Muchas batutas entusiasmaron a los amantes de la música clásica de Mendoza, pero los melómanos recuerdan y tienen una predilección especial por Ligia Amadio, una de las más destacadas directoras sudamericanas de la actualidad.
En Mendoza se la tiene muy presente y se la evoca con cariño por sus ocho temporadas, a partir de 2010, conduciendo las orquestas Filarmónica y Sinfónica de la Universidad Nacional de Cuyo (Osuncuyo).
Su desempeño internacional se extendió por Alemania, Austria, Bolivia, Chile, Colombia, Croacia, Cuba, Eslovenia, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Holanda, Hungría, Perú, Portugal, República Checa, Rusia, Serbia y Venezuela.
Nacida en San Pablo, Ligia ha sido la primera mujer galardonada en 30 años de existencia del Concurso Internacional de Dirección Orquestal de Tokio de 1997. En 1998, obtuvo el primer premio en el Concurso para Jóvenes Directores Latinoamericanos en Santiago de Chile y no paró de recibir distinciones.
Sus principales mentores en Brasil fueron Henrique Gregori, Eleazar de Carvalho y Hans-Joachim Koellreutter. Paralelamente a su labor musical, se graduó en la Facultad Politécnica de Ingeniería de la Universidad de San Paulo.
Ahora el público uruguayo disfruta de sus habilidades en la conducción de grandes formaciones, como titular de la Orquesta Filarmónica de Montevideo.
El teléfono y el correo electrónico nos acercaron a su realidad actual. En medio de la pandemia del coronavirus, sigue estudiando y capacitándose, se lamenta por no poder ver a su madre (María Ligia), residente en Saint Mandrier, Costa Azul francesa, a quien no puede visitar por la cancelación de los viajes en avión y el cierre de fronteras y anuncia que antes que termine este difícil año es su firme intención subir otra vez al escenario en suelo cuyano.
Luego de su exitosa temporada mendocina, está atravesando su cuarto año frente a la Filarmónica de Montevideo.
“El inicio de año de la Filarmónica (de Montevideo) -relata- fue auspicioso. Arrancamos en febrero con el ciclo de verano y alcanzamos a ofrecer la audición del Día Internacional de la Mujer. Después de eso, todo se canceló. Ese concierto, que se llamó “Ellas”, se ofreció ante un público de 20.000 personas, con la participación de las cantantes populares uruguayas Mónica Navarro, Samantha Navarro, Maya Castro y Cristina Fernández, con obras de Manolo Guardia, Discépolo, Alfredo Zitarrosa, Gardel, Jaime Roos, Eduardo Mateo y Violeta Parra”.
-¿Cuánto tiempo más permanecerá en la capital montevideana?
-Hum… No lo sé, el contrato inicial fue por dos años, se renovó por un periodo igual, y termina en diciembre. Veremos qué pasa en 2021.
-¿En qué medida afecta a una formación musical la suspensión de actividades por la crisis sanitaria?
-La cancelación de conciertos fue total, como en el resto del mundo. En Uruguay, el gobierno prohibió los espectáculos. Recién la semana pasada, el presidente Lacalle Pou firmó un decreto que habilita la vuelta de los espectáculos públicos que cumplan los protocolos aprobados específicamente para cada actividad. Ya estamos planeando cuándo y cómo recomenzaremos. En breve anunciaremos el retorno de la temporada.
-¿Cómo hace una directora musical para no perder ritmo por la cuarentena?
-La música es una disciplina que se estudia en profunda soledad. El aislamiento favorece a los estudios. Desde diciembre estuve muy dedicada a concluir mi tesis de Doctorado, que empecé en 2016, y la pude defender con éxito en marzo, en plena pandemia. Fue una de las primeras defensas de tesis de la Universidad Estadual de San Pablo realizadas de forma no-presencial.
En relación a los ensayos presenciales habituales de orquesta, no fue posible continuarlos después de las medidas gubernamentales que exigieron el aislamiento de la población.
Además, fui invitada a dar clases en un diplomado en la Universidad Nacional de México, en octubre próximo, sobre el compositor Heitor Villa-Lobos; me estoy preparando para ese interesante desafío.
–El ensayo es como el entrenamiento para un futbolista. ¿De qué manera lo remplazan?
-Se encaran otras actividades: los profesores de la orquesta realizan una serie de videos didácticos relacionados a la práctica de sus instrumentos y otros temas musicales; también se concentran en el estudio individual de sus instrumentos para el repertorio que vamos a realizar cuando reanudemos; yo personalmente he realizado una serie de conferencias zoom sobre diversos temas, con una asistencia semanal de 50 personas en la sala, y otras 1.500 asistiendo por la transmisión de las mismas en vivo. También aproveché el tiempo para dirigir un proyecto que pretende realizar un compendio de la música uruguaya.
-¿Qué rememora de su paso por Mendoza?
-Tengo el mejor de los recuerdos de mis amigos mendocinos, tanto de los músicos de ambas orquestas, como del público.
Yo tenía invitación para dos conciertos en el presente año en Mendoza: el 6 de junio, con la Sinfónica de la UNCuyo (obviamente suspendido) y el 30 de noviembre, con la Filarmónica de Mendoza. Espero que la segunda función pueda realizarse. El último concierto que dirigí en Mendoza fue el 18 de mayo de 2018, con la Osuncuyo, en La Nave, con un programa ruso muy hermoso: Concierto para corno de Glière, y Sinfonía N° 2 de Rachmaninoff.
Finalmente, la maestra contó que, como tantas otras personas, la pandemia tiene provisoriamente separada a su familia. “Mis hermanos viven en provincias distantes en Brasil, yo estoy entre Montevideo y Campinas, y mi mamá se encuentra en Francia. Nos da mucho dolor no poder acompañar a nuestra madre en ese momento en que falleció su marido, y ella no puede volver a Brasil. Estamos aislados, como toda la gente”.