El herpes zóster, popularmente llamado culebrilla, es una infección viral que afecta a los nervios y la piel. Esta afección es causada por el mismo virus responsable de la varicela. El herpes zoster se produce cuando el virus se reactiva después de una infección previa de varicela, que puede haber ocurrido años antes.
La causa es el virus varicela-zóster que permanece latente en el cuerpo después de una infección de varicela inicial. Cuando se reactiva, generalmente debido a un debilitamiento del sistema inmunológico relacionado con la edad, el estrés, enfermedades o medicamentos, puede causar el herpes zóster.
¿Cuáles son los síntomas?
El herpes zóster suele comenzar con dolor o sensación de ardor en una región específica de la piel. Luego, aparecen erupciones cutáneas dolorosas que se desarrollan en forma de vesículas o ampollas, generalmente a lo largo de un lado del cuerpo o la cara y el dolor puede ser intenso y persistente.
A menudo afecta un área del cuerpo que está inervada por un solo nervio, lo que le da un patrón característico que se parece a una franja o culebrilla, de ahí el nombre popular.
A diferencia del virus de la varicela, el herpes zóster no es altamente contagioso. Sin embargo, puede transmitirse a personas que no hayan tenido varicela.
¿Cómo se trata?
El tratamiento del herpes zóster generalmente implica antivirales para acortar la duración de los síntomas y analgésicos para aliviar el dolor. En algunos casos, se pueden requerir tratamientos para el dolor persistente (neuralgia postherpética).
La neuralgia postherpética es una complicación del herpe zoster e implica un dolor persistente en el sitio afectado que puede durar meses o años después de la erupción. Otras complicaciones pueden incluir infecciones secundarias de las ampollas y afectación ocular en el caso de que las ampollas se formen en el área del ojo.
La vacuna contra el herpes zóster (Shingrix) está disponible y es eficaz para reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad y sus complicaciones, especialmente en personas mayores. Se recomienda la vacuna en adultos mayores a 50 años y en personas de riesgo.
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