“Paisaje”, ciertamente, es la mejor palabra para representar esta gira, en donde se llevó la identidad mendocina a distintos lugares del sur de España. Encontrando coincidencias, diálogos entre tradiciones y mismos sentires el dúo avanzó y el jueves pasado, en lo que fue el vigésimo concierto, terminó entre aplausos.
Hablamos, claro, del viaje que el cantautor Roberto Mercado y el periodista, escritor y relator Miguel García Urbani hicieron durante noviembre por Andalucía, Huelva, Córdoba, Granada y Alicante. En un espectáculo sui generis que fue muy bien recibido, según nos cuentan. El primero aportó las canciones de “Menduzco”, disco tramado en pandemia y lanzado poco antes de partir; y Miguel el recitado de textos de “Alto del olvido” y una nueva edición ampliada de “Plateados por la luna. Textos para el reencuentro de Carlos Gardel y Federico García Lorca”, recién publicados en España por Editorial Golondrina.
“La propuesta ha sido fundamentalmente un diálogo entre nosotros, en donde nos contamos de qué trata cada obra”, explica Roberto. “Ahí nos explayábamos un poco sobre algún texto o alguna de las canciones de ‘Menduzco’, recitándolas y cantándolas. Ese formato, que pareció novedoso acá, gustó muchísimo”, cuenta Roberto en la víspera de su regreso al país, que será mañana.
“Hace un par de años que, como todo el mundo, tenía suspendidas mis actividades en España”, agrega Miguel. “Estamos muy contentos, más allá de que nos encontramos con algunas restricciones, pero con muchísima naturalidad de la gente en cuanto a la recepción de lo que llevamos. Roberto es un magnífico intérprete y llega a la gente de una manera muy intensa. Y yo ya en mi séptima gira en este plan de presentar mis libros y hacer lecturas junto a músicos”.
“Alto del olvido” tiene poesías, prosa poética y relatos cortos, con dibujos de Luis Scafati y fotografías de Carlos Púrpura; mientras que “Plateados por la luna” incluye en esta edición ampliada la investigación que García Urbani hizo en relación a la estadía de García Lorca en Buenos Aires entre 1933 y 1934, como así también la recepción que tuvo su asesinato entre los poetas argentinos de entonces, como Oliverio Girondo, Juan L. Ortiz y Raúl González Tuñón. Además, incluye ilustraciones de Scafati y Oscar Reina.
“Tanto ‘Alto del olvido’ como ‘Menduzco’ tienen un contenido absolutamente mendocino”, apunta Roberto, “por lo tanto eso hizo que tuviese una carga de territorio encima, si cabe el término, de mucha identidad, de mucho pintar el paisaje, de pintar nuestra aldea en otros lugares. Fue recibido de la mejor manera porque inclusive cuando hacía falta aclarar alguna palabra, esas palabras tan propias de los pueblos, se hacía interesante la conversación. En más de una oportunidad hubo dentro del espectáculo un ida y vuelta con la gente”, explica.
-¿Cómo fue ese ida y vuelta?
- Como “Menduzco” tiene un glosario, y también lo tiene el libro de Miguel, íbamos pintando nuestra aldea en distintos lugares. Después fuimos descubriendo, con el movimiento mismo del espectáculo, que hay muchas cosas que son similares. Obviamente, herencias, muchas de ellas recibidas de las distintas corrientes inmigratorias que tuvo nuestro país. La de España fue una de las más fuertes. Entonces, inmediatamente hubo un reflejo.
Hubo, claro, momentos especialmente que los marcaron: “Sin duda que uno de los picos más altos de emoción de la gira, aunque es muy difícil establecer una especie de podio o tabla de posiciones, fue cuando estuvimos en Granada, en tierras de García Lorca. Estuvimos en Valderrubio, en una de las casas donde vivió. En ese lugar se ha puesto un museo, la casa se puede recorrer y en el mismo lugar, un espacio donde se protegían los animales de labranza, las herramientas e inclusive las pasturas ha sido reciclado y se ha hecho un teatro bellísimo, el teatro Federico García Lorca. Es ahí donde presentamos el espectáculo. Una emoción tremenda. Además, pegada a esa casa está la de Bernarda Alba, quien en realidad era Francisca Alba. La pudimos recorrer con una emoción impresionante, porque está ahí gran parte de la pluma de Federico”, recuerda.
El viaje los llevó también a Fuente Vaquero, en donde nació. “Y ahí fuimos invitados por el Centro de Estudios Lorquianos, donde también brindamos un concierto. Ahí encontramos sin duda una de las enormes similitudes de nuestra tierra con Granada, sobre todo con lo que es la Vega de Granada, que es como las zonas rurales nuestras, con chacras y fincas. Compartimos inclusive con otros poetas del lugar y hablábamos casi el mismo idioma. Se puso hincapié en los textos, en los poemas que Federico le dedicaba a la Vega. Fue una emoción increíble porque le cantábamos a la mismas cosas: al trabajo del hombre, a la importancia de lo que la tierra nos brinda”
“Lo más hermoso que nos pasó en esta gira es que en ese diálogo no había un guion rígido. Había un orden, pero no un texto del cual no nos movíamos. Siempre dábamos un breve comentario de lo que iba a leer Miguel o de lo que iba a cantar yo. Eso lo hizo muy atractivo, porque había que situar al público en el contexto de la canción”, explica.
Y así surgieron sorpresas y coincidencias. El cogollo inquietó y gustó a los asistentes, quienes vieron en ese gesto fraternal una forma de agradecer la música y la amistad; o la canción “San Vicente pide cuecas”, que le canta a un paisaje como el secano lavallino, tuvo nuevas resonancias en el sur de España, donde las lluvias tampoco abundan.
Canciones como “Las simples diferencias” o “Lunes de puchero y pan” fueron puntos de contacto muy fuertes, pues hablan de las similitudes entre las dos culturas: “la primera habla de la importancia de las conservas, de no derrochar lo que la tierra nos da sino conservarla para cuando estos productos no estén, en el invierno fundamentalmente. Fue muy emocionante ver cómo la gente lo recibió”. “Uno de los momentos de mayor importancia dentro de mi carrera artística”, resume Roberto.