La música lo salva. Así como sus clásicos como “Tirá para arriba” o “Llámame si me necesitas” son una inyección de energía positiva para seguir sobrellevando la realidad con solo incertidumbre a la vista, Miguel Mateos aprovechó estos seis meses lejos de los escenarios para ponerse al día con un anhelado proyecto, el de escribir su ópera rock.
Una idea contestataria e imposible de montar en la actualidad, pero quizá uno de los proyectos más ambiciosos en sus casi cuatro décadas con la música.
“Pensarlo hoy es una locura, justo en este momento, donde el mundo se sumerge en algo indescifrable, yo pensando en una producción de ochenta músicos en escena, tres cantantes, coros. Es un poco delirante. Y en eso estoy le di forma a noventa minutos de música. Estoy totalmente inmiscuido en la música y eso me ha salvado, para no pensar en el perjuicio que nos ha ocasionado estar seis meses sin trabajar”, confiesa Miguel Mateos sobre este tiempo sin shows y giras.
Es que a lo largo de los años, Miguel Mateos se convirtió en una de las figuras del rock nacional siempre vigentes. Cada año recorre el país para presentar un disco o bien reencontrarse con el público que vibra igual que él con los hits que marcaron los ’80 y ’90 de la música nacional.
Y aunque tiene el título de ser uno del jefe del rock en español que revitalizó el género en toda América, siempre fue consecuente con su camino y nunca dejó de crear. Por estos meses, además de compartir algunas entregas de Pandemic Sessions, la serie de versiones como “Es tan fácil romper un corazón” desde casa junto a su banda, desempolvó sus estudios clásicos y le dio lugar a su espíritu inquieto.
“El encierro me sirvió. Al comienzo me agarró un ataque como todos esos principios, hasta que tomé dimensión de la situación y luego empecé a pensar en que tengo que ocupar el tiempo y me confiné a terminar una obra que ya había empezado hace unos años. Me ha enriquecido y el encierro me ayudó a darle un giro, de lo cual me siento muy feliz. Y creo que va a hacer algo muy impactante”.
-Y en la escritura de esta ópera rock, ¿influyó el presente?
-Sin duda que sí. Volví a retomar mis estudios formales de conservatorio. En el Conservatorio Municipal de San Martín donde comencé y tuve que interrumpir porque vino la dictadura, y éramos todos adolescentes de pelo largo que nos metieron en cana. Y no se pudo estudiar más. Y en este presente vuelvo a tomar esa foto de chico yendo con mi mamá al Colón. Yo empecé como un estudiante más en el conservatorio a estudiar piano, después armonía, composición. Siempre me gustó esa vertiente.
Encontré un contenido, es una obra musical de 90 minutos ininterrumpidos, donde no hay relato. Si no que el relato es a través de la música.
-Hoy volvés a tomar tus estudios de conservatorio y al igual que otros grandes músicos del rock como Charly García se formaron y luego hicieron su historia. Mientras en la actualidad muchos chicos no se forman y tienen la posibilidad de subir su música a Youtube.
-Es una apreciación muy atinada, porque es así. Somos de la generación que estudió y cada uno tomó su camino. A mí no me gusta lo que pasa hoy, porque me nutro de esa formación clásica contemporánea, si no de mi formación de los ’70 con grupos como Genesis, Yes, Frank Zappa. Y en esta ópera rock sale un poco de eso, un pequeño tributo a ese sonido.
-Vos eras uno de los pocos artistas que todos los años sale a tocar y hace giras nacionales. Es duro para toda tu banda este parate obligado.
-Te mata la cabeza y el bolsillo. Uno puede depender de los derechos de autor y también la música tienen sus altos y bajos, entonces aprendes a ser previsor. El año que viene cumplo 40 años con la música y aprendí que cuando estás en la buena tenés que salvar algo, para cuando viene la mala. Nunca me imaginé que me iba a encontrar con una maldita pandemia. Pero es un perjuicio muy grande.
Yo no soy muy amante de los streaming y solo hice una serie de videos que se llaman Pandemic Sessions y tenemos otra nueva idea que saldrá el domingo 13 de septiembre.
-Pero esos videos han sido una compañía para tus seguidores.
-Es sorprendente para mí. Si bien tengo la suerte de hacer un camino internacional, te das cuenta que el público es global. Pero vamos a ver, estamos haciendo esta serie de temas y es una forma de estar en contacto con la gente. Vamos a seguir apostando a esa idea hasta que esto pase.
-¿No te interesa hacer un show en streaming?
-Es que hubo tanto problema con el streaming, se corta o se escucha mal, se congela la imagen. Hasta que no vea algo que tecnológicamente está al alcance y es bueno, no lo hago. Porque seguramente habrá un montón de accesos de todo América y quiero asegurarme de dar algo bueno, no en el comedor de mi casa. Cada uno puede hacer lo que quiera, pero me gustaría hacer algo piola y que llegue a todos como corresponde.
El streaming es frío, a mí lo que más me gusta hacer en este negocio, de todas las actividades que hago es salir a tocar. Lo disfruto y tengo una banda de más de veinte años, somos una familia. Disfrutamos, nos matamos de la risa, trabajamos de lo que nos gusta, somos profesionales y eso es lo que me gusta hacer. Lo extraño horrores.
-De alguna manera seguís siendo contestatario y arriesgado pensar en una ópera rock en este momento.
-Soy bastante inquieto, como decía mi vieja: “Es un muchacho inquieto”. El otro día me preguntaron sobre una virtud. Y creo que mi principal virtud es el entusiasmo. Es un rasgo de mi personal que rescato, el entusiasmo por seguir explorando, haciendo cosas y no quedarme quieto.
-¿Alguna vez perdiste el control?
-Sí, obviamente que sí. Los ’80 fueron un vértigo. Por suerte tuve una formación y una familia relacionada con la música; mi mamá maestra de música y mi papá melómano. Y esa formación cuando estás al borde del abismo es la que te dice que pares. Que no necesitas de eso y pensar en lo que más querés en la vida y no mandar todo al diablo. Y ahí das un paso atrás. En el momento quizá de mayor descontrol me caí un poco y me levanté gracias a esa marca. A esta altura de mi vida no puedo perder el control (ríe). Tengo que ser más casero.
-¿Qué reflexión tenés sobre la realidad?
-Lamentablemente los tiempos que se viven es muy raro y sigue pasando. Es muy difícil lo que está sucediendo. Y nos ha tocado a nosotros en una situación compleja, yo tengo que creer en lo que dice el Gobierno y en las políticas que ha tomado. Creo que la están sobrellevando y me parece que no se puede hacer un juicio por la política, porque están haciendo malabares en este sentido. Simplemente esperar y que se vaya abriendo de a poco todo. Porque yo me quejo que no tengo laburo, pero los restaurantes, el turismo, seis meses sin trabajo es muy jodido y no sé con qué nos vamos a encontrar. Vamos a hacer unos privilegiados y hay que pensar un poco en el otro también. Hay que arremangarse de nuevo.
-¿Alguna vez te ofrecieron o te interesó participar en política?
-De una manera directa no. Fue una charla informal, pero no lo podría hacer. Hay que tener la piel muy dura para ser político y yo soy tremendamente sensible y vulnerable. Y me pondría a llorar por cualquier cosa. Y estar sujeto a intereses, mientras alguien no tiene cloacas. En un país como este no puede haber hambre, gente hacinada. Tiene que ver una idea más solidaria para que la gente pueda tener su lugar. Y eso ha desnudado la pandemia, que hay veinte personas hacinadas en una casa de chapa.
Yo creo que hay que apostar y no quiero ir a ningún lado. A esta altura de mi vida soy más argentino que el dulce de leche. Por diferentes razones viví afuera y siempre extrañé horrores estar acá. Sigo estando del lado de la gente que quiere hacer las cosas bien.