Las artes plásticas, la literatura, el cine saben de él: el mito de Orfeo es una de esas historias que causan fascinación, lecturas y relecturas a través de los siglos. Pero la ópera, quizás más que ninguna otra expresión, ha sido la encargada de hablar de él, cuya lira conmovía hasta las piedras. De hecho la “Euridice” de Peri y “La favola d’Orfeo” de Monteverdi, dos de las primeras que se conservan, lo tienen como personaje central.
Cuando Violetta Club, el ensamble barroco que dirige Gabriela Guembe, se encontró con la bella, inhallable y larguísima partitura del “Orfeo” de Luigi Rossi (1647), supo que ahí había una oportunidad. No solo de intentar llevarla a la escena, sino mejor que eso: de hacerla una historia atemporal, de empaparla de disciplina teatral, experimentación y de otros lenguajes. Cosas que había hecho, salvando las distancias, con recordadas producciones de “Dido & Eneas” (Purcell) y “Membra” (Buxtehude). Ahí se sumó, entonces, Ivana Catanese y su compañía teatral, ALASUR. La fusión estaba hecha, y puede que en la memoria de los mendocinos resuene con la que hizo el italiano Stefano Poda con el mismo teatro y con el mismo personaje hace veinte años (pero, aclaramos, con la música de Gluck).
Catanese tuvo que ensamblar una nueva dramaturgia, porque el libreto original de Francesco Buti tenía unos 30 personajes y su desarrollo excedía las tres horas; pero también tuvo que dirigir la escena, lo que no es nada sencillo en la ópera. En una urdimbre inédita, esta versión libre lleva a que la teoría de los afectos se encuentren con el teatro físico, el método Suzuki, el minimalismo, el feminismo, entre otras cosas. El resultado se verá hoy y mañana en el Teatro Independencia, a las 21.30. Las entradas anticipadas ($500) se pueden adquirir en EntradaWeb.
“El personaje de Orfeo es muy rico y es conocido por varias de sus hazañas”, explica Guembe. “Viaja, por ejemplo, junto con los Argonautas a buscar el vellocino de oro; poeta y cantor, se le atribuye la invención de instrumentos con los que podía encantar y lograr el favor de los dioses. Representa, entre otras cosas, el poder de la música. En esta historia, lo que hace Luigi Rossi es centrarse en el vínculo de Orfeo con su amada Euridice, y para ello trabajó con el gran libretista Francesco Buti (quien también trabajó en colaboración con otro gran compositor del barroco italiano, Francesco Cavalli). Es interesante también que Rossi decidiera para varios de sus roles masculinos tesituras agudas (antiguamente interpretados por castrati), lo cual a nosotros nos atrajo justamente para ciertas decisiones interpretativas a la hora de repensar la historia en tiempo presente”.
En esta adaptación, la ópera se reduce a tres personajes: las sopranos Griselda López Zalba (Orfeo), Julieta Caparotta (Eurídice) y la contralto Gloria López (Aglaonice).
- El Violetta Club viene indagando en el repertorio vocal antiguo y barroco hace años, en este caso, ¿cómo llegaron a esta ópera, por qué eligieron ésta y no otra y qué particularidades, o cambios, han hecho para adaptarla a sus condiciones musicales y escénicas?
- Gabriela: Llegamos a esta ópera porque llegó a mis manos la partitura a través de la soprano mendocina Mariana Flores (hoy radicada en Suiza). Hicimos algunos fragmentos en algún concierto, y quedé enamorada de la partitura. Luego estuve estudiando más a fondo la pieza, y encontrando por una parte mucha complejidad (en cuanto a extensión y cantidad de personajes), y a la vez, una historia simple: una historia de amor, que termina quebrándose primero por la intromisión de un tercero, y luego, por la desconfianza. En estas historias antiguas muchas veces están los grandes temas humanos: el amor, el desamor, el rechazo, y eso es lo que las convierte en “clásicas”. Fue entonces que decidí que este podría ser el nuevo proyecto escénico del Violetta Club, y convoqué a Ivana Catanese, a quien conocía por algunos de sus trabajos, y por el entrenamiento Suzuki. Pensé que esta historia podría ser tratada de nuevo y traída al momento presente con la potencia del teatro físico de ALASUR.
- Y tuvieron que hacer cambios...
- Gabriela: Sí, muchos. En primer lugar, reducir la ópera (originalmente para más de 30 personajes) a sólo los 3 personajes centrales. Hubo que recortar muchas partes y crear una nueva dramaturgia. Se agregó un narrador que hilvana la pieza y que además interactúa con las cantantes, al igual que un séquito de bacantes (que no están en la ópera original de Rossi), que también son parte esencial en la narrativa. En cuanto a la música, se tomaron muchas decisiones porque no están indicados los matices, los acordes para acompañar, qué instrumentos deben tocar, qué partes se repiten. La propuesta escénica además contempla un tratamiento minimalista de la escenografía, algunos elementos tecnológicos novedosos, un vestuario creado especialmente, y un diseño lumínico que arropará todo el conjunto.
- En relación al estilo y la historia de esta ópera, ¿qué podés contar?
- Gabriela: Esta ópera de Rossi fue estrenada en Francia, y es un representante cabal de esa época: muy extensa, con muchos personajes secundarios -que por momentos cumplen un papel humorístico-, coros, y varias danzas intercaladas (era importante en Francia la presencia del ballet dentro de la ópera). Es realmente en ese sentido una obra muy exultante del barroco medio, y a pesar de que en nuestra versión hemos limitado los cantantes a tres, intentamos transmitir ese espíritu en el que se conjugan muchos elementos. Luego del estreno la pieza se perdió y se recuperó en 1987. Han habido reposiciones, pero nunca de la obra completa. La música tiene momentos de gran intensidad armónica, muy arriesgados para la época, que logran transmitir un enorme dramatismo. También hay momentos serenos, otros festivos... nuestra versión recupera todas esas partes bellísimas.
-Hace unos diez años muchos mendocinos conocieron su trabajo por las presentaciones que hicieron de “Dido & Eneas”...
- Gabriela: Esta partitura, a diferencia de esa ópera que hicimos anteriormente, no tiene ninguna didascalia. Todas las decisiones respecto de la puesta deben ser tomadas, porque no hay nada sugerido. En ese sentido, ha sido un enorme trabajo el de Ivana Catanese.
- En ese sentido, Ivana, ¿cómo describirías la puesta que estás preparando, en términos estéticos y conceptuales?
- Ivana: Esta concepción de Orfeo pretende crear una tensión flexible entre el estilo barroco y una puesta fuera de tiempo. No remonta a una época específica, sino más bien la deja librada a la experiencia de cada espectador, dándoles libertad para que puedan llenar esos espacios dramatúrgicos. Para la creación de esta dramaturgia escénica nos hemos sumergido en la música ondulante del barroco, usando imágenes que rompan a su vez con esa ornamentación. Esto es palpable en los cuerpos de las cantantes y bailarines/actrices como así también en la escenografía y objetos de utilería. A su vez, el diseño lumínico envuelve ese universo, a veces acompañando y otras quebrando la creación de las diversas atmósferas. La escena se materializa dando cuerpo a la música ornamentada del barroco con insumos mecánicos simples condensados.
- Los directores de escena en la ópera siempre se enfrentan a la dificultad de hilvanar una acción que sufre a veces cierto “estatismo”. ¿Fue un desafío en este caso y cómo manejaste este tema?
- Ivana: Es un desafío inmenso sostener esos momentos, que llamás “estatismos”. La ópera, a diferencia del teatro más convencional, tiene una frecuencia diferente. La ópera nos invita a rever el tiempo escénico, a repensar en el ritmo escénico, a sumergirnos en la música, a vibrar en las voces y, en esta puesta, en las imágenes potentes. Lo visual en esta puesta tiene un papel impactante. Se trata de sostener la quietud, de darle cuerpo, al movimiento en la quietud.
- ¿Estás debutando como régisseur?
- Ivana: Sí, y es una gran responsabilidad que me despierta el deseo de continuar en esta búsqueda, en este aprendizaje. El término alemán Gesamtkunstwerk (“obra de arte total”) es un concepto atribuido al compositor de ópera Richard Wagner, quien lo introdujo para referirse a un tipo de arte que integra la música, la danza, la poesía, la pintura, la arquitectura y la escultura. Esta ópera es un desafío, en la cual incursioné en una forma diferente de dirigir, de observar el escenario. Los ensayos fueron en un principio por disciplina. Músicos y cantantes por un lado, bailarines/actrices y actores por otro ensayando con música pre grabada. Luego cantantes con bailarines/actrices y actores. Las cantantes incursionando en nuevas formas de representación, nuevas formas de caminar. Las diseñadoras estuvieron presentes acompañando el proceso de creación. Tuvimos que aprender a comunicarnos desde la escucha total, ya que las disciplinas integrantes del proyecto también manejan distintos lenguajes, y articularnos para crear este engranaje que se llama “Orfeo”.
- El mito de Orfeo y Eurídice ha inspirado tantísimo al arte en tantas ocasiones, y de hecho es muy recordada la puesta de Stefano Poda aquí mismo con la ópera de Gluck (2001). ¿Por qué creen que se vuelve una y otra vez a este mito y cómo se lo puede leer hoy?
- Gabriela: Es verdad, volvemos una y otra vez a esta historia. Hace unos meses realizamos un audiovisual -que está disponible en YouTube- donde justamente trabajamos con la pieza que da inicio a esta ópera. En ese momento trabajamos con María Godoy y Alejandro Alonso, y ya estaba en germen la realización de este proyecto junto a Ivana y ALASUR. Se vuelve porque la historia nos vuelve a interpelar. Se trata de un amor que se quiebra primero fatalmente por la intromisión de un tercero, y luego, cuando parece que va a recuperarse, por la desconfianza, la desesperación, o quizá la impaciencia. Es interesante para mí encontrar esos nudos y ponerlos en foco, porque son las cosas que nos pasan una y otra vez en nuestros vínculos. Y porque trata de esto, de emociones que nos atraviesan a todxs, este tema y esta ópera no requiere de saberes previos, respecto de la ópera ni del barroco. Requiere simplemente dejarse interpelar. Pienso que la lectura que se puede dar hoy es crítica. Los mitos, o los cuentos, cumplen a veces un rol moralizante y explicativo del mundo. Si haces tal cosa, se te castigará o premiará de tal modo. Y en los mitos griegos, los castigos son siempre brutales. Hoy, de algún modo, seguimos siendo brutales ante ciertas cosas. El rechazo, la no aceptación -lo vemos día a día con los femicidios, por ejemplo-, se castiga de forma brutal. Pienso que una ópera como ésta puede hacernos pensar en cuánto nos falta reflexionar aún sobre nuestra forma de vincularnos.
-Ivana: No tuve la oportunidad de ver esa puesta, pero conozco el trabajo de Stefano Poda. Es de gran inspiración.
En la reescritura de Orfeo nos llamó la atención una frase que Aristeo, Aglaonice en nuestra versión, dice: “…perdona esta humilde violencia” y esa fue la punta del ovillo para la creación de una dramaturgia que cuestiona la violencia. En la ópera original de Rossi, Euridice muere mordida por una serpiente, lo cual le quita responsabilidad al ejecutor, en esta versión visibilizamos esta violencia invisible. Incorporamos una voz más grave con la presencia de un narrador, para poder hilvanar la adaptación y ayudar a concretar el concepto de “repetirnos”. Lo resaltamos en la escena del Hades, en la acción fatal de Orfeo de girar a mirar a Eurídice, no cumpliendo la única condición que le pidió Plutón. Este tema nos invita a debatir y despertar discusiones filosóficas y espirituales. ¿Por qué nos repetimos en acciones que heredamos?
La ficha
“Orfeo”
versión libre de la ópera de Luigi Rossi
Fecha: Hoy y mañana, a las 21.30.
Lugar: Teatro Independencia (Chile y Espejo, Ciudad)
Entrada: Entradaweb.com.ar (anticipadas $500)
Dramaturgia y dirección escénica: Ivana Catanese
Dirección musical: Gabriela Guembe
Orfeo: Griselda López Zalba
Eurídice: Julieta Caparotta
Aglaonice: Gloria López
Narrador: Marcelo Díaz
Bacantes: Constanza Lucero, Alicia Gabrielli, Facundo Pennesi, Giuliana Mattiazzo
Violetta Club:
Sebastián Alcaraz, violín I
Alejandro Fiore, violín II
Gabriela Guembe, viola da gamba
José Luis Di Marco, violoncello
Enzo Rossi, contrabajo
Daniel Ganum, archilaúd
Mario Masera, órgano y flautas
Gustavo Richter, clave
Carla Abraham, percusión