El romance del Baco y la vaca es el unipersonal encarnado por Marco Antonio Caponi, el mendocino que dejó todo y se fue a Buenos Aires a estudiar actuación, y donde logró roles destacados tanto en teatro como en televisión. Esta vez se presenta en el Teatro Mendoza el 11 y 12 de febrero, a las 21.30, con esta que obra dará que hablar.
Planteada en versos gauchescos, octosilábicos, mezcla la tradición argentina con la épica griega y el blues, dando lugar a una historia tan real como delirante, deshilvanada a través de los recuerdos de Baco, un gaucho huérfano adoptado por una vaca, a quien considera su madre. A su vez, y con total naturalidad, asume su amor romántico por otra vaca, a quien le dedica sonoras rimas acompañadas de su guitarra, fabricada con la lata de un dulce de batata. Su prodigiosa y perturbada memoria, sumerge al espectador en imágenes y paisajes humorísticos y situaciones tan desopilantes como su verdadera historia de amor.
Marco Antonio Caponi -hoy ciudadano ilustre de Maipú- dejó Mendoza a sus 21 años, cuando iniciaba estudios en el Profesorado de Educación Física, para dedicarse a lo que consideraba su verdadera pasión. En Buenos Aires, logró iniciar su carrera de actor y se destacó en obras como “Filosofía de Vida”, junto a Alfredo Alcón, rol por el que fue nominado a los Premios ACE y Florencio Sanchez. Protagonizó “En la soledad de los campos de algodón”, “El acto gratuito” (por el que ganó el Premio Planeando sobre Bue como mejor actor); “El pequeño circo de los hermanos Suarez” y “Eva Perón de COPI” en el Teatro Nacional Cervantes. En cine trabajó en películas como “La odisea de los Giles”, “Pasaje de Vida” (nominado a los Premios Cóndor), “Nadie nos mira”, “Patagonia” y actualmente se encuentra filmando “Asfixiados”. En series fue Fabito en “El Tigre Verón” (1 y 2) y por su papel de Sandro en “Sandro de América” fue nominado a los Premios Martin Fierro. Actualmente se encuentra filmando “IOSI, el espía arrepentido” de Sebastian Borensztein y Daniel Burman para Amazon Prime Video. En TV tiene una basta carrera donde se destacan títulos como “La Leona”, “Graduados”, “12 casas”, “100 días para enamorarse” y “Herederos de una venganza”.
Esta vez, Caponi vuelve a Mendoza luego de cuatro años para presentar el unipersonal escrito por Gonzalo Demaría, dirigido por Daniel Casablanca y con dirección general de él mismo, obra que ya cosechó excelentes críticas además de dos premios Luisa Vehil a mejor actor y mejor dirección, y cinco nominaciones: tres a los Premios Tinidad Guevara y dos Premios ACE.
Las funciones serán en el Teatro Mendoza (San Juan 1427, Mendoza) y las entradas ya se pueden adquirir en entradaweb.com.ar o en la boletería del teatro.
En esta nota con Los Andes, Marco Caponi habla tanto del personaje de la obra y su difícil composición, como de su vínculo con las redes y del momento en que decidió exponer la situación por la que se dio su salida de Pol-ka.
Hablemos de Baco, este personaje que es tan complejo
Cómo definir este personaje en pocas palabras no lo sé, es un gaucho, es un guacho porque su papá y su mamá murieron y fue criado en un tambo. Entonces él dice que su nombre no pertenece al dios del vino sino al masculino de vaca. A partir de ahí se enamora perdidamente de una vaca porque es su ADN, por eso a mí me gusta pensar que es un ser medio mitológico también. De hecho está compuesto de esa manera, con un ojo blanco porque él cree que es medio vaca, medio toro. Tiene la facultad de trasladar su historia de amor compuesta en verso y es lo único que tiene y trata de revivir a través de su imaginación y del verso toda esa historia épica que él vivió con su vaca y ahí va entrando a situaciones muy delirantes y desopilantes. A mí se me venía mucho esto en Mendoza, porque me he cruzado mucho con personajes como el que me decía mi tío, el Guari, que es un personaje medio solitario que en algún lado vivía, y me remonta a eso este personaje. Como que puede pertenecer al imaginario de muchos y al mismo tiempo muy original porque no es un gaucho tradicional, no va al compás de la milonga, sino que va tocando una guitarra de lata que la presentó la tengo acá mismo.
¿La hiciste vos?
Sí, la hice yo. Es una fusión de “cigar box” que son guitarras que se hacían hace muchos años y que fue con lo cual empezó a tocarse el blues. Los esclavos que quedaban libres no sabían con qué tocar y se iban fabricando sus guitarras entonces ahí hay algo de esa fusión de la estructura del verso a lo Martín Fierro con el blues que genera una especie de rictus del lejano oeste que me fascina. Porque el Lejano Oeste, estando en Buenos Aires, es Mendoza. Y he estado en Dallas y en el Lejano Oeste y es sorprendente la similitud que hay con Mendoza en los estilos de vida, la cultura, hay un montón de cosas que se parecen. Entonces este personaje empezó haciendo una fusión de muchas capas y así también es como se viste: con muchas capas de pieles que se va sacando hasta quedar desnudo. No sé qué más decirte sin espolear todo esto, aunque la obra es inespoileable.
Por fin podés venir a presentarla, ¿qué te genera eso?
Mucha adrenalina porque sé que Mendoza es un público bastante… no voy a decir minucioso pero sí como “a ver quién es este gaucho”. Tengo muchos amigos, familia y es como una prueba de fuego. En lo personal estoy feliz, me genera entusiasmo, adrenalina y ganas de compartir este trabajo que he preparado durante años. También es un volver porque hace cuatro años que no voy a Mendoza con la pandemia y todo lo que fue sucediendo en el medio, así que estoy con mucha expectativa.
¿Cuánto te llevó componer este personaje, la rima octosilábica y en qué aspectos se ha asentado?
Por un lado la pandemia marcó un punto de quiebre a la obra porque así como nos cambia la vida a todos también la obra no podía seguir siendo la misma. Entonces ahí tomé una decisión, ahora soy yo el quien tiene la dirección. Casablanca dirigió la primera parte, que era una película de este gaucho, y ahora se fue a un estadío un poco más crudo, que es el relato de esa obra muerta, así como si hubiera fallecido alguien. Entonces la vuelve mucho más teatral. La versión original es así, es un gaucho con su gorra, su guitarra y es un artista callejero que crea imágenes a través de los versos. El trabajo fue muy duro porque son aproximadamente mil versos, son casi cuarenta y ocho páginas de versos, eso trasladarlo a la mente y al cuerpo es un trabajo de mucha disciplina y de mucho tiempo, que coincidió justo con que estaba por nacer Valentino. Esos ocho meses, digamos cuatro más cuatro, que uno está en la etapa uterina, yo me levantaba, estudiaba y trataba de incorporar versos, versos, versos. Pero te imaginas cuando iba por la página diez decía “¿como voy a incorporar al resto?” Me volvía loco porque era muchísimo, inalcanzable. Me llevo más de un año incorporar el texto, y después pasarlo al cuerpo para poder actuarlo un año y medio más. Después de a poco voy a ir reemplazando la música y el universo sonoro con mi guitarra y el objetivo es que esta pieza no tenga ningún artilugio en el tiempo que no dependa de una estructura. Me fascina.
El personaje ya es tuyo, a partir de ahí te da la libertad de improvisar en cualquier momento
Exactamente como dice el querido Gonzalo (Demaría) que es el autor, “ya el personaje está encarnado” y ese soy yo, me pongo la ropa, me maquillo, me caracterizo y desaparezco en el buen sentido. por eso se me hace difícil lo de Mendoza, porque la gente me conoce. También hay mucho público nuevo pero es un poco eso, encarnar y respirar el personaje, vivirlo.
Sos “Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Maipú” ¿Fue trágico como en la película de Oscar Martinez o fue más amable?
(Se rie) Fue amable, fue extraño también porque yo en ese momento recién estaba empezando. También soy padrino del Teatro Imperial de Maipú. Me llamaron para brindarme eso y cuando estaba ahí me dijeron que querían hacerme ciudadano ilustre y yo era bastante más chico y creo que nunca llegué a comprender lo que eso significaba. Obviamente es un honor hermoso, por otro lado yo soy de Godoy Cruz y pensaba “¿y en Godoy Cruz?”.
En ese momento había un par de proyectos que querían sacar ahí y para mí era como “Esperen, que no quiero poner la cara, no quiero pertenecer a nada”, como en El Ciudadano Ilustre, pero creo que necesitaría tener un poco más de compromiso.
Hablemos de tu infancia, a qué colegio fuiste y qué recuerdos tenés, seguís en contacto con tus compañeros, cómo ves tu vida a la distancia
Yo fui a la escuela Misiones en la primaria, en la calle Figueroa Alcorta y vivía ahí cerca del puente Olive hasta los 14 años, después nos fuimos a vivir a Cruz de Piedra y era como “qué me hicieron, por favor”. Pero es como dice Steve Jobs: los puntos se unen para atrás, y en el camino me fui dando cuenta que ese cambio de vida y de hábitos me conectó con la guitarra eléctrica por primera vez, con empezar a escribir poesía porque estaba solo, empezar a sumergirme en el cine, en la lectura, y después me quedé viviendo ahí hasta las 21. Fui al colegio Otto Krause, colegio técnico, y es loco porque de mis compañeras de la primaria y secundaria no tengo contacto con nadie, pero sí con mis amigos del barrio que son de toda la vida. Fui al Club Obras Sanitarias, de donde tengo muy buenos recuerdos, mi abuela vivía al lado, mis primos… Me agarra mucha nostalgia.Trato de no vivir de la nostalgia pero siempre me acuerdo de eso y me gustaría de alguna manera empezar a tener un camino de ida y vuelta (a Mendoza) más fluido con el trabajo.
Bajaste 7 kilos en un mes, en plena pandemia, lo publicaste en instagram pero después lo borraste ¿Te arrepentiste?
En instagram lo que subo lo bajo, lo guardo en el archivo, lo vuelvo a sacar, porque entendí que si necesito presentar un trabajo saco todo y dejo lo del trabajo. Si entrás a mi instagram en las historias destacadas hay una que se llama “fake o fake” es como “falso o falso”, me gusta mucho crear contenido que sea una realidad que no existe. Es verdad que yo estaba necesitando entrenar y subí un posteo. Es sorprendente porque si nosotros hablamos de esto y la nota se titula con esto, todo lo que hablamos desaparece. Y es lo que me viene pasando. Empecé a jugar con eso: ¿les interesa cuánto bajé, cuánto engordé?, y empecé a tener un montón de seguidores. Creé una especie de logo que se llamaba “El gordo mental”, tenía una cantidad de reproducciones y en algún momento me cansé y lo borré, porque si no tenía que empezar a ficcionar, que lo podía hacer, pero las redes siempre me terminan aburriendo.
Hablando de las series, hubo un hecho puntual que fue tu salida de “El tigre Verón’' y tu descargo en las redes. ¿No tuviste miedo de que eso pudiera perjuidcarte en algún momento?
No es una decisión que uno toma como un loco desbocado. Para llegar a eso uno va sufriendo mucho por dentro y es la necesidad de decir la verdad o de no quedarte con todo eso podrido adentro, que hoy, si estuviera hablando con vos y tuviera que eludir esa parte me sentiría muy mal conmigo, con mis compañeros y con toda la situación. Como bien dije ahí, está muy claro lo que expresé -eso sí, no lo borro- y obviamente yo puedo decir algo y del otro lado hay una maquinaria que tiene prensa, es como luchar contra un león con un hisopo. Pero necesitaba decir la verdad, contar lo que me pasaba, superar ese miedo y sentir que conmigo no iban a jugar, porque me pareció muy desleal que en medio de la pandemia una empresa decida quitarte tus honorarios y dartelos seis meses después, porque quieren que vayas a laburar y no se puede…No era que yo no quería ir y que me quedé en mi casa. Y ver que después de eso se vació la empresa, se desligaron empleados que hacía veinticinco años que trabajaban, todas esas cosas decís “Ah bueno, si yo me quedo callado al final el sistema termina haciendo que seamos todos domados muy fácilmente” y me parece que no hay que dejarlo pasar. Es más, estoy muy contento y me encanta poder hablarlo sin que me tiemble la voz, no tengo nada que esconder. Yo lo dije en su momento, pongamos los papeles sobre la mesa y veamos quién dice la verdad. Pero acá lo voy a atar con lo que hablábamos antes: a mí me enoja mucho porque trabajo en los medios y porque veo el poder de manipulación que tiene la prensa y lo que se instala como titular o como noticia ya está, porque de acá a que se intenté dar vuelta esa realidad ya se instaló. El que primero golpea, golpea dos veces, tergiversan como quieren y es más fácil sembrar una mentira que comprobar que eso es verdad. Una mentira una vez sembrada se reproduce, un poco lo que dije con lo de Instagram es “no compren todo lo que venden” porque los medios necesitan vender contenido, no les importa si el contenido es verdad o mentira. Y pasa en todos los aspectos. Que me agarren a mí de perejil es una cosa, pero si eso lo trasladamos a todo lo que sucede en la política no tenemos modo de saber qué es lo que pasa. Yo creo que con la pandemia todo eso quedó muy a la vista porque el que tiene el poder de comunicar y de sembrar puede comunicar lo que quiera y no lo voy a permitir conmigo, con mi familia, con mi trabajo, con mis colegas y si me tengo que quedar sin trabajo me quedaré sin trabajo. Haré El Baco parado en una esquina, y siempre creo que la verdad y la honestidad no te defraudan nunca.
Ser honesto con vos es la mejor decisión que podés tomar
Estoy en la búsqueda, como calculo que a todo aquel que le intenta expresarse artísticamente, de ser mucho más que un intérprete. Pensaba “mira qué loco”, porque yo estaba haciendo una serie donde representaba al hijo de un sindicalista que era de armas tomar y de salir adelante y después me encontré con que a todos les daba miedo hablar. Necesito trabajar, entonces actuemos cuando hay que actuar, y actuar en la vida también representa lo que sos como artista.
¿La obra del Baco la estás dirigiendo vos?
Cuando pasó lo de la pandemia empecé ensayar en mi casa y empecé a tomar decisiones artísticas desde este lugar, si hay un director tenés que buscar el consenso y tenía muchas ganas de explorar, de tomar las decisiones yo, y me parece que si uno va a tomar las decisiones tiene que hacerse cargo de su rol. Porque si mañana voy a hacer la función y es un desastre no puede caer sobre quién dirigió la pieza y tuvo tantos elogios. Fue más desde ese lugar, es difícil porque estoy solo. Es más, en un momento iba a poner como director a El Baco. Me gustaría dirigir otra pieza donde no sea yo el que actúa.