Luciana Peker habla sobre el placer y la sexualidad en su nuevo libro “Sexteame”

Luego de “Putita golosa” y “La revolución de las hijas”, la periodista y escritora lanzó este su nuevo libro que ahonda en temas vinculados al feminismo y al placer.

Luciana Peker habla sobre el placer y la sexualidad en su nuevo libro “Sexteame”
Luciana Peker habla sobre su nuevo libro que indaga en el placer femenino: "Sexteame".

Hace mucho tiempo que Luciana Peker es una referente como periodista de género. Con su nuevo libro, Sexteame, continúa navegando un tema urgente para la época: el deseo (que es político), su reconocimiento, la culpa, la tecnología y el sexo (o la falta de él).

Sexteame avanza sobre temas como el trato desigual a las víctimas de violación y a los violadores, el destrato y la humillación que muchas veces se impone desde los cánones machistas de las relaciones y trae conceptos justos y filosos como “sexo carilina” o “corralito sexual”, en alusión a los efectos del aislamiento. ¿Cómo hablar de sexo cuando tenerlo es tan difícil?

“Esta es una época en la que se habla mucho de sexo y se tiene poco”, comienza Peker. Aunque impulsora del deseo y el descubrimiento, también reconoce que a veces puede ser un mandato. “Parece que si no se tiene una o uno se queda como desfasado. Se volvió casi un producto más de bienestar, como si pasara por comer sano, hacer yoga y tener sexo. En ese sentido, la cuarentena enseñó a muchos que se puede vivir sin sexo”.

“También hay personas que se definen asexuales, y está bárbaro. No tiene que ser un imperativo, porque ante todo mandato bajan las ganas de cumplirlo. Pero sí creo que el descubrimiento del sexo para mujeres y diversidades sexuales para las que estaba vedado es un derecho y un placer, al que tenemos acceso desde hace menos tiempo que los hombres”, reflexiona.

Luciana Peker trabaja en temas de género hace más de 20 años.
Luciana Peker trabaja en temas de género hace más de 20 años.

Una relación con el deseo

“Está bueno que sea un derecho que se pueda desarrollar. Da mucha vitalidad, y es la relación con el propio deseo la que hace lugar a una relación sexual”, explica.

Sin embargo, algunos discursos de la época condenan algunas prácticas y algunas fantasías por sus orígenes patriarcales. “Claro que nuestros deseos responden a lo que vimos, lo que nos enseñaron. Pero creo que se pueden resignificar. Mi postura es restrictiva, nunca censora. No creo que el feminismo sea una obligación o que implique que haya ciertas cosas que no te puedan gustar. No creo que algo esté mal, aunque esté preseteado, mientras implique salud y consentimiento. Para mí, el feminismo es libertad”, manifiesta.

Esa misma postura la mantiene para las tan criticadas redes sociales y apps de citas, que en la cuarentena se vieron repentinamente en el centro de la escena.

“No soy proclive a demonizar ninguna tecnología. Sí pasa que para las mujeres se reproduce lo mismo que en el mercado sexual amoroso: están en desventaja, sobre todo si son mayores. Además, ese medio es proclive a otras formas de destrato y dejan marcas mucho más dolorosas en las mujeres”.

Y continúa: “Pero no voy a proclamar que salgan de Tinder. En un mundo donde se pone en debate el consentimiento, ahí ya hay uno dado, al menos a estar dispuestas a charlar y comenzar algún tipo de relación. También permite que se crucen dos personas que en la vida real no lo hubieran hecho y eso es maravilloso. Pero sí creo que generan un supermercado de ofertas sexuales que nos deja en desventaja. Los hombres, aunque no tengan tanto sexo, sienten que pueden tenerlo y eso baja el deseo y desvaloriza el encuentro. En ese sentido la pandemia lo revaloriza, nos dimos cuenta de que no es una mercancía tan fácil de obtener”.

Sobre la tan mentada acción gubernamental de traer el sexting a los discursos sobre el aislamiento, dice: “En realidad no es que hubo una recomendación oficial. De hecho, creo que se tendría que haber hablado más del tema sexo en la cuarentena. Sobre todo frente a una enfermedad que no es de transmisión sexual hasta donde sabemos. Parece que todavía se cree que la gente o no tiene sexo o convive con su pareja”.

“Apoyo la cuarentena y todos los cuidados que hay que tener. También creo que tienen un efecto adverso en una sociedad muy acostumbrada a tener relaciones y que no convive con su pareja. Se vieron privados de eso o pasaron a la clandestinidad. Y eso siempre deja a las mujeres en una posición más complicada, como mujer siempre tenés más miedo”, advierte.

Peker resalta que la cuarentena, “aun con un fin noble”, impacta sobre la sexualidad. “Se podrían haber hecho recomendaciones claras, formas de sexo virtual, que también ofrece ventajas: a la mujer le da la posibilidad de la palabra”.

Aunque, también se pueden hacer presentes prácticas del “sexo carilina”: “Es ese sexo que practican los hombres que es como una masturbación: acabar, limpiarse y seguir. Aunque no es violencia, también son desprecios. Si pasa en la presencialidad, cómo no va a pasar en la virtualidad”.

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La maternidad será poder desear o no será.

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Replantearse la televisión

En una época donde el consumo de streaming aumentó, películas como 365 días reabrieron el debate. ¿Qué estamos viendo? Dice Peker: “Creo que no representa el deseo de los varones ni el de las mujeres. Creo que ese tipo de películas son producto de una especie de lección que quiere dar el patriarcado. El mensaje es que si no tenemos sexo las mujeres es por nuestra culpa, que si volvemos a ser sumisas vamos a volver a tener sexo. Lo mismo con el rol que se les da a las mujeres maduras: de villanas, abusadoras, dominatrix, como si eso fuera el empoderamiento, pero no”.

“Esa realidad no es tal. Hay casos de mujeres mayores abusadoras pero no es la norma. Es como si Hollywood quisiera decir ‘nos mostraron como abusadores, ahora lo vamos a hacer con ustedes’. Denunciábamos la violencia para poder tener el sexo que nos gustaba y ahora vuelven a distorsionar la realidad”.

Peker no cree en prohibir ese tipo de producciones, aunque sí otras. “Soy inflexible con que en una novela para adolescentes no puede haber un actor ya señalado como violento”, remarca.

Sin embargo, resalta: “Pero al menos en Estados Unidos hay un debate sobre lo que hay en la televisión y en Netflix se ve, aunque no tanto, con producciones como Unbelievable o The Morning Show. Al menos eso. En la televisión argentina, ni siquiera hay series sobre abusos y la televisión no se está replanteando nada”.

Por Micaela Fe Lucero. *Este texto fue publicado originalmente por La Voz. Se reproduce aquí con la autorización correspondiente

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