Manolo Juárez: hoy llega a internet toda la obra de un músico imprescindible

Desde este viernes, por primera vez, los discos del gran pianista y compositor argentino se podrán escuchar en plataformas y su web de forma gratuita. Hablamos con su hija Mora sobre el colosal proyecto que fue ordenar y catalogar su producción.

Manolo Juárez: hoy llega a internet toda la obra de un músico imprescindible

Fueron incontables jornadas de investigación casi arqueológica. Manolo Juárez (1937-2020) y su hija Mora habían empezado hace más de diez años a ordenar una de las obras musicales más trascendentes de nuestra música. Catalogar y archivar la obra definitiva de Juárez, pianista, compositor, arreglador y docente argentino, uno de los principales renovadores de la música popular argentina, no era un trabajo sencillo.

Todo lo contrario: lo que empezó con la intención de editar su obra popular en 13 discos, se expandió obligadamente cuando se hizo evidente que Juárez, polifacético, prolífico y desbordante, era también un músico irreductible. Fue, para Mora, “ver en 360 grados” el rol como artista de su padre, de quien también dejó registradas valiosas charlas con ella.

Parte de ese trabajo es lo que desde hoy se podrá ver en plataformas (Spotify, YouTube, por ejemplo) y en su web, www.manolojuarez.com. Por primera vez, su obra completa estará a disposición de melómanos y estudiosos del mundo en internet.

“Hace diez años atrás la convivencia de lo digital y lo físico en cuanto a la música todavía existía fuertemente -apunta Mora-, entonces era muy caro editar 13 discos, nadie se lanzaba hacia esa aventura, y lo cierto es que también ponerse a trabajar en un catálogo tan grande significaba un desafío más extenso. Creo que todo eso fue un proceso de pensamiento, de análisis, de hablar con profesionales del mundo discográfico, y fue recién ahora en tiempo de pandemia, de aislamiento, que tuvimos el tiempo de ponernos a trabajar”.

Manolo Juárez junto a su hija Mora. Foto: Gentileza de Nora Lezano.
Manolo Juárez junto a su hija Mora. Foto: Gentileza de Nora Lezano.

-En el transcurso de esa labor, ¿hubo algún descubrimiento que te haya sorprendido especialmente?

-Lo que podría decirte es que sí hubo un redescubrimiento, o una nueva puesta en valor para mí de lo que significó Manolo como músico en la cultura argentina. Eso tomó una dimensión mucho más grande de la que para mí ya tenía. Creo que hizo mucho por la música, también como docente, creando un método, una forma de enseñanza, una manera abierta y libre, pero con profundidad y conocimiento, de mirar el arte y la música. Era un hombre muy culto y llegó a crear la primera escuela de música popular de Argentina y de Latinoamérica. Eso hay que mencionarlo, porque fue un hecho muy importante para nuestro país. Antes, siempre se trabajaba sobre la base de la música académica, nunca en la metodología aparecían las músicas de raíces regionales. Y también lo que descubrí en estos tiempos es una persona que atesoró muchas cosas.

En este punto, Mora reconoce el gran valor que significa su biblioteca: un acervo monumental que incluye documentos de diferentes orígenes . “Con gran sorpresa, lo que veo también es una devolución sumamente amorosa y comprometida con la causa. Eso me conmueve porque veo que todo el tránsito que hizo a lo largo de su vida: era ético, amiguero, un tipo de barrio”, dice, “era un tipo sencillo, sensible, siempre ayudó a un montón de personas y veo cómo eso se devuelve con un cariño muy genuino”.

-Entre toda su obra, ¿cuál crees que es la pieza imprescindible, que lo define mejor?

-Es una pregunta compleja. No sé si podría responderla. Creo que justamente no hay una obra: creo que el diálogo entre toda su obra es lo que lo define. El diálogo entre la obra de teatro, la música para cine (como “Oro nazi en Argentina”), con los discos populares, las obras sinfónicas, y también su actividad como gestor y divulgador cultural. No sé si con todos los artistas pasa lo mismo, pero yo creo que con él eso es más claro. Él se consideraba un trabajador del arte, pero uno, que cumple otro rol, puede verlo mejor, y yo estoy segura de que él es uno de esos artistas con mayúsculas que los países tienen pocos en su historia.

“Y también es posible saberlo porque lo podemos ver en el tiempo -agrega-: creo que en su obra él construyó una mirada de tiempo, pensando en la profundidad del arte, y eso hace que se pueda sostener con los años. Este trabajo que estamos haciendo es sembrar esas bases que él dejó: documentarlas, dejarlas estables, también siguiendo una línea de pensamiento que es pensar en el futuro, en las próximas generaciones. Y en las nuestras también, porque nos merecemos disfrutar de una música de calidad”.

Aun así, hay facetas de su rol como músico que fueron claves en su vida: “Si tuviese que pensar en algo en particular, creería, siguiendo una línea de pensamiento que tuve en una conversación con el periodista Diego Fischerman, que siempre está la idea de base dando vueltas del Trío Juárez, un formato más jazzero, que es por donde él arranca su carrera profesional. Esa convivencia de los géneros es lo que lo caracterizó siempre”, dice sobre el mítico trío, que en algún momento revivió -en los 00′- junto a los mendocinos Oscar Giunta en contrabajo y Oscar Giunta Jr. en batería (a quien admiraba como instrumentista).

Juárez fue uno de los grandes renovadores del folclore argentino. Foto: Gentileza de Nora Lezano.
Juárez fue uno de los grandes renovadores del folclore argentino. Foto: Gentileza de Nora Lezano.

“Después, otra característica que podría decirte, es su actitud rumiante respecto a la obra popular. Siempre trabaja sobre el mismo repertorio, pero con distintas formaciones y distintos arreglos. Está esa actitud de que la obra nunca está terminada, que siempre falta algo más. Esa ‘eterna insatisfacción’ del artista de mejorar la obra d arte”, explica Mora.

Juárez, a quien Fischerman reconocía como “músico clásico y popular por igual”, fue además un teórico enorme. Sobre su contribución a la lo popular, explicaba a Página/12 en 2003: “En la música popular la forma es más limitada: hay una cantidad de compases, unos acordes que se repiten, se toca el tema, después vienen los solos y después vuelve el tema. Pero eso, en realidad, no es obligatorio. Yo creo, y esa es mi búsqueda, que se puede desarrollar la forma en las músicas populares. Que no hay por qué repetir. Lo que me interesa es poder tomar los elementos distintivos de un tema, las células motivadoras, y desarrollar la forma a partir de ahí”.

-¿Hay alguna idea o reflexión suya que te haya quedado y te parezca importante rescatar para definirlo?

-Creo que hay una actitud de él como alguien muy disciplinado, muy culto, un gran lector, alguien a quien le gustaba mucho el cine: un hombre muy formado. Él leía mucho de arqueología, por ejemplo. Era uno de esos personajes enciclopédicos que no hay más. Él le decía a sus alumnos que siguieran estudiando, que nunca se quedaran con una sola mirada. Eso para él era fundamental y está dando vuelta siempre: la música no es si no en relación a la vida cotidiana, en relación a quién es uno mismo y también en relación con otras disciplinas artísticas. Él siempre decía que la música te sigue. A las otras artes las tenés que ir a ver a un museo, pararte, observarlas, o si tenés la posibilidad de tenerlas en tu casa te acompañan en tu vida cotidiana. En cambio a la música la escuchás en todos lados. Por eso él creía en la profundidad y la calidad en la música, en la que había que poner lo mejor de uno. Creo que eso de algún modo es lo que convive en mí y en muchos de sus discípulos.

Sus últimos días

Manolo Juárez falleció el 25 de julio de este año en la Fundación Favaloro, debido a una insuficiencia cardíaca y renal que se agravó por el aislamiento que se le impuso por ser un portador asintomático de Covid-19. Tenía 83 años. En ese momento, Mora escribió una dura carta contando lo difícil que fue despedir a su padre en esta situación sanitaria. “Una pandemia no justifica el abandono”, sentenció ella, refiriéndose al desamparo afectivo en el que se encontró su padre en sus últimos días.

-¿Recibiste respuestas oficiales, o querés sumar una consideración ahora sobre lo que sucedió?

-Decidí escribir una carta porque no quería que quedara en silencio lo que había pasado con él. No fue hace mucho, aunque parece un montón de tiempo. No habría escrito esa carta sin el apoyo de muchos amigos que también estuvieron sosteniendo todo ese tránsito de internación durante un mes. Uno no es si no en diálogo con otros. Eso debo reconocerlo, decirlo y agradecerlo. Y eso trajo un nuevo recorrido: conocer gente nueva, médicos, como Fernanda Mariotti, con quien desarrollamos la propuesta de un protocolo humanizado de internación. Un camino de nuevos aprendizajes, también. Nunca hubiera leído notas relacionadas a los cuidados paliativos, a la importancia de hablar de la muerte, a por qué todos tenemos el derecho de la despedida y los rituales. Información que como ciudadanos no hablamos. Creo que una de las cosas que trae la pandemia es poner sobre la mesa temas que en general se vienen tapando, porque nadie quiere hablar de esas cosas. Yo, después de haber transitado la primer muerte de un ser a quien amo profundamente, no tengo miedo de hablar de la muerte. He recibido respuestas las veces que escribí a Diputados o Senadores, pero no mucho más que eso. De cualquier modo, todo surgió naturalmente desde el impulso, desde la convicción, y no tuvo nunca el objetivo final de esperar una respuesta. Todo lo contrario: fue hacer algo desde lo más íntegro y genuino de mí misma.

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