La actriz Luisa Albinoni, comediante estrella en la década del ‘80 y actual participante del exitoso reality de cocina Masterchef Celebrity, aceptó que “las formas de humor cambiaron” pero expresó que “añora ese humor que en el fondo era inocente y ahora dicen que era ofensivo”.
En ese sentido, la intérprete consideró que “se necesita” que la actual televisión tenga “de nuevo humor” porque “con la risa se pueden superar hasta las cosas más terribles”.
“El mundo cambió y ahora se dice mucho que las formas de humor que se hacían antes no se pueden hacer más; no es que no se puedan hacer más: la gente evolucionó, cambió, y los seres humanos nos adaptamos a una nueva forma de vida”, opinó.
Al respecto, evaluó que los cambios “van a seguir” y rogó “poder verlos durante muchos años porque el futuro siempre es bueno”. Y aunque insistió en que “lo anterior es maravilloso”, aseguró ser “una persona que no acostumbra a vivir de los recuerdos”.
“Tuve una época maravillosa y la suerte, que no tienen ahora las chicas que empiezan, de trabajar con los grandes. Tuve todas las mieles de la profesión que se puedan imaginar. Y ahora todo cambió y tuve que volver a golpear puertas, como cuando recién empezaba, llamando gente para pedir trabajo nuevamente”, recordó Albinoni.
La experimentada actriz agregó: “Todo eso fue una vuelta muy satisfactoria porque me obligó a abrir la cabeza y darme cuenta de los cambio en el mundo”.
En momentos en que mantiene “mucha expectativa y esperanza” en llegar a la final del popular reality culinario en el que compite, la actriz repasó en una entrevista con Télam su buen momento en ese envío de Telefé y reflexionó sobre los cambios en torno a épocas anteriores de la televisión.
-¿Qué opina de la actual televisión, en la que ya casi no hay ficción y todo se reduce a realities, talk shows y programas de juegos y preguntas y respuestas?
-Los que estamos en los medios somos el reflejo de la sociedad y las cosas que se ven en la tele, que a veces nos parecen torpes, crueles o soeces, es lo que pasa socialmente. Creo que a veces hay cosas que vuelven atrás en la TV porque añoramos ese humor que en el fondo era inocente y ahora dicen que es ofensivo, pero ojalá no perdamos la capacidad de reírnos de nosotros mismos. A veces, recibís a través de las noticias más agresión que con ese humor. Me encantaría que haya un poco más de ficción nacional y algo de humor, que se necesita de nuevo.
-¿Busca con su rol en el programa apuntar hacia el humor?
-Sí, dentro del programa creo que lo mío es el humor. No siento que soy una cocinera que actúa sino una actriz que cocina, entonces estoy todo el tiempo echando mano al humor y haciendo algo para subir el ánimo y causar gracia, descontracturar. Porque hay momentos muy tensos y arduos, de mucha exigencia, y creo que la risa y el humor nos salva. Y reírnos de nosotros mismos también, que es lo que hago yo: poner el humor en lo ridícula que puedo ser, porque tengo conciencia de cosas que hago y las ridiculizo mucho más. Así, de alguna manera, me acerco a la señora que está viendo la tele cocinando en su casa y se identifica conmigo con las cosas reales que a uno le pasan cotidianamente. Mi aporte pasa por el humor, la alegría, la risa.
-¿Qué expectativa hay en esta instancia más avanzada del reality?
-Las expectativas son siempre muchas. Tengo la esperanza de que las cosas salgan bien y pueda llegar a la final. Se va haciendo cada vez más difícil y trato de afilarme para estar a la altura de una competencia como Masterchef.
-En ese sentido, ¿qué nivel de autoexigencia hay a la hora de prepararse?
-Hay que estar un poco loco para hacer Masterchef y yo entro perfectamente porque me encanta el formato, el estrés y la exigencia que tiene. Sobre todo porque me obliga a mejorar cada día, perfeccionarme y superarme, escuchando los consejos maravillosos de los chefs. Te vas relajando lentamente, vas aprendiendo y comprendiendo muchas cosas. Al principio me dije “estoy loca, ¿cómo dije que sí a este programa?”. Soy una mamá que cocinó toda su vida pero me he alejado por mi profesión y vuelto a encontrar con la cocina, que me encanta, pero no como para competir a nivel profesional. Ahora que estoy metida, al principio parece que sabés todo y después te das cuenta de que no sabés nada, solo lo mínimo y básico. Y hay que empezar a estudiar y practicar. Eso hice cuando me enteré que iba a estar en la competencia: empezar a tomar clases, recordar cómo se amasaba, cómo se hacían algunas cosas. Siempre queda algo en el camino porque es tan vasta y amplia la cocina... no solo la nuestra, sino la internacional o la cocina típica de muchos países. Es muy compleja la cosa, más de lo que uno se imagina.
-¿Por qué le parece que Masterchef es el programa número uno de la TV desde hace ya unos años?
-Porque la cocina es lo que nos relaciona con la parte afectiva, la familia, el amor, el cariño. Hay que pensar que lo que se cocina es para los seres queridos y ahí se vuelcan una serie de sentimientos. En el programa hacemos algunas preparaciones que nos llevan a la niñez, la infancia, la adolescencia... y es tan emotivo y cala tan hondo que eso es gran parte del éxito de Masterchef.
-¿Cómo se llevan con los demás participantes?
-Es un grupo hermoso. Hay muy buena energía, algo difícil de conseguir cuando las edades son tan distintas. Tengo la cabeza muy abierta, y ya hace años que no le doy importancia a la edad que tengo. Hace poco cumplí 70 y me gusta acercarme a la gente joven: si no abriera mi cabeza y me aggiornaría, me quedaría fuera de todo contexto. Llegar a través de las redes a gente tan joven, a los niños, es maravilloso. Me hizo perder esas barreras de pensar que soy una señora mayor, aunque no me sienta así; soy una delirante como podría ser cualquier chica joven./CC