Hace dos años, Nathy Peluso hacía pie en el mercado argentino y a los medios no les temblaba el pulso en presentarla como “La nueva vanguardista de la música latinoamericana que tiene un perfil interdisciplinar”.
El público comulgó con ese movimiento referencial, por cuanto la cantante lujanense (nacida en Luján, provincia de Buenos Aires), radicada en España desde hace años, mostraba una fascinante fusión con basamento rapero y con proyección a la salsa y el jazz.
Una exaltación de sangre latina, a fin de cuentas, y con letras que abordaban temáticas sociales, empoderamiento femenino y amor.
Hoy, ya asentada luego de participaciones en festivales, simples fogosos y asociaciones artísticas fructíferas (con el reputado productor Rafa Aracaute, sin ir más lejos), Peluso llegó a Calambre, un long play (un disco largo) que estiliza e internacionaliza los modos expresivos expuestos arriba.
Entre otras cosas, el desplazamiento revela que la cultura de la cancelación viene ganando terreno, poniéndosela difícil a una artista cuyo único pecado es ser apabullante-extravagante a la hora de exponer sus impulsos y las fuentes de las que bebe. La solemnidad de no perturbar al “deber ser” le va ganando terreno al desprejuicio y la extravagancia.
“Hago música desde la admiración y desde el respeto. Soy una mina que ha viajado tanto, que se ha criado con tanta variedad musical, que ha convivido con tantas culturas por ser inmigrante que no puede pensar la música de otra forma”, dice Nathy Peluso para ponerle paños fríos a la cuestión.
“A todo eso lo siento parte de mí. Nadie sabe más que yo qué cosas me nutrieron. Construyo mi música desde las experiencias, las influencias y las ganas de contagiar que tengo. Parece como si quisiera aprovecharme de ciertas culturas… ¡Para nada! Mi idea es ‘Che, cómo admiro esto, me atraviesa y quiero que ustedes sientan lo mismo desde mi visión’. Y a eso lo hago con total libertad y amor”, amplía la artista que gracias a un tic industrial del último tiempo sería considerada “urbana”.
“Etiquetar a Calambre es reduccionista porque juega con muchas cosas que me representan”, analiza al respecto. Intento hacer buena música de diferentes palos, pero cuidando mucho a cada uno. Y a los músicos que están adentro, a las letras. Trabajo la artesanía de cada género con mucho cuidado. No sabría decirte qué tipo de artista soy, aunque estoy segura que considerarme urbana sería una pena. En el disco hay salsa, tango… Muchas vertientes que no pertenecen a ese rango", completa.
–El condimento folklórico es bastante notorio en “Calambre”. ¿Esa vibración llegó por la vía familiar?
–Mercedes Sosa y Atahualpa Yupanqui me han acompañado siempre y enseñado mucho. Sobre todo en cuestiones relacionadas a la sensibilidad del cante, a la responsabilidad de enunciar ciertos versos. El folklore exige un compromiso humano para abordarlo. Desde mi humildad y no experiencia, intenté darle un lugar en mi trabajo. Y así, acercar mi admiración a toda esa música a gente que, quizás, no convive con ella. Es una oportunidad para que conecten con ellos como lo hago yo.
–En una entrevista que te hice años atrás te observé que desde Luján también habían surgido Horacio Guarany y Luciano Pereyra. Te copaste con el dato.
–Estoy encantada de pertenecer a Luján y a cualquier parte de Argentina. Pero la verdad es que nací en una clínica de Luján, porque mi mamá es de allá, y a los pocos días me llevaron a Saavedra. Mi barrio de la infancia es Saavedra.
–Ya que estamos con Buenos Aires, te pregunto algo sobre la canción que lleva ese título. ¿Sentís melancolía permanente por volver?
–La nostalgia por las raíces es algo que con lo que convive cualquier emigrante. En Buenos Aires quise plantear una melancolía positiva. Porque te hace sentir viva la aceptación de que convivís con ese sentimiento. Me hace recurrir a la ciudad, a indagarla constantemente. A exagerar algunas cosas para mantenerme conectada con ella. (A la canción) La escribí sin saber que era para Buenos Aires. La escribí como bajada de cosas que sentía por estar lejos.
–Va otra sobre el rap “Business Woman”: ¿te autopercibís como una “mujer de negocios”?
–Sí que es autorreferencial la canción. En ella quiero compartir mi visión y mi postura sobre la industria en la que me muevo, en la que todo termina siendo un negocio. Y es así no sólo por la música en sí, por lo que esta pueda lograr, sino también por lo que conlleva ser una persona pública y someterse a diferentes situaciones. Quería una canción que inspire, que acompañe a muchas mujeres… Y a muchos hombres también.
–¿Has sido sujeto de mansplaining en tus años de desarrollo artístico? ¿Te has encontrado con hombres que osaron marcarte el camino?
–Siempre habrá gente diciéndote lo que tenés que hacer. Obvio, entre esa gente, en mi caso ha habido hombres. No dejo que penetren. Estoy muy clara de lo que tengo que hacer. Por eso, más que me digan qué hacer, me enoja cuando me juzgan. Mujeres, incluso… La mujer peca de un machismo latente que es inevitable. Todos iremos aprendiendo. Mi manera es dejando claros mis intenciones y mi lugar. Como buena capricorniana, me gusta liderar lo que hago, todo parte de mí.
–"Calambre" sacudió la modorra por la polémica que generó. Viene bien batallar contra la solemnidad.
–Entiendo que la gente malinterprete las intenciones de gente que está expuesta. Cada uno elige qué pensar. Y cada uno elige qué pensar para tener razón, para reforzar un punto de vista previo que no piensa cambiar. Ante eso, me mantengo fiel a mi música. Si distorsionan el propósito de lo que hago con cosas feas que nada tienen que ver con mi persona, lo siento como un precio por pagar para que otra tanta gente lo acepte y disfrute. Lo siento mucho si ofendo a alguien por hacer tango, folklore y no sé qué más. No entiendo qué debería hacer para no apropiarme de algo. La música es una fuerza de la naturaleza y no le podés decir “mirá, acá se corta, no podés ir más allá”. Es supertriste ponerle barreras. Invito a que la gente se saque tanto tapujo.
–Días atrás piropeaste a la especie masculina. Tuiteaste “Cuantos hombres hermosos, Dios mío. ¿Qué hago? No sé elegir esto”. Más allá de si es una humorada, ¿cómo iniciar un ritual seductor con una mujer empoderada?
–Soy una mina muy normal, supersensible y pasional. Bajo a la calle, bajo a comprar mi pan, barro la casa. Soy muy tranquila… Hay una nube que se proyecta alrededor de mí que es comprensible porque forma parte de todo esto que me toca vivir. Confío en que el hombre que busque conquistarme estará preparado para eso. Para seducirme a mí hace falta mucha honestidad, estilo personal… Y ser cariñoso. Soy una mina sencilla, me gusta el amor, el romanticismo, la música. El tuit era para divertirme, igual.
–En otra línea de “Business woman”, decís que le mostrás el culo a un macho tácito. Más data para alimentar la idea de que deseo y empoderamiento no están disociados.
–Me hace pensar. Lo hago no consciente. Me gusta mucho hablar del sexo. Desde un lado no tabú, desde un lado normalizado. Todos convivimos con esa realidad constantemente y, sin embargo, en la música hay que tener cuidado de cómo se introduce. Yo no tengo mucho tapujo. Vivo mi sexo y mi feminidad desde un lugar superliberal. Entonces, digo: “Mirá, esto es lo que tengo, y si te gusta, te lo pongo en la cara”. Es una herramienta y me gusta jugar con ella. Desde la ironía y la provocación.
–Tenés dos nominaciones al Grammy Latino. ¿Las esperabas?
–No, para nada. Estoy muy emocionada. El hecho de ser reconocida a esta altura de mi carrera me da un impulso (profesional-emocional) y una fe muy fuertes. Para mí es algo muy importante. Y me exige gratitud para mis compañeros. Sólo puedo dar las gracias por concederme el privilegio de ser parte de este evento, de este ritual, con tanto criterio y tanta historia.
–Para llegar a ese nivel, supongo, fue clave Rafa Arcaute, productor de “Calambre”.
–Rafa es mi mano derecha en este disco. Me ha ayudado a bajar a tierra tantas ideas, tantas inspiraciones, tantas composiciones. Le agradezco a la vida tenerlo de compañero. Cuesta a veces encontrar alguien en quien confiar y apoyarse. Confiar es muy importante, y Rafa, un aliado.
Nominada
Nathy Peluso recibió dos nominaciones en los Grammy Latinos, que se celebrarán en Miami el próximo 20 de noviembre. Una, en la categoría mejor nueva/o artista; y otra, en mejor canción alternativa, por Buenos Aires.
Por Germán Arrascaeta. *Este texto fue publicado originalmente por La Voz. Se reproduce aquí con la autorización correspondiente