La demasiado pronta partida de Raffaella Carrà, que con 78 años falleció ayer tras una larga enfermedad, dejó atónito al mundo entero y huérfanos no solo a los italianos, sino también a los fanáticos de su melena platinada e impecable, su sonrisa de nena, su sensualidad, inteligencia y sencillez. Provocadora desde el comienzo, marcó la huella de millones de mujeres que veían con asombro -en la década del ’70- cómo esta italiana “loca” se contorneaba en la pantallas de los televisores, mostrando el ombligo y bailando con un séquito de hombres a medio vestir a sus pies.
Su último tuit había sido el día de su cumpleaños, el 18 de junio: “¡Gracias a todos! Me han colmado de buenos deseos, su cariño me conmueve, los abrazo y les deseo un verano con vuelta a la normalidad”. La pandemia la mantenía recluida pregonando “respeto” a los protocolos vigentes, y esperando volver pronto a la televisión, de la que dijo retirarse a los 73 años pero volvió al poco tiempo con un programa de entrevistas.
“Tengo que confirmar con mucho dolor que es así, estoy devastado”, confirmó su amigo y cantante Franco Simone a las agencias de prensa italianas.
La gran estrella llevaba enferma una larga temporada, pero se desconocía esta circunstancia, por lo que la noticia causó aún un impacto mayor. En el comunicado que difundió a la prensa, Sergio Japino, su antigua pareja, destalló como fueron los últimos días de Raffaella Carrà: “Desde hace algún tiempo, la enfermedad atacaba su cuerpo, tan diminuto pero tan lleno de energía desbordante”. Japino habló de la entereza de la artista y resaltó que tenía “una fuerza imparable, que la impuso en la cima del sistema estelar mundial, y una voluntad de hierro que nunca la abandonó hasta el final”.
“Nada es eterno… excepto la Carrà”, solía decirse en Italia. En parte por eso y por el hermetismo de su entorno acerca de la enfermedad que padecía, nadie esperaba la noticia del fallecimiento. Hasta hace poco había estado grabando un nuevo programa de entrevistas que seguía la estela de aquellos grandes hits que cambiaron la televisión. Con algunos de ellos, como Carràmba! Che sorpresa!, Canzonissima, Pronto... Raffaella?, transformó la manera de construir el relato televisivo de una época encorsetada y algo pacata y alcanzó audiencias de hasta diez millones de espectadores que le confirieron el poder para seguir diciendo lo que le daba la gana siempre. “¿Puedo todavía ofrecer algo a mi público?”, se preguntó antes de volver a colocarse frente a las cámaras.
Raffaella muchas veces dijo que no creía en el matrimonio, pero sí tuvo dos grandes amores. Primero fue Gianni Boncompagni con quien vivió en pareja por varios años y con el que compartió algunos de sus trabajos, ya que él fue autor de algunas de sus canciones y director de Pronto, Raffaella?, además de guionista en algunos otros de sus shows televisivos. Su otro gran amor es Sergio Japino, quien ha sido su coreógrafo. Con ninguno de los dos tuvo descendencia: “Me hubiera gustado tener un hijo, pero cuando lo intenté ya era tarde. El médico me dijo que no podía”, comentó en una entrevista con el diario español El País.
Una fuerza imparable
Además de cantante, fue compositora, bailarina, coreógrafa, presentadora de televisión y actriz italiana. La multifacética artista nació el 18 de junio de 1943, en plena II Guerra Mundial. Hija de padres separados fue criada por su madre y su abuela, y desde chica expresó sus deseos artísticos. Presentó diversos programas, la mayor parte en la cadena italiana RAI y en la española TVE, y realizó especiales en Argentina, Chile, México y Perú.
Raffaella Carrà empezó su carrera profesional a la edad de nueve años, tras ser elegida para un pequeño papel en la película Tormento del passato. Trabajó en Hollywood en la década de 1960, pero retomó pronto su carrera en Europa, tanto en el cine como en la televisión.
Los estudios de ballet clásico fueron la base de su pasión, pero no siguió avanzando ya que su primera profesora le sugirió que nunca iba a llegar a nada con esos tobillos tan finos que tenía. Y no, no era clásica, la pequeña italiana siempre fue moderna. Alejada del ballet, y apoyada por su madre incursionó en el teatro y tuvo sus primeros papeles. De adolescente, todavía morena -ya llegaría la melena dorada que la hizo famosa- siguió haciendo algunas comedias en teatro hasta que decidió que su destino estaba en América.
Ya en sus años 20, la italiana quiso imitar a otras estrellas de la época y ser ella también una destacada figura del espectáculo. Sofía Loren era su ejemplo a seguir, por lo que decidió viajar a Hollywood para probar suerte. Una vez instalada en Los Ángeles, Raffaella consiguió su primer protagónico en El coronel Von Ryanal, junto a Frank Sinatra.
En más de una ocasión la artista comentó que el astro había intentado seducirla, y que a ella no le disgustaba, pero que sí sentía desagrado por el entorno de él. Al poco tiempo, Sinatra se casó con Mia Farrow (duraron un par de años) y con el tiempo se empezó a hablar de sus contactos con la mafia. Seguramente aquel “entorno” del que sospechó Raffaella. Tal vez por este motivo y porque sintió que el ambiente de Hollywood no le sentaba bien decidió volver a Italia. “Ni bebo ni me drogo, por eso Hollywood no era para mí” dijo hace unos meses atrás en una entrevista a El País de España.
Fue entonces cuando decidió enfocarse en la pantalla chica donde se consagraría para siempre con su look de melena rubia corta que fue su marca registrada.
En la actualidad, su relación con la televisión italiana se mantenía, pero con ciertos reparos: había anunciado su retiro a los 73 años, pero decidió el regreso con cierta sensación de “no pertenecer” a un mundo que pondera la juventud y descarta a las mujeres mayores. “Hoy en día es raro encontrar personas que te cuiden. Se usa a alguien porque es hermoso y tiene 20 años, pero dentro de tres años será reemplazado por otro. Es un juego cruel”, dijo en una oportunidad a un medio español.
El año pasado, en un artículo publicado en el periódico británico The Guardian, se analizó el fenómeno Raffaella, como un huracán musical que arrasó en Europa como ningún otro. “Técnicamente hablando, Italia tenía cantantes vocalmente más fuertes como Mina, una virtuosa mezzosoprano y Milva, con su melena pelirroja y sus tendencias políticas, Patty Pravo, una contralto andrógina y Giuni Russo que sublimó la técnica operística en pop. Pero Carrà las ha superado a todas”, explicaba la nota y desarrollaba una teoría relacionada directamente con la televisión en las casas de familia, con la llegada al ama de casa que quería divertirse un rato, con los chicos que querían imitarla, con esa bocanada de aire fresco que siempre han sido sus shows.
Explota expló, la bomba italiana
Raffaella era insoslayable, su figura, sus movimientos y su ropa causaban revuelo. Nunca pasó inadvertida y fue una locura cuando apareció cantando el tema de apertura de Canzonissima, un programa de variedades musicales para toda la familia que era transmitido por la RAI (desde 1958 a 1974). Causó sensación con su voz y con su ombligo al aire, una transgresión total para la época… Un verdadero escándalo, pero mientras en el Vaticano se horrorizaban, en España se desesperaban por tenerla en pantalla. Después de la dictadura franquista, Carrà desembarcó en Madrid con su programa La Hora de Raffaella que estuvo al aire entre 1975 y 1976.
En 1978 se atrevió a hablar sin prejuicios de sexo en el programa Ma Che Sera (Oh, qué noche), con una canción canción de letra transgresora: “Ma girando questa terra io mi sono convinta che non c’è odio non c’è guerra quando a letto l’amore c’è”, algo así como “Al viajar por este mundo, me convencí de que no hay guerra ni odio cuando las cosas están calientes en el dormitorio”.
En 1983 llegó su gran hito televisivo, Pronto, Raffaella?, que llamó la atención sobre todo porque iba al mediodía, cuando hasta ese momento la programación de los canales de TV comenzaba recién por la tarde. Concursos telefónicos, sorteos, premios, el programa fue la base de tantos otros que vendrían después.
En Argentina, Susana Giménez, otra actriz igual de platinada, se inspiraría en el formato de la italiana y lanzaría en 1987 su también clásico Hola Susana, el homónimo de Pronto, Raffaella. “Cuando Ovidio García pidió permiso, le dije, ¿pero quién lo va a hacer? ¿Susana? ¡Perfecto! Y ella lo hizo maravillosamente bien”, despejó con dulzura cualquier tipo de rivalidad mediática mientras que aquí la diva argentina la homenajea siempre que puede.
Rockera de alma
Raffaella se jactaba de ser de algún modo “rockera sin título”, no por su música, sino por su “modo de vida rupturista”, tal vez porque es contemporánea de Mick Jagger, George Harrison y Roger Waters (los cuatro nacieron en 1943). Siempre se distinguió por ser una mujer a contramano de lo que los estereotipos esperaban de ella. Alguna vez adelantó su epitafio: “Aquí yace la mujer que hizo bandera de la libertad del cuerpo, la que disfrutó de la liberación sexual feminista en tiempos en que sus arqueos de cuerpo eran denunciados”.
Sin embargo, una vez aceptado el hecho de que era una “distinta” se le exigió seguir siéndolo siempre. En los últimos tiempos, cansada de tener que seguir cumpliendo con el rol de mujer sensual en la pantalla, dijo: “Tengo una edad y todos se esperan que cante y baile, pero ya no tengo ganas de hacerlo. He trabajado toda la vida, he tenido satisfacciones más grandes de las que nunca hubiera esperado y momentos de televisión extraordinarios. No es que sienta la necesidad de volver a la televisión, está bien también sin mí”.
En los últimos tiempos, seguía dando entrevistas telefónicas desde su casa en Roma, donde se recluyó al inicio de la cuarentena. “Estoy un poco revuelta y tengo miedo, como es normal. Esta pandemia es muy testaruda”, dijo en una entrevista a El País de España.
Amor mutuo con la comunidad LGTBI
Fue un icono gay mucho antes de Madonna, aunque recién recibió el Premio World Pride en 2017. La comunidad LGTBI siempre vio en ella a una musa de la libertad y de la defensa de los derechos por la unión civil, en una época en la que ponerse en ese lugar no era tan fácil.
“Moriré sin saberlo” decía divertida en una entrevista a Il Corriere della Sera, hace unos años. “En mi tumba dejaré escrito: ‘¿Por qué he gustado tanto a los homosexuales?’”. El tema Lucas, que lanzó en 1978, acabó convirtiéndose en un símbolo de amor no correspondido y de una relación homosexual: “Él era un chico de cabellos de oro. Yo le quería casi con locura. Le fui tan fiel como a nadie he sido. Y jamás supe qué le ha sucedido. Porque una tarde desde mi ventana. Le vi abrazado a un desconocido. No sé quién era, tal vez un viejo amigo…”, dice la letra de la canción que, sin dudas, estuvo muy adelantada a su época.
El mensaje de Raffaella nunca tuvo límites: la libertad, la homosexualidad y el amor libre formaron parte de su repertorio alegre y bailable. En la misma entrevista con el diario español, la artista no dudó en declarar: “Libertad es la palabra para poder vivir. Por ejemplo, me alegra especialmente que en Italia se haya aprobado la ley civil de las uniones de los homosexuales. Estoy muy involucrada con este tema porque tiene que ver con la libertad de los individuos”.
Aguerrida, irreverente y gentil
Raffaella era una trabajadora incansable y, en algún punto, sentía el remordimiento de “vivir bien gracias al trabajo”, situación que no era igual para los trabajadores y empleados comunes, con quienes sentía una gran afinidad. No hubo un solo mes de los últimos 30 años en el que estuviera embarcada en algún proyecto. Cuando no se encontraba en un estudio de televisión o de grabación (25 álbumes de estudio y más de 60 millones de discos vendidos), seguía trabajando laboriosamente en una oficina del barrio de Flaminio en Roma. Subía a pie las escaleras que conducían al primer piso de un angosto apartamento donde colgaba discos de oro y platino, fotos de estrellas y dedicatorias.
Cuando recibía visitas (antes de la pandemia) Gianluca, su embajador ante el mundo era quien recibía al invitado y lo conducía hasta la gran diva. Se abría la puerta y aparecía ella, impecable con su media melena platino y con alguno de sus cigarrillos Murat (fumaba 16 al día).
El aislamiento obligatorio la llevó a posponer su regreso a A Raccontare comincia tu, el programa de la televisión pública italiana, la RAI, donde la diva entrevistaba a personajes del mundo de la cultura, el espectáculo o el deporte. “Si me tengo que sentar a dos metros de mi entrevistado y no puedo tocarlo o abrazarlo, se pierde parte de la esencia. Y hay que cumplir las normas”, aseguraba ante la consulta de su regreso. “Ahora están diciendo que hay que tener sexo con distancia, ¿Cómo le explicas eso a los jóvenes? ¡Que me lo expliquen a mí!”, bromeaba apenas unos meses antes de su partida.
En relación a los años de fama por su irreverente actitud, contó en una entrevista en El Mundo, de España: “No solo era mostrar mi cuerpo, era hacer entender que el cuerpo de una mujer siempre está unido a su cabeza. La sensualidad no está reñida con la inteligencia, la simpatía, la ironía…”. Celebraba que el feminismo se haya instalado por fin en la sociedad: “Se hace bien en descubrir estos velos tupidos. Es importante, y no siempre pasa, que valoren tu talento y que no digan de ti que has hecho algo por acostarte con o ser novia de”, decía.
Hace sólo unos meses se estrenaba la película Explota, explota, un musical lleno de versiones de la cantante y de golpes de melenas rubias que se agitaban como la suya. O casi. “Cada artista tiene su firma. Y ésa es la mía. No se puede aprender a ser Lola Flores y tampoco a ser Raffaella Carrà”, presumía en la misma entrevista a finales del año pasado.
“Nunca he esperado tanto como me ha dado la vida. Todo lo que he vivido ha sido una sorpresa constante. He trabajado muchísimo, pero la satisfacción ha sido enorme. Impensada. En italiano hay incluso una palabra nueva gracias a mí: Carrambata, que es lo que se dice cuando alguien da una sorpresa a alguien”, explicó en aquella entrevista, en octubre del 2020.
Como cantante y bailarina sus canciones más importantes son: Male, Rumore, En el amor todo es empezar y Caliente caliente, canciones que fueron muy populares en toda Europa. A comienzos de enero de 1993 se puso a la venta en España su libro Las recetas de Raffaella, con más de 200 recetas y un régimen con el que perdió varios kilos durante los Mundiales de Fútbol de Italia de 1990.
Películas que hizo e inspiró
En 1965 rodó en España la película El caballero de la rosa roja y en 1968 volvió a para intervenir en Comando del infierno, película que hacía la número 17 en su carrera cinematográfica.
Entre la filmografía de Raffaella Carrá se encuentra: La lunga notte del 43, Ulisse contro Ercole, I compagni, Il terrorista, El expreso de Von Ryan, La Celestina, Déjame con amor, Nosotras las invencibles, entre otras.
En la película “Xenia” del director Panos H. Koutras la canción de Raffaella Carrá “Rumore” es bailada por los dos protagonistas, los hermanos interpretados por Kostas Nikouli y Nikos Gelia, es una escena fundamental en la película. Es una coproducción griega, francesa y belga de 2014.
Entre noviembre de 2019 y enero de 2020 se realizó el rodaje de la comedia musical de coproducción hispanoitaliana Explota, explota, protagonizada por Ingrid García-Jonsson, con Verónica Echegui, Fernando Guallar, Pedro Casablanc, Fernando Tejero y Natalia Millán; que narra la historia de María, una chica que deja a su novio en el altar y emprende un viaje de autodescubrimiento por Madrid. La película está dirigida por Nacho Álvarez y se estrenó en 2020.