“Mandy” (2018) es una película excesiva, pero -extrañamente- en ese exceso encuentra su unidad. Dirigida por Panos Cosmatos y protagonizada por un inefable Nicolas Cage, esta película tuvo su suerte dispar en distintos festivales (como el de Sitges, la meca de la ciencia ficción), algunas salas de cine y, especialmente, Netflix, donde aún puede verse.
La película nos presenta un argumento lineal y muchas veces visto. A nadie sorprende la idea de que un leñador, el día que una secta “mansoniana” mata a su esposa en el medio del bosque, busque una venganza sangrienta.
Lo original viene de la forma en que Cosmatos toma el cliché y lo enaltece con una hazaña indescriptible, que a algunos gustará y a otros les parecerá un engendro pretencioso.
A saber: “Mandy” es una película hecha de multitud de citas, referencias, homenajes y sorpresas. Hippismo psicótico, drogas, incineraciones, pesadillas, alucinaciones, monstruos nocturnos, decapitaciones, peleas en la ruta, sierras eléctricas y mucho más, aclimatado con una banda de sonido vintage: rock progresivo, heavy metal. Un pastiche indescriptible. Una hazaña contemporánea de fantaterror.
Se trata de una película visceral y difícil de ver, si uno no parte de la premisa de que este tipo de películas son también una parodia de las de clase B de los ochenta.
Nicolas Cage, un actor que tiene más altibajos en los proyectos que elige que en su rendimiento profesional, tiene un verdadero tour de force, en el que se tuvo que entrenar en secuencias de espada y hasta de motosierra (guiño a “La masacre de Texas”).
En fin, se trata de una de esas películas que dividen las opiniones y que solo viéndola se la entiende. La invitación está servida.
La ficha
”Mandy”. Estados Unidos. 2018. 121 min. Dirige Panos Cosmatos. Actúan Nicolas Cage, Andrea Riseborough, Linus Roache, Bill Duke, Richard Brake, Hayley Saywell, Line Pillet, Ned Dennehy, Clément Baronnet. Disponible en Netflix. Nuestra opinión: Buena.