Los que transitamos la adolescencia en los años ‘80 tenemos grabadas a fuego la emoción de que por primera vez, una banda local llegara a los escenarios nacionales, se abriera paso en Buenos Aires y trascendiera la frontera argentina para presentarse en escenarios tan improbables como México, Colombia, Estados Unidos o Europa. Los Enanitos Verdes cumplieron, a fuerza de tesón y voluntad inquebrantables, ese sueño y hoy gozan de un prestigio bien ganado durante más de tres décadas.
Marciano Cantero, cantante, bajista y compositor tuvo, desde el nacimiento de la banda, una vida sin descanso. Tanto dentro como fuera de la formación (en 1989, se produjo la disolución de Enanitos Verdes, dando inicio a la carrera de Cantero como solista con el disco Luna nueva, con el hit “Todos esos momentos”. Luego, en 1992, los Enanos volvieron a juntarse y continúan hasta ahora) Marciano se dedicó a darle vida a distintos proyectos tanto propios como de otros músicos. Sobre todo, se destacó siempre en el ambiente por la iniciativa de colaborar con las bandas que recién se inician. Luego, cuando en 1992 el grupo volvió a juntarse, Marciano continuó colaborando tanto con bandas como con solistas.
En este sentido, recientemente participó en la edición del libro Semillero Sergio Embrioni, una idea original de Mario Araniti, luego del parate obligado por la pandemia. A diferencia de otros artistas, Marciano eligió no desesperarse por la falta de shows, el cierre de los teatros y la reclusión obligatoria. Por el contrario, fue un periodo de reflexión, de encuentro consigo y de conexión con las delicias de la vida doméstica, de la que tan alejado lo mantenían los aeropuertos y los escenarios.
En esta nota con Los Andes, habla también de su gran amigo Sergio Embrioni, de su reciente casamiento y de la alegría de los reencuentros
¿Cómo está tu vida hoy en día?
Lo más inmediato es que ayer volví a tocar después de un montón de tiempo, desde el último concierto en marzo del 2020 qué fue porque la Fender decidió llamar a una de las salas con el nombre Los Enanitos Verdes. Primero le van a poner Jimmy Page pero después se dieron cuenta que no podía hacer porque así se llama la sala de Londres. Entonces alguien propuso ponerle “Enanitos Verdes”, y todos aceptaron. En la sala hay cuadros de fotos muy buenas nuestras, algunas solos, otras tocando juntos. Pero quedó muy bonita la sala y fuimos a tocar al estacionamiento de la Fender, al personal de la planta, con una carne asada (o una barbacoa cómo le llaman ellos), con lo cual volvimos a los dos días y estando acá en Mendoza y empezó la pandemia. Así que ayer fue la primera vez que volví a tocar, por una razón hermosa, que es honrar la memoria de nuestro compañero del grupo Sergio Embrioni, que murió hace unos años atrás. Vengo colaborando con un semillero que lleva su nombre, un festival para bandas que no tienen nada, ni un demo. Entonces pueden ir a tocar ahí y la ventaja es que su actuación se graba y pueden escucharse a sí mismos y tener, de hecho, algún demo si quieren. Ese evento se llama Sergio Embrioni, básicamente obra de mi gran amigo Mario Araniti. El viernes, en la Feria del Libro se presentó el libro “Semillero Sergio Embrioni”, dónde escribimos varias personas que lo conocimos y que estuvimos cerca de él.
Es muy bonito el concepto como propósito de vida. En el marco de la feria del libro y por la razón de este del libro en particular, tocamos en vivo, dónde tocaron varias bandas, pero en la que yo participé -y lo más hermoso de todo- es en la que cantaba era la hija de Sergio, Francisca, que tiene 18 años y canta muy bien. Fue muy emotivo y estuvo bien bonito, la verdad, con Fernando Abdala en la guitarra y Gabby Vedder
¿Cómo surgió la idea de hacer un libro?
El gestor de eso es Mario Araniti qué siempre ha tenido estas inquietudes de echarle ganas a la producción, al arte, escribe, dibuja, toca música, organiza eventos. Entonces básicamente la idea era primero honrar la memoria de Sergio embrioni a quien yo conocí en el año 76 en una fiesta de cumpleaños en la que a mí me habían contratado como disc jockey. En esa fiesta, del Oscarcito Sayavedra que años después tuvo que ver con los enanitos, conocí a Sergito y fue como un chisporroteo gigante entre los dos. Esa misma noche nos fuimos a buscar la guitarra y el bajo para ponernos a tocar ahí en el cumpleaños.
Después, cuando nosotros llevábamos un par de años tocando como trío con los Enanitos, en un momento dado nos tomamos un descanso como banda, y yo me acerqué un poco más a Sergito. Empezamos a tocar y entró a la banda en el 83. Verdaderamente creo que nos dio como un cachetazo de frescura porque nosotros éramos muchos más rígidos, con la cosa musical de Rush y Sergito daba más con The Police. Después nos alejamos, luego nos volvimos a encontrar, lo invitamos a un concierto en el Teatro Bustelo que fue un momento genial. Esa vez también estuvo el Dimi, bajista de Alcohol Etílico y Natalio Faingold. Todos hicimos una versión de Lamento Boliviano. Bueno, ya me puse muy nostálgico…
Para delante ¿Cuáles son tus proyectos?
Básicamente con todo esto que ha pasado de la pandemia y haber estado en la casa todo el tiempo me vino muy bien el descanso para la cabeza y no tener que pensar en que tengo que ir a un aeropuerto, me vino bien descansar de todo eso. Me encanta mi profesión, realmente. Ayer sentí lo que era volver a tocar en vivo, volver a cantar y es energía. Yo siempre digo que la música es cómo levantar la mano y agarrar un cable de alta tensión y con la otra mano agarrar el público y la energía pasa a través tuyo.
Tengo muchas ganas de volver a tocar, pero con los Enanitos decidimos realmente esperar hasta que todo esté funcionando bien, así que pasamos todo para el 2022. Ya tenemos una fecha concreta, el 29 de abril en el Auditorio Nacional en la Ciudad de México.
Ahora me estoy dedicando a mi jardín y a hacer vida doméstica que casi nunca había tenido, mejoró mi sueño, empecé a hacer gimnasia, cambié mi dieta, dejé de comer harinas, probé dos semanas y me fue bárbaro, así que seguí. También estuve trabajando de carpintero, haciendo los paneles acústicos de la sala donde trabajo, me mantuve activo en otras cosas.
Y te casaste hace poco
Sí, han pasado varias cosas en mi vida que he podido disfrutar. En 2016 estaba en México, estaba alone again (solo de nuevo) y me llega un mensaje de Facebook. Yo casi nunca chequeo, pero lo miré y había un mensaje de una chica, “¿te acuerdas de mí? Salimos cuando éramos chiquitos” y le contesté “¡Cómo podría olvidarte!”. Ella fue mi novia antes de que los Enanitos fueran famosos, me acompañaba a la estación cuando íbamos en tren a Buenos Aires y durante toda esa primera etapa. Después con los Enanitos empezamos a viajar y obviamente nos fuimos distanciando. Pensá que en aquel tiempo no había celulares ni nada. Si querías comunicarte era por carta y esa es la letra de “Tus viejas cartas”, que estaba dedicada a ella. Bueno, las cosas de la vida, ella me escribió, empezamos a hablar y nos dimos cuenta que era fantástico, no había pasado el tiempo y que de alguna manera nos tuvimos toda la vida en un pedestal. Cuando nos volvimos a ver, después de 32 años, nos abrazamos y todos los años pasaron en un segundo. Nosotros éramos muy chiquitos, y sos como cemento fresco: las marcas quedan para toda la vida. Ahora venimos con el doctorado de la vida: casarse, tener hijos, divorciarse, tener pareja, volver a intentarlo. Así que para mí es fantástico. También volver a Mendoza, como dice mi amigo David Summers “La ciudad que te gusta es donde vive tu novia”, así que disfrutando.