En cada cambio de temporada, nuestra mente comienza a procesar cuáles son las mejores formas de mantenernos saludables y tener un cuidado básico de lo que nuestro cuerpo necesita.
Para el invierno, la hidratación y humectación de la piel resulta fundamental para afrontar las bajas temperaturas. Aunque con la llegada del sol y las temperaturas más elevadas, el cuidado no debe dejarse de lado y es indispensable saber cómo mantenerla protegida.
El sol, el cloro de la pileta y las altas temperaturas pueden generar un daño irreversible si no nos ponemos en campaña para protegernos a tiempo. Desde manchas hasta quemaduras, es necesario saber cómo prever el daño y, así, evitarlo.
La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo, por lo que debemos básicamente conocer aquellos factores que la benefician y aquellos que la perjudican.
“Debemos cuidar nuestra piel durante todo el año, pero sobre todo durante los meses de verano, ya que ésta se encuentra más expuesta a las RUV”, afirma Sandra Verónica Zaccaria, jefa dermatológica del Hospital Español (mat. 7825). “Esto se debe a que pasamos más tiempo en el exterior, usamos menos ropa, el índice de RUV es mayor, entre otros factores.”
Con ayuda de la especialista, recorreremos algunos puntos fundamentales a saber antes de que comience la primavera y luego llegue el verano. Desde saber cuál es nuestro tipo de piel hasta cómo debemos tratarlo en caso de quemaduras o acné.
Tipos de pieles y cómo tratarlas
Según explicaba Sandra, podemos diferenciar a las pieles por dos grupos: por un lado, por sus fototipos basada en la teoría de Fitzpatrick y se divide en seis niveles. Por otra parte, podemos diferenciar entre pieles secas, normales y grasas.
En el primer grupo, “el fototipo I es el más susceptible a la luz solar, es el individuo rubio o pelirrojo, de piel muy clara, que nunca se broncea y se quema fácilmente. En el otro extremo el fototipo VI que no se quema prácticamente nunca ya que tienen la piel muy pigmentada.”
Es importante destacar que aunque los fototipos más claros son más propensos a sufrir daños severos, es cierto que cualquier tipo de piel debe cuidarse a la exposición solar, sin importar color, tipo o edad.
“Podemos decir que todos los tipos cutáneos requieren cuidados con respecto a la RUV pero es importante destacar que las personas de pieles más claras tienen mayor predisposición a presentar envejecimiento cutáneo prematuro, lesiones precancerosas e incluso cáncer de piel”, detalla la especialista.
“En el caso de las pieles más oscuras, se incrementa el riesgo de sufrir manchas así como una mayor pigmentación de cicatrices.”
Aunque asegura que en todos los casos, las pieles son propensas a “sufrir manchas, quemaduras y/o lesiones malignas como son la ingesta de determinados medicamentos, algunas enfermedades hereditarias que se presentan con fotosensibilidad aumentada, inmunosupresión, pacientes que han recibido un trasplante, etc.”
En cuanto al segundo tipo o clasificación, además se incrementa el tema de la edad. Pieles secas, mixtas, grasas, jóvenes, maduras, finas, gruesas. Dependen más factores de los que imaginamos y el primer paso es conocer cuál es nuestra situación.
Con el paso de los años, nuestra piel se deteriora como cualquier otro órgano, por lo que su cuidado a lo largo del tiempo es indispensable para el futuro.
“A medida que pasan los años la piel va perdiendo turgencia, se vuelve más fina y seca y van apareciendo manchas debidas al daño solar acumulado”, detalla.
Por esto mismo, las pieles maduras requieren mayores cuidados que las pieles más jóvenes con respecto a los productos o los tratamientos a realizar.
“Hay que tener en cuenta para la elección de los tratamientos el tipo de piel del paciente, es decir si es más oleosa, seca, mixta, si tiene poros dilatados, etc. Es importante en todos los casos la consulta con un dermatólogo que evalúe todos los aspectos.”
Los cuidados básicos son sencillos. Tanto las pieles jóvenes como las maduras deben realizar una correcta hidratación con cremas adecuadas y colocarse protector solar diariamente durante todo el año.
Consejos principales para el verano
Claro que el motivo de la nota de hoy es hacer un breve repaso por las principales recomendaciones (siempre y cuando nuestra piel se encuentre sana) sobre los pasos para cuidarnos en épocas de altas temperaturas.
Como recomendación principal, la dermatóloga explica que es clave el uso de protectores solares factor mayor a 30, la aplicación reiterada del mismo (cada 2-3 horas), evitar la exposición directa en el horario más intenso, entre las 11 y las 16; usar vestimenta adecuada (sombreros de ala ancha, lentes con filtro, etc).
“A su vez es importante tener en cuenta que hay superficies que reflejan la RUV como el agua, la arena , el cemento, la nieve y por lo tanto se va a ver incrementada la exposición. Así también otros factores como la altitud, ya que a medida que aumenta, sube también el índice de RUV y como consecuencia de ello el riesgo de sufrir quemaduras.”
Y sin dejar de recordar un punto fundamental, la especialista remarca que el daño solar es acumulativo a lo largo de la vida por lo que se pueden ver afectadas las células de la piel de forma permanente con efectos serios a futuro como cáncer de piel y envejecimiento prematuro.
Por esto mismo, declaramos que los cuidados básicos se ponen en funcionamiento en pieles sanas. Cuando nos sometemos a quemaduras, insolación o irritación debido a la exposición solar, lo más óptimo es acudir a un médico que pueda darnos un diagnóstico.
¿Qué sucede en caso de quemarnos?
Si nuestra piel ya sufrió los daños del sol, es fundamental primero mantener la calma. A veces suelen darse quemaduras o insolaciones leves que con buena hidratación y paños húmedos podemos resolver.
Sin embargo, “la gravedad va a depender del tiempo que estuvimos expuestos y del tipo de piel y sensibilidad de cada uno”, explica la dermatóloga.
“Si nos excedimos con la exposición solar sin protección y se produce una quemadura, van a aparecer los síntomas varias horas después.”
Entre los síntomas más reconocibles se encuentran el enrojecimiento, el ardor y el calor local. Éstos “pueden contrarrestarse con algunos cuidados básicos como cremas o geles hidratantes sin perfumes ni agregados, frío local, y analgésicos.”
Para romper con los mitos, ¿es recomendable utilizar productos como el aloe vera ante una quemadura? “No es recomendable utilizar insumos naturales ya que pueden generar irritación o reacciones alérgicas”, asegura Sandra.
En cuanto a quemaduras, el verdadero problema surge cuando estos síntomas leves se transforman en algo mucho más severo que no puede resolverse con cuidados básicos.
“En el caso que se produzcan ampollas o si se presentan síntomas como fiebre, escalofríos, náuseas y vómitos se debe acudir a la consulta médica en todos los casos y allí se determinará el tratamiento adecuado tanto clínico como dermatológico (en éste caso puede ser el uso de cremas con corticoides o antibióticos, o ambos según el cuadro).”
Casos de pieles con acné o manchas
Las dudas más recurrentes se producen cuando nuestra piel ya tiene ciertas patologías como manchas o acné, algo que requiere de un tratamiento más medido y con el seguimiento de un especialista.
Aunque, ¿qué sucede cuando una piel con acné encima se expone a una quemadura solar? “En el caso del acné los tratamientos van a depender de la gravedad de la patología, es decir, la cantidad de lesiones, la distribución de las mismas (cara, pecho, espalda), la severidad que tengan (más profundas, inflamatorias, tipo comedón o punto negro) y también de la época del año ya que algunos tratamientos son fotosensibilizantes (antibióticos orales y cremas con efecto “peeling”). Debemos tener especial cuidado al utilizarlos en los meses de verano.”
En este caso, la dermatóloga siempre recomienda que pieles con diferentes patologías ya diagnosticadas tengan mayor cuidado en épocas de exposición solar. “Siempre acompañamos los tratamientos con cremas humectantes y protectores solares específicos para el tipo de piel de éstos pacientes”, explica.
Finalmente, en el caso de producirse manchas en la piel por la exposición al sol, la dermatóloga en primera instancia determina que “es importante prestar especial atención a las que se presentan rosadas o rojizas, ásperas.”
“También a las lastimaduras que no curan, a manchas muy pigmentadas o de bordes irregulares, lunares nuevos o aquellos que si bien estaban presentes cambiaron en el último tiempo.”
El sol puede producir la presencia de diferentes factores que por momentos desconocemos. En este caso, Sandra asegura que hay algunos signos que “no representan ningún peligro y son motivo de consulta por razones estéticas. En todos los casos la visita al especialista de piel es de vital importancia porque es quien determinará el tratamiento adecuado para cada situación individual.”