectura que Soulé había realizado de los textos religiosos no solo tranquilizó a los altos mandos de la curia, sino que, además, provocó elogios y encendidas recomendaciones a los jóvenes católicos para que escuchen esa obra. Y no solo eso: muchas veces sirvió incluso para musicalizar actos de las juventudes pastorales, por lo que se podría decir que una generación de cristianos conoció la Biblia a través de una voz que narraba: “Cuaaaaaando todo era nada, era nada el principio”.
Como bien señaló Soulé a Télam hace algunos días, a pesar de que se la suele catalogar como una ópera rock, en realidad se trata de un oratorio porque, aunque se basa en un texto, no existe una puesta en escena ni una representación de los personajes.
“Siempre el vínculo de la música con Dios estuvo presente de alguna manera - amplió-. La música siempre estuvo inspirada por el amor en distintos niveles, ya sea en los amores físicos o espirituales, como puede ser a través del vínculo amoroso con otro ser humano y agradeciéndole a Dios por eso”.
A 50 años del éxito, no dejó de referirse a la controversia que causó en aquella época, pues estableció un cruce riesgoso, entre rockeros que los consideraron conservadores y católicos que consideraron que esa música no era adecuada para honrar al Creador: “A mí lo que más me sorprende de todo es cómo sorprende que haya sido así. Básicamente porque la música fue inspirada por muchísimas fuentes, entre ellas la más importante son las creencias espirituales. Yo lo viví con naturalidad, con alegría, pero los que no lo vivieron con naturalidad fueron parte del periodismo y del público, que aún hoy no lo pueden digerir”.
“A mí el estigma de La Biblia me lo introduce mi suegro, que fue quien me la acercó - reveló-. Me di cuenta que tenía un montón de mensajes que pueden comprenderse a primera vista, y otros que requerían de una gran dedicación para poder comprenderlos. Entonces, dentro de mi pequeñez, traté de llevarlo a un lenguaje explicativo y, fundamentalmente, que yo mismo pudiese entenderlo. La Biblia tiene un conocimiento tan grande que reúne valores desde todos los puntos de vista y las disciplinas”.
Si bien todas las canciones ocuparon un lugar central en el repertorio total del grupo, “Génesis” y “Libros Sapienciales” se ubicaron como los favoritos desde que el para entonces trío, con el guitarrista Nacho Smilari como invitado especial, presentó el disco en una serie de conciertos en el Teatro Alvear.
“La Biblia” se convirtió en uno de los grandes hitos del rock argentino y, por ende, acrecentó aún más la enorme popularidad de la que ya gozaba Vox Dei, que para entonces ya había empezado a formar del cuadrilátero de consagrados y referentes, junto a Los Gatos, Almendra y Manal.
La obra en su totalidad fue interpretada nuevamente en 1986, en varios conciertos en el Teatro Ópera, y en 1997, con invitados como Fito Páez y Andrés Calamaro, entre otros. En ambos casos, significó el regreso de Soulé al grupo, del que se alejó en 1974.
Ese mismo año, casualmente, “La Biblia” fue interpretada por el Ensamble Musical de Buenos Aires junto a importantes músicos del rock argentino, la mayoría de ellos integrantes de La Pesada del Rock and Roll, en una idea de su líder Billy Bond.
Como una manera de evocar los reencuentros de los tres mentores de Vox Dei con esta obra cumbre, hoy a las 21 podrá verse por streaming un recital de 1996 masterizado a través de tushowenvivo.com. Imperdible.