Alma Cacao es una chocolatería y bombonería ubicada en Godoy Cruz que es dirigida por su dueña María de los Ángeles Velasco. A partir de los 23 años, comenzó a viajar por el mundo y se mudó fuera del país debido a su trabajo en empresas de energía.
Con el correr de los años, se dio cuenta que ese trabajo ideal, que le permitía conocer nuevos lugares y ganar una suma de dinero importante no la hacía feliz. Su corazón estaba en Argentina junto a su deseo de sentar cabeza y formar una familia.
Hoy en mujeres emprendedoras te contamos te contamos la historia de Ángeles, una mendocina que se animó a montar su negocio desde cero y apostar por lo que realmente le hacía feliz: el chocolate.
- ¿Cómo surgió la idea Alma Cacao? ¿Con quienes la pensaste?
- La idea es la sumatoria un poco de todo esto. El querer transmitir todo este afecto desde afuera del país a la Argentina. Imaginate hace 15 años, sin WhatsApp, no era lo mismo. Estaba en el peor momento de mi vida, tenía 30 años, me acababa de divorciar y estaba justo trabajando en un proyecto energético muy grande en Argentina. Entonces, pensé “si voy a llorar, que sea en otro lugar” y me fui de vacaciones con mi prima a Ámsterdam.
En la entrada a la estación de trenes de la ciudad, había una chocolatería que representó todo lo que yo quería. Era chiquita, acogedora, había chocolates por todos lados, había un aroma increíble. Yo en ese momento dije “quiero transmitir esta felicidad, este amor; quiero alimentar corazones con el chocolate”. Entonces hablamos con mi prima y yo le comenté que eso era lo que quería hacer. Sin embargo, yo sabía que eso implicaba un gran cambio de vida: dejar de viajar por el mundo, de tener libertad financiera y un buen pasar económico, de tener un trabajo estable.
- ¿En qué momento sentiste por primera vez el espíritu emprendedor? ¿Habías emprendido antes de Alma Cacao?
- Fue cuando empecé a tener el deseo de formar una familia. Empecé darme cuenta de que mi carrera era incompatible con una familia, He estado en más de 23 países y nunca tuve un hogar. No me compraba un cuadro a veces porque no tenía donde ponerlos. Viajaba con dos valijas a todos lados y vivía en hoteles.
Entonces se gestó en mi el deseo de familia, de volver a la Argentina. El vivir acá hace que nos olvidemos de las cosas realmente importantes que tenemos acá y que lo son mucho más que el bienestar financiero que podemos encontrar en el extranjero.
Seguí el consejo de mi mejor amigo, que me dijo que empezara a trabajar en lo que me gustaba para que cuando esa familia llegara, yo estuviese cómoda. Empecé por el turismo, ahorré dinero para tener un emprendimiento turístico dos meses antes de la pandemia que no dio buenos resultados. En esa época, haciendo algo de coaching vocacional, me di cuenta que los momentos más felices de mi vida era cuando hacía los huevos de pascua para mis sobrinos; así que empecé a trabajar por ese lado.
Nunca tuve el ejercicio de emprender desde el branding, marketing y esas áreas; pero si desde muy chica tuve la habilidad de organizar y planificar cosas. A los 17 años, hice un evento para recaudar dinero para un viaje de egresados, eso se me daba bastante bien.
- ¿Por qué el rubro de los chocolates? ¿Lo consideras un arte?
- Porque es la conjunción de todas las disciplinas en las que estoy formada. Amo la perfección del chocolate. un solo paso mal dado en la elaboración de un bombón puede hacer que todo salga mal. La perfección, el detalle, lograr el brillo. Mis clientes me suelen decir “me da pena comerlo” y yo les digo “te mereces comerte ese chocolate”.
Sí lo considero un arte porque hay mucho amor en el chocolate. A veces nos toca, independientemente de cual sea el rubro, atar con alambre. En Argentina hay muchos insumos que son difíciles de conseguir y es clave tratar de reemplazar para lograr el mejor resultado posible.
Los bombones de la chocolatería los pinto exclusivamente yo; y si no me gustó el color, la textura o lo que sea los desecho y los vuelvo a hacer porque para mi es importante transmitir la esencia de ese producto, esa sensación de piedra preciosa única.
- ¿Qué significa para vos ser mujer emprendedora? ¿Encontraste trabas en el rubro?
- Es todo lo que quiero enseñarle a mi hija que está bien, que se puede. Me tocó formarme en mi carrera anterior en un mundo donde siempre era la única mujer: en las clases, en la oficina, en la planta. Esto me hizo pasar por diferentes tipos de acoso. En todos los trabajos, en la universidad, me pasó ya sea por parte de mis superiores, mis pares y mis subordinados. A veces simplemente por ser mujer estas condicionada mental, física y psicológicamente. Y si a eso le sumamos la maternidad, existe una pseudoempatía en la que todo el mundo te entiende como mamá cuando está todo bien, pero cuando tenés que faltar porque tu hijo está enfermo o no hay quien lo cuide, ahí sos uno más.
El tema de emprender nace de ser una inspiración para mi hija. Que sepa que no hay que pasar por esas situaciones y que uno puede dedicarse a hacer lo que le gusta.
- ¿Cuáles fueron los mayores obstáculos que tuviste que superar en el camino?
- Nunca he podido obtener financiamiento ni aplicar para los programas de apoyo a emprendedores que ofrece el gobierno; entonces siempre he tenido que autofinanciarme (que por suerte pude gracias a mi trabajo previo).
Por otro lado, todo lo que se utiliza para la chocolatería es importado, entonces los precios fluctúan mucho. Hay que estar atento no solo al producto sino también a todo el mercado que puede jugar en contra.
- ¿Qué consejo le darías a una mujer que quiere empezar a emprender? ¿Y en el mundo gastronómico en particular?
- Primero, que se forme para no fracasar en el intento y surfear las olas que se presenten. Cuando yo empecé con las chocolatería encontré una persona para que me forme que me estafó. Pero me enseñó también lo suficiente como para que yo pueda dar este consejo.
Por otro lado, que se informen en cuáles son las opciones que dan los municipios. A veces una ayuda económica (aunque no es mi caso). Me pasó que fui a un curso de una muni y aprendí un montón de cosas: de redes, técnicas, y muchas cosas más.
Pero lo más más importante es nunca bajar los brazos. Si vos amás lo que haces, no hay forma de que fracases.