La llegada de la cuarta temporada de El Marginal fue todo el suceso que marcó el comienzo del nuevo año. Desde su lanzamiento, la serie producida por Sebastián Ortega no ha bajado del Top 10 de la plataforma, indicando que se encuentra entre las más elegidas por los usuarios.
Sin embargo, esta temporada marca un rasgo que se venía trabajando en las antiguas entregas, aunque ahora está más acentuado.
La violencia se coloca como el ingrediente principal de la serie que relata las vivencias de los carcelarios, aunque llevado al extremo. Y si bien es producto de la ficción, las malas lenguas relatan que tiene más de la realidad de lo que pensamos.
Con este punto de partida surge la duda: ¿por qué los usuarios consumen este tipo de contenidos con altos niveles de violencia y sexualidad? ¿Viene de la mano del morbo, la personalidad o se trata de esa puerta que la ficción nos permite atravesar a un costado de la realidad que no vemos?
El análisis desde la psicología
Como adelantamos, la palabra de una psicóloga será el punto de partida para analizar un fenómeno que cada vez crece más y más. Porque, si bien este análisis pone el foco en la tira protagonizada por Juan Minujín y Nicolás Furtado, lo cierto es que hoy por hoy hay una tendencia a mostrar sin limitarse: desde el sexo y la violencia, hasta el consumo de drogas y otras prácticas.
Para comenzar, la licenciada en psicología Laura Bullaude (mat. 4599) expone esta idea de que “cuando hablamos de ficción sabemos que tiene que ver con algo, valga la redundancia, ficticio. No todas las producciones son sacadas de la realidad, aunque casi siempre tienen algo de ella”.
En el caso de El Marginal, si bien existen historias de cómo son las dinámicas y relaciones dentro de un penal, no hay certeza exacta del público de que aquellas situaciones mafiosas y abusivas realmente se den con esta naturalidad que la tira expone.
Ya lo dijo Claudio Rissi en la entrevista promocional de la producción. El fanatismo por la serie, según el actor, “tiene que ver con esa parte oscura que todos tenemos y no queremos ver, y podemos verlo a través de la pantalla. Me parece que la gente quiere espiar lugares que no se ven normalmente, que no están expuestos”.
Y si bien puede entenderse como una cuestión de curiosidad o esta idea de espiar a aquellos lugares ocultos, desde la psicología y la sociedad, Laura explica que tiene que ver, más bien, con una cuestión cultural de mostrar sin dejar a la imaginación.
“Ver una serie que tiene ficción, acción y este tipo de contenidos está ahora exacerbado. Y eso tiene que ver con naturalizar hechos violentos, desde golpes y sexo explícito, hasta el estar dentro de una cárcel”, explica la especialista.
Sin embargo, afirma que muchas de las producciones tienden a exagerar o llevar al extremo la violencia, ya que lo sexual, ya no es algo que impacte demasiado.
“Lo ficcional comienza a tener contenidos de la realidad”, detalla Laura, y regresamos a este punto de que cada vez son más populares las series que nos muestran ese costado de la realidad que no vemos.
Menos contenido, más violencia
Una de las grandes críticas que escuchamos de los seguidores de la serie en esta temporada es que rompe con la estructura que veníamos trayendo de las entregas anteriores. Una nueva cárcel, con nuevas reglas, pero con personajes mucho menos interesantes.
Esta falta, que para muchos es insignificante, tiende a completarse con violencia y escenas sexuales mucho más explícitas. Si bien la violación, las drogas y el asesinato estuvieron siempre presentes, en esta cuarta temporada se encuentran mucho más potenciados.
“Personalmente creo que el contenido violento que proponen termina quedando corto, por lo que van agregando cada vez más contenidos de este estilo y llevándolo al extremo”, dice la licenciada.
Y asegura que “los consumidores buscan ver este tipo de series que generan impacto”, un impacto que va de la mano con la perversión.
“Esto está relacionado al morbo, y principalmente a la perversión. El perverso tiene una estructura de personalidad, tiene rasgos basados en construir una fantasía en donde el otro entra y se engancha. El disfrute de esta persona es que el otro se enganche con cuestiones no sanas”, explica.
Pero la pregunta del millón es: ¿afecta a la psiquis de la persona la exposición continua a la violencia? “Si. Por ejemplo, con Stranger Things se hicieron estudios con adolescentes de cómo impactó en ellos y de cómo llegaban consultas al consultorio de miedos que generaba este contenido”, comienza explicando.
“Hay que tener en cuenta que también depende en la construcción psíquica de las cabezas, porque una persona que está en construcción tiende a verse mucho más afectada que, por ejemplo, un adulto que, en teoría, ya tiene su personalidad formada”.
Desde la mirada del espectador
Si por un lado analizamos la serie, por el otro es necesario poner el foco en el espectador, quien consume aquel contenido. El consumidor hoy tiene por completo el control.
Quedó demostrado en el estreno de la última película de Spider-man. ¿Imaginan qué hubiese sido de Marvel si no les daban a sus fanáticos una escena de Tobey Maguire, Andrew Garfield y Tom Holland juntos?
El poder lo tiene el espectador, es un hecho. Con las redes sociales como una puerta a la crítica y el comentario, el consumidor pasó con los años de ser pasivo a ser completamente activo, e incluso, modelador de los contenidos que ve.
Pero, cuando el fin de la serie es, en resumidas cuentas, complacer al espectador, ¿Qué poder tiene el creador?
“A fin de cuenta, los creadores disparan con todo lo que tienen y dependen de la opinión del público”, dice Laura. Y agrega: “También viene relacionado a que todo existe y todo es posible. Entonces, ¿las violaciones existen? Si, entonces las muestro. Y así es que se ha tergiversado por completo el límite”.
Los espectadores cambiaron. No sólo porque hoy tienen el poder, sino porque aquel poder fue otorgado por la tecnología. Cambió la forma de consumir, cambiaron los contenidos a los que estamos expuestos, cambió la mentalidad de las nuevas generaciones.
Pero, ¿Qué sucede con que hoy se naturalizan muchas situaciones como la violencia, el abuso, la crueldad? “El punto está en que se naturalizan hechos en una era donde todo está bien, todo está expuesto, todo está llevado al límite”, expone la especialista.
“Desde mi punto de vista, hay cuestiones que tiene que ver con la educación y el núcleo familiar. En el tema de la violencia, también se pone en juego el tema de salud mental porque, ¿qué pasa con esas cabezas que se están formando? Tiene que ver con el contexto social, socio-político, económico. Para construir una psiquis necesitas un montón de partes y también hay un abandono del Estado, que influye en la manera de concebir la realidad”.
En resumen, El Marginal se ha convertido en una de las series más exitosas de Argentina, por las que se nos conoce a nivel mundial. Y aunque para muchos resulte completamente excesiva y expuesta, lo cierto es que su popularidad se debe a múltiples razones: el morbo, la falta de limitación, la sobreexposición a contenidos de este estilo, los cambios culturales y la personalidad del mismo consumidor, quien decide cuál es el límite.