Falta todavía tiempo para hacernos una idea sobre cómo las ficciones turcas están influyendo en nuestra vida. En 2015, los nombres Onur y Sherezade empezaron a popularizarse en nuestro país, en sintonía con el fenómeno que lograba “Las mil y una noches”, que fue la primera gran ficción turca que se vio en tevé abierta. Desde ese entonces, la curva del éxito solo ha crecido.
Por eso, el segmento horario que dejan estas novelas una vez finalizadas suelen ser para el recambio: una que se va, y otra que llega con el propósito de batir nuevos récords. Así quedó demostrado esta semana.
Después de cuatro años, “Elif” terminó, para redefinir el panorama de enlatados y sumar una nueva heroína, “Züleyha”, que se verá desde mañana a las 18 por Telefe y desde el miércoles 3 de febrero por Canal 9 Televida (desde las 14, se encadenarán “Guerra de rosas”, “Fuerza de mujer”, “Züleyha” y “Alas rotas”).
Protagonizada por Hilal Altinbilek, Uğur Güneş, Murat Ünalmış y Vahide Perçin, la ficción narra la historia de amor de Yılmaz, un hombre que está dispuesto a matar y morir para defender a su pareja, y Züleyha, una mujer que es capaz de abandonar todo para salvar la vida de su enamorado.
Cuando Yilmaz se mete en problemas por proteger a Züleyha del mal de su propia familia, la pareja se ve obligada a abandonar Estambul. Para lograr permanecer juntos, deciden huir y ocultar sus verdaderas identidades fingiendo ser hermanos.
El destino los llevará al pueblo de Adana, pero la verdad que los amantes se prometieron ocultar destruirá sus esperanzas y sueños, y los dejará solos y obligados a enfrentarse a sus sentimientos.
Se trata de un culebrón de Tims&B Productions para ATV, bajo la producción de Timur Savci y Burak Sagyasar. Desde su lanzamiento en 2018 fue emitido en diferentes países bajo el nombre de “Tierra amarga” (México y Bolivia) y, con el título de Argentina, también en Chile y Puerto Rico.
Es que sí. Aunque ya sea común poner el grito en el cielo, alertando sobre cómo las ficciones turcas están desplazando las nacionales, hasta el punto casi de extinguirlas en el marco de la pandemia, lo cierto es que se trata de un fenómeno mundial.
En realidad, Turquía pasó, en apenas una década, a ser una superpoderosa fábrica de telenovelas. En materia de ficciones, es la segunda exportadora después de Estados Unidos, según un informe que se publicó en El País de España el año pasado.
Ya son unas 150 las ficciones que se han vendido a unos 146 países, y que alcanzaron a unas 600 millones de personas. Números que exceden bastante a la situación argentina.
¿A qué se debe el éxito? Es la pregunta del millón, que va más allá de lo evidente: producciones de impacto visual, locaciones exóticos y fastuosos, actores atractivos.
Hay quienes dicen que la empatía se da porque el actor turco es físicamente parecido al latinoamericano. Otros, que se debe a que manejan, y muy bien, códigos sentimentales universales: por ejemplo, ¿quién no ha fantaseado con el amor más allá de las diferencias sociales?
Gonzalo Yuffrida, conductor de Canal Nueve Televida, tiene el termómetro del día a día entre la relación de estas ficciones y el público local. “Las novelas de la tarde explotan en rating, están arriba de los 20 puntos”, apunta sobre las mediciones el conductor de Replay (domingos a las 19.30).
En ese programa, junto a un equipo que no ha parado de trabajar ni durante la pandemia ni durante enero, comenta, adelanta, bromea y recoge las opiniones de los mendocinos sobre varios contenidos del canal, en donde se destacan estas ficciones.
De hecho, anticipa que “‘Züleyha’ llega después de dos historias fuertes, como ‘Guerra de rosas’”. “Creo que el mendocino busca todo lo que tiene que ver con el culebrón, todavía sigue con esa cosa atrapante, que en mi época se reflejaba en ‘María la del barrio’ y ‘María Mercedes’. La ficción turca no se distancia mucho de eso. Apuesta a los culebrones”, destaca.
En “Züleyha”, habrá bastante de esto: después de escapar, porque la involucran en un crimen, termina en una hacienda en la que la familia quiere usarla para dar descendencia.
Gonzalito no deja de aclarar que, para él, también hay un gran componente de la coyuntura social: venden otra realidad y permiten que la gente pueda, aunque sea por una hora, evadirse de la suya, sobre todo en un momento tan difícil como el que estamos pasando.
Agrega: “Gabriela Spanic, recordada por haber protagonizado ‘La usurpadora’ y otras novelas, dijo que las novelas turcas tienen ‘eso’ que antes tenían las novelas mexicanas: el drama, el villano, y eso de permitirle a la gante salirse de su realidad. Por eso creo que les va muy bien”.
Pero además, al contrario que las argentinas, estas novelas están en una situación paradójica, que sin dudas también abona al éxito: por una parte son ficciones progresistas, que muestran cómo las mujeres viven situaciones patriarcales aberrantes y salen adelante en medio de muchas dificultades; pero por el otro, son también conservadoras, puesto que imponen estereotipos de caballerosidad, de respeto y de solidaridad familiar y hasta de amor romántico, algo que va en contra del registro cotidiano que manejan producciones argentinas como “100 días para enamorarse”, que mostraba otras formas de relaciones y de sexualidades. En ese extraño cruce radica que grandes masas empaticen con ellas.
Y hay más: según las medidas adoptadas por el gobierno de Recep Tayyip Erdogan no se permiten escenas de sexo, besos de más de tres segundos, desnudos, cigarrillos ni alcohol. Las heridas y la sangre son difuminadas cuando se emiten en Turquía.
Los actores, en ese país, acusan que estas restricciones son censura pura, pero lo cierto es que eso ha permitido que conquistaran el prime time de decenas de canales en el mundo, y que llegaran a ojos, oídos y conciencias a las que las ficciones normales, muchas no aptas para el horario de protección al menor, no llegan.