El término “red flag” (bandera roja) comenzó a ser usado en redes sociales, a instancias de varios psicólogos, sobre todo de España, que realizan videos semanales advirtiendo acerca de conductas que indican probabilidad de estar frente a una persona eventualmente violenta o, al menos, una posible relación tóxica. La proliferación del término se dio a partir de los comentarios y devoluciones que iban recibiendo los especialistas en el tema, y que daban cuenta de una verdadera pandemia de casos -sobre todo de mujeres- que vivían a diario situaciones como las descriptas por el profesional, pero que les resultaba difícil poner en palabras o lograr que otros las notaran.
En las relaciones sentimentales, las red flags pueden indicar que la persona probablemente no se encuentra en una relación sana y seguir adelante sería peligroso. En algunas ocasiones esas banderas pueden ser menos extremas que otras, pero siempre se debe tener en cuenta las señales de alerta. Por otro lado, una red flag también puede ser una alerta de comportamientos machistas, racistas, homófobos y todo lo que ya no tiene mucho sentido en pleno siglo XXI.
Cómo identificar una red flag
Como la lista de conductas que hoy se consideran violentas se va incrementando a medida que la sociedad va tomando consciencia de ellas, es probable que nos cueste identificarlas claramente, sobre todo si hemos crecido en un ambiente donde se naturalizaban este tipo de acciones. Y no hace falta haber pasado por eventos traumáticos durante la infancia, para naturalizar comportamientos disfuncionales.
Puesto aquí en palabras, es difícil abarcar la totalidad de situaciones de microviolencia cotidianas. Por eso, prestar atención, buscar información y consultar con especialistas es vital. Muchos psicólogos comenzaron a hacer videos en Youtube explicando cómo es y cómo identificar las conductas violentas invisibles bajo la denominación de “banderas rojas”.
Una de las muestras más claras es la desconfianza sin motivos: Si la pareja comienza a tener celos de los amigos, compañeros de trabajo y hasta de integrantes de tu familia, poniendo en tela de juicio la integridad moral y fidelidad de la persona, no hay dudas de que se trata de una gran bandera roja. Y en ese tenor, casi todo lo demás.
La especialista en activismo feminista juvenil del Centro de Investigaciones sobre Estudios de Género (CIEG) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Danila Villegas Mercado, se refirió en una conferencia, brindada al Centro de Humanidades, a diversos mitos vigentes del amor romántico, que consideró “pueden devenir en violencia y ser letales, hasta llegar al feminicidio”. En este sentido consideró que “hay que dejar claro que no hay un solo amor en la vida. No hay parejas ideales; es uno de los grandes mitos románticos que hay que tirar. Es imposible ser felices para siempre” y agregó “En esta lógica, el día a día es abrumador, lo que sí puede haber es un buen diálogo; pero si tampoco se puede dar, hay que aprender a soltar de la manera más sana”.
Algunos otros mitos son las parejas fantásticas, la “media naranja”, bajo el argumento de que “el amor es ciego” o que “el amor verdadero lo puede todo”, elementos que no son positivos; sin embargo, como se han normalizado socialmente son las puertas ideales a la “exclusividad, a la sumisión, la posesión y la explotación emocional”. Todo eso justifica el sacrificio, es decir, dejar a un lado mis necesidades, bajo el pensamiento erróneo de que “el amor todo lo puede”, y bajo estos mitos, se coartan las libertades.
Pequeños indicios
El chantaje emocional, la mentira, la ley del hielo, los celos, culpabilizar, intimidar y controlar a la pareja son actitudes consecuentes que inician con pequeñas acciones, a veces, imperceptibles. Un “chiste” un poquito fuera de lugar, una palabra de más -que por lo general viene acompañada de una disculpa que suena falsa-, una intimidad contada “sin querer” delante de otras personas (porque estas acciones siempre ocurren delante de otros que no pueden identificar lo que pasa) o un sutil coqueteo con alguien más, son señas inequívocas de un camino plagado de banderas rojas.
Por este motivo, “no tenemos por qué esperar a que haya una agresión física para una red flag; desde que aparecen las bromas hirientes, se socava la autoestima de la persona”, aclaró Villegas Mercado. Entonces es cuando comienza un proceso de mayor vulnerabilidad, porque la persona que recibe esas conductas de su pareja empieza a dudar de sí misma y se aleja de su círculo de amigos, familiares y pierde confianza.
Para empezar, y con total honestidad hacia sí misma, la persona debe hacer un repaso de cómo es el vínculo que tiene con su pareja. En el caso de quienes recién se están conociendo, cuesta más identificar las red flags, pero pequeños indicios como, por ejemplo, si habla mal de sus ex parejas, si se burla de sus amigos o habla mal de ellos en su ausencia, o si empieza a cuestionar los minutos que de demora en tu respuesta a un mensaje, son otros indicios claros de que por ahí no es.
Quienes tienen una relación más estable empiezan a notar que deben renunciar a su esencia, que dejaron muchos de sus pasatiempos, intereses y aficiones para amoldarse a los gustos de la otra persona. Por lo general, quien lo hace piensa que es por el bien de la pareja, o porque -cree- que quiere hacerlo. Sin embargo hay motivos ocultos, coerciones invisibles que llevan a tomar esas decisiones, bajo la falsa ilusión de que “es una decisión propia”. En casos extremos, la personas hasta modifica sus ideales y valores que son importantes, para encajar con el otro.
Otra cuestión importante es el aislamiento social. Se deja de frecuentar a amigos y familiares, la vida se reduce, cada vez más, a la pareja. Y una vez más, la persona siente que lo hace por voluntad propia, pero es probable que se deba a una manipulación sutil. En realidad, el aislamiento se produce para evitar malas caras, planteos, discusiones o indiferencia de la pareja que surgen cuando deciden socializar.
Como consecuencia la persona comienza a sentirse sola, triste, invalidada e insatisfecha. Pero para colmo de males, muchas veces ni siquiera puede identificar ese malestar claramente y lo atribuye al estrés, con lo cual se refuerza el aislamiento. Lo que suele ocurrir en estas situaciones es que ante el comentario con la pareja en relación a lo que siente, el otro invalida las emociones de la persona bajo comentarios tipo “qué exagerada”, “nada que ver”, “estas viendo cosas que no son”, “te quejás por todo, nada te alcanza”, “Estás loca” y otras lindezas.
Un claro indicio -y más que indicio, una traición a sí mismos- es cuando la persona comienza a mentirle a los demás respecto a la relación de pareja. Los allegados que conocen profundamente a la persona y, por eso mismo, no dudan en decir que algo no está bien, reciben como respuesta excusas para justificar el comportamiento de la pareja. Frases como “está cansado” , “no se siente bien”, “tiene problemas” o cualquier otra no hacen más que tapar con un dedo el gran cúmulo de situaciones que a veces quedan en evidencia para el entorno cercano.
El futuro se convierte en una ilusión que no se concreta nunca, y cada vez está más lejos. Crear una vida en común debe generar ilusión y tranquilidad, debe hacernos sentir que estamos en el lugar correcto. Si vemos el futuro como una lucha o una renuncia constante, es evidente que algo no está bien.
Las personas que se encuentran en esta situación, por lo general se caracterizan por su gran nivel de empatía y confianza en que pueden solucionar las cosas, por eso, cuando detectan estas anormalidades piensan que no es tan grave (porque además la violencia es creciente y no se percibe como un peligro en las primeras etapas de la relación) y que se puede solucionar porque “el amor todo lo puede”. Así, siguen adelante hasta que la situación es insostenible.
Sin embargo, cuando se trata de aspectos innegociables, la mejor decisión es abandonar la relación. No es tan sencillo salir, por muchos motivos entre los que se encuentran, la tristeza por el fracaso, el miedo a la soledad y la renuncia a los sueños de un futuro juntos. Aún así, en la medida de lo posible, debemos identificar las banderas rojas a tiempo por los siguientes motivos:
-Es mucho más útil y menos dañino escoger personas que desde un inicio sean compatibles con nosotros que tratar de cambiarlas más adelante. Si no identificamos a tiempo las red flags o las ignoramos, es probable que los conflictos y las discusiones sean una constante en el día a día de la pareja y se generen, así, dinámicas negativas que pueden ir escalando.
-La insatisfacción, la infelicidad y la frustración están casi aseguradas. Convivir y compartir nuestra vida con una persona irrespetuosa, manipuladora o, simplemente, muy diferente a nosotros llenará nuestro día a día de sufrimiento y amargura, y el desgaste emocional que padeceremos será importante.
-A la larga, nos veremos obligados a abandonar la relación para salvaguardar nuestra integridad y felicidad. Sin embargo, este paso será mucho más difícil de dar tras años de convivir, construir y compartir, especialmente si hay hijos involucrados. Por tanto, es preferible reconocer y aceptar desde un inicio que es preferible no embarcarnos en este proyecto.
-Las relaciones insatisfactorias o dolorosas pueden crear heridas psicológicas y emocionales que serán difíciles de curar. El maltrato, la infidelidad continuada o, incluso, la indiferencia pueden causar graves daños en la autoestima que no solo nos limitarán de cara a relaciones futuras, sino que requerirán de nosotros un trabajo personal para sanar.