Los que pensaban que “Lo que el viento se llevó” era una mágica evocación del pasado norteamericano, deberán saber que no, que el viento no se llevó nada. Hay cosas que son realmente pesadas y no se esfuman tan fácil. En el siglo XIX y en el siglo XXI, el racismo sigue presente. Ya la semana pasada tratábamos en esta misma columna sobre el mismo tema, a raíz de cómo algunas “influencers” se expresaron en contra del asesinato de George Floyd con mensajes que despertaban más lástima que risas. Y la verdad es que no volveríamos a él, si no fuera porque esta semana el tema siguió insistentemente en la agenda, llegando incluso a los vórtices del absurdo.
Resulta que ahora lo que sufrió las consecuencias del conflicto social fue, aunque no lo crean, una película de hace 80 años atrás. Acusaron a “Lo que el viento se llevó” (1939) de racista y, en una suerte de punitivismo retroactivo, HBO Max la sacó de su catálogo. Así de políticamente correctos y puritanos.
El pedido fue elevado por grupos antirracistas y, concretamente, encabezado por John Ridley, guionista de “12 años de esclavitud”, quien en una columna en Los Angeles Times acusó a la película de “perpetuar los estereotipos más dolorosos para los afroamericanos”.
En verdad, nadie dice que este clásico firmado por Victor Fleming (aunque también hubo otros directores detrás, se sabe) no suelte prejuicios y versiones romantizadas del esclavismo, pero de ahí a censurarla 80 años después...
De hecho, bajo la misma acusación, las plataformas deberían retirar de sus catálogos casi todas las películas anteriores a 1950. El cine siempre es el producto de un contexto, y el siglo pasado no fue precisamente un Edén igualitario y pacífico. Qué hacemos entonces, ¿armamos la gran hoguera del celuloide y la alimentamos con Griffith, Polansky, Woody Allen, etcétera etcétera? Y por extensión, ¿qué hacemos con el cine homofóbico, colonialista, belicista, aporofóbico, xenofóbico? Que si nos ponemos estrictos, ni la Peppa Pig se salvaría.
HBO aseguró que los portentosos 238 minutos de “Lo que el viento se llevó”, la película más taquillera de la historia, estarán en breve disponibles de nuevo, pero con una introducción que sirva de advertencia y contextualice sus ideas. No vaya a ser que alguien la mire y piense que a las mujeres negras les encanta ser esclavizadas como a Mammy (interpretada por Hattie McDaniel, quien sí vivió escenas discriminatorias cuando ganó el Oscar y, por las normas segregacionistas no pudo ni sentarse junto a sus compañeros).
De más está decir que nadie armaría tanto escándalo si el racismo fuera una casa del pasado y no nos remitiera a traumas presentes. Miraríamos “Lo que el viento se llevó” con tal inocencia y desprejuicio que solo tendríamos corazón para emocionarnos con su música, para maravillarnos por sus decorados y suspirar con esos besos carnosos que se daban Vivien Leigh y Clark Gable. Más que injusto, es infantilismo puro tomar una película de 1939, que reproduce hechos de 1861, y censurarla por hechos del 2020. Estas películas deberían en todo caso ayudarnos a escribir otro futuro, no ha reproducir el pasado.