En estos días se estrenó por Netflix otro de los tanques con los que quiere marcar distancia de sus competidoras: “Penguin Bloom”, traducida al español como “Un milagro inesperado”.
La película tiene como protagonista a una estrella de Hollywood, una hermosa rubia, buena actriz y garantía de éxito de taquilla para todo realizador que piense en ella para un papel: Naomi Watts.
El estreno viene retrasado, como todos, por la pandemia y como tenía fecha de 2020 no pudo pasar como hubiera querido por las salas. Así las cosas, Netflix se presentó como la mejor opción para que el filme tenga su recorrido. Pero, además, le sirve a la plataforma para engrosar las filas de estrellas con que planea instalarse en la idea colectiva de sus audiencias: ya están allí otras jugosas maravillas como Glenn Close, Amy Adams, Jennifer Aniston, entre más.
“Penguin Bloom” parece haber logrado su cometido pues se posiciona esta semana como cuarta en el ranking de los filmes más vistos de la plataforma. Sin embargo: ¿es garantía esto de buen cine? ¿Alcanza con Watts? Su co-protagonista es Andrew Lincoln, el policía Rick Grames de “The walking dead” que muchos más logros no ha tenido en el cine. Y la verdad es que la respuesta es “no”.
Es que por muy masiva que pinte la cosa, con ranking incluido, hace falta bastante más que una estrella como Naomi para que una película merezca el aplauso que la coloque en la lista de esos films inolvidables, sólidos. Esos que quedan en la memoria y nos enriquecen.
“Penguin Bloom” es apenas una corrección política, repleta de buenas intenciones y lugares comunes en el guión, que cuenta la historia verídica de Sam Bloom, una mujer súper deportista y amante de la vida silvestre, felizmente casada y con tres hijitos hermosos que, por un accidente que sufre en Tailandia experimentará un cambio de vida completo. Será un pájaro que cae por casualidad en la casa el que ayudará a que Sam encuentre el camino de la sanación.
Ya la trama de este filme australiano, dirigido por Glendyn Ivin, es un completo cliché; y su planteo formal, narrativo y estético no encuentran el modo de zafar de él. Solo la solidez interpretativa de Naomi Watts permite que la película no naufrague en un océano de apuntes anecdóticos y sin sustancia.
¡Cómo me gusta Tailandia!
No es la primera vez que Naomi participa en un filme donde la catástrofe tiene epicentro en las paradisíacas playas tailandesas. De hecho, te hemos recomendado esta anterior película que es “Lo imposible”, dirigida por el eficaz J.A. Bayona.
En esta película la suerte de la actriz como intérprete tiene mucho más base sólida en la que posarse: su coestrella es nada menos que Ewan McGregor. Pero, además, el realizador español no es dado a las formulitas de cliché.
Así, “Lo imposible” (2012, también en Netflix) se vuelve un drama oscuro, impactante. Un shock.
La historia es la de una familia que en 2004 va de vacaciones a Tailandia y son víctimas de uno de los tsunamis más tremendos que han azotado a esa isla japonesa. Lo interesante del caso real es que sobrevivieron para contarlo.
Y Bayona, Watts y McGregor le dan una altura tal al drama y la inminencia de la muerte -con su contracara vital- que la película le regaló merecidas nominaciones a Naomi a Mejor Actriz en los Oscar y los Globos de Oro; entre otras importantes distinciones.
Bien valía la pena comparar estas películas para entender que el cine, por sí solo y como lenguaje, con un casting de lujo, no basta para narrar una buena historia. Hace falta el “cómo contar” que involucra el guión, la banda sonora y la poética del montaje.