La noche más larga y secreta de su vida: Juan Forn, un escritor de este siglo

El escritor y editor argentino falleció el domingo pasado en su casa de Villa Gesell. Marcó un antes y un después en la literatura argentina moderna. Recordamos sus grandes enseñanzas en el mundo de las letras.

La noche más larga y secreta de su vida: Juan Forn, un escritor de este siglo
El escritor y editor argentino falleció a sus 51 años. Fue velado en un centro cultural frente al mar.

“Como nadar de noche, en una pileta inmensa, sin cansarse”. Así describe la muerte en su cuento más famoso Nadar de noche, donde relata el encuentro de un hijo y su padre, fallecido hace cuatro años antes.

Juan Forn había nacido en 1959 en Buenos Aires. Era escritor, traductor y editor, publicó su primer libro con sólo 20 años, aunque se trataba de un libro de poesía y entendió que no era su camino.

Viajó a Europa, retornó al país en 1980 y comenzó a trabajar como editor. Mientras tanto, su pasión por la escritura no había cesado. Fue durante la década del ’90 que lanzó los libros que consagrarían su escritura y lo posicionarían como uno de los grandes referentes de la literatura moderna argentina.

Primer editó en Emecé y luego pasó a ser editor de Planeta. Fue quien descubrió a grandes escritores como Mariana Enríquez, Rodrigo Fresán y Camila Sosa Villada.

El domingo 20 de junio, día del padre, Forn falleció de un infarto que seguía a problemas coronarios previos.

Una juventud devota a la literatura

Juan Forn, hijo de una familia acomodada, nació el 5 de noviembre de 1959 en Buenos Aires. De niño veraneaba con sus padres y su familia en La Cumbre, Córdoba. En alguna nota contó que fue un niño retraído, que leía cómics todo el día, y que su madre era muy sobreprotectora con él.

Desde joven se interesó por la literatura. Su abuela británica y uno de sus vecinos, quienes le prestaban libros en inglés, fueron quienes marcaron su anglofilia.

Cuando estaba en la escuela secundaria -el Cardenal Newman, el mismo al que asistió el expresidente Mauricio Macri- descubrió rápidamente que ese mundo que parecía destinado a forjar hombres ligados al poder y a las finanzas no era para él.

Así lo hizo saber a través de un texto publicado en el diario Página/12 que lleva por título “La balada de Mauri y los Newman Boys”. En él, Forn los describe como “una entidad famosamente endogámica, incluso dentro de su clase: no solo se sorprenden de que el resto del mundo no sea como ellos, sino que creen que es imposible ser como ellos viniendo ‘de afuera del colegio’. Tan endogámicos son que ignoran que en su propio medio social son considerados sinónimo de cabezas huecas”.

Una vez terminado ese ciclo, no se anotó en la universidad como esperaba su padre y se encaminó a recorrer Europa en un viaje iniciático que terminó de moldear su vocación asociada a los libros.

Regresó en 1981 y comenzó a trabajar en la editorial Emecé como cadete, un puesto alejado de las decisiones editoriales. Luego fue telefonista, corrector de pruebas, traductor -fue el encargado de traer al español la obra de autores como Yasunari Kawabata, John Cheever y Hunter Thompson- y finalmente, asesor literario.

A principios de los 90 se pasó a Planeta, el principal sello de la competencia, donde creó las colecciones Espejo de la Argentina y Biblioteca del sur, donde publicó a autores fundamentales de la literatura nacional como Fogwill, Tomás Eloy Martínez, Charlie Feiling, Rodolfo Rabanal y Alberto Laiseca.

Durante su labor como editor, introdujo conceptos de marketing que eran impensados para el rubro en la época, desde incluir las fotos de los autores en las solapas de los libros hasta inaugurar un departamento de prensa para generar una mayor interlocución entre los escritores y los medios.

Formó parte de una generación que se moldeó durante la dictadura, se convirtió junto a Rodrigo Fresán, Cristina Civale, Marcelo Figueras o Charlie Feiling en emblema de una nueva generación que vino a romper con los estereotipos asociados a lo que “debía ser” el escritor en la Argentina.

El nacimiento de una leyenda

Desde que comenzó a trabajar a sus 20 años, Forn llevaba una vida a máxima velocidad, hasta que, en 1996, se le declaró una pancreatitis. Para ese entonces ya había publicado sus libros Corazones cautivos más arriba, Frivolidad, Puras mentiras y Nadar de noche.

En el 2002 se retiró a vivir a Villa Gesell, luego de haber tenido un coma pancreático que casi lo mató y una hija a sus 40 años. “Había logrado el sueño del pibe, estaba escribiendo y criando a mi hija”, dijo en una entrevista realizada en diciembre de 2020.

“Uno no escribe con palabras, escribe con ideas”, era una de las principales enseñanzas que brindaba Forn a sus alumnos de escritura. Y se suma a tantas otras que pueden tomarse de cualquiera de los libros que deja o de las innumerables contratapas que escribió, nacidas en la Biblioteca Popular de Villa Gesell.

Sus letras, sus columnas y sus infinitas enseñanzas quedarán plasmadas para la eternidad.
Sus letras, sus columnas y sus infinitas enseñanzas quedarán plasmadas para la eternidad.

Cuando trasladó su vida junto al mar, cuenta que se tomó el tiempo de leer todos y cada uno de los libros que su biblioteca almacenaba y que aún no había tenido la oportunidad de incorporar. En su columna abordaba temas desde la historia del arte japonés y la historia de los Rolling Stones hasta las narraciones de Kawabata, y la vida en Brasil de la poeta Elizabeth Bishop.

La literatura produce raros milagros. Yo escribí ‘Nadar de noche’ diez años antes de ser padre – afirma – Lo he contado antes, cuando falleció mi viejo yo tenía 24 años y estuve meses arrastrándome, hasta que un amigo me dijo ‘Loco qué te parece si nos liberamos un poco’. Años después murió su papá, fui al velorio y el pibe no lloró una lagrima. Fui a dormir una siesta de 40 minutos antes de ir al entierro y soñé con mi viejo, vestido con un impermeable blanco. Fue el cuento que escribí.”

Nadar de noche es un libro que recopila seis cuentos, escrito en 1991, con el que el escritor se consagró como uno de los más importantes de la literatura nacional. Allí describe la juventud en Buenos Aires a finales de los ochenta, entre el trauma de un excombatiente de la Guerra de las Malvinas y los departamentos en barrios de moda llenos de cocaína y tristeza.

Esta obra también incluye el cuento homónimo que lo catapultó a la fama, donde describe el encuentro entre un hijo y su padre, fallecido años antes, inspirado en un sueño propio que mantuvo con su padre.

“Yo uso la literatura como campo de experimentación antes de probar las cosas en mi vida”, expresó en una entrevista hablando sobre las historias reales que hay detrás de sus obras.

Durante esta misma conferencia, el editor y escritor aseguró que siempre le fue muy simple empatizar con aquellas personas que habían vivido algo similar a lo vivido por él. “A mí me pasa que tengo mucha empatía con los libros que tratan de desgracias o sobre enfermedad. Creo que en el fondo siempre he usado la literatura como el vehículo para empatizar con los demás.”

Posteriormente, publicó “La tierra elegida, crónicas de El Malpensante”; “María Domeq” y “Ningún hombre es una isla”. Forn fue fundador del Suplemento Radar y columnista de Página/12, donde hasta su último aliento escribió bajo el nombre de “El hombre que fue viernes”; y actualmente era el director de la colección Rara Avis de editorial Tusquets.

“Escribir es ir a otro lugar donde las reglas son diferentes a las del mundo real, y a mi me gusta irme a vivir a esa comarca todo lo que pueda”, y allí permanecerá eternamente.

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