Una de las deudas que tiene la cultura mendocina es la de documentar hechos y hacedores artísticos locales, que aún siendo reconocidos por su trabajo, trayectoria y legado corren el riesgo de perderse en el devenir del tiempo sin que sus obras se hayan rescatado en una recopilación detallada y concienzuda.
Por eso, el trabajo de Adela Díaz Lopez, profesora de artes plásticas, cobra mayor relevancia en tanto que recoge la labor de pintores mendocinos, mediante un estudio y análisis minucioso de sus vidas y expresiones artísticas.
Así llega a nosotros la biografía de “Rosa Stilerman Mujer, Arte y Pasión”, una artista plástica nacida en Rusia pero radicada en Mendoza luego de la Primera Guerra Mundial. En este libro, Adela Díaz López recorre parte de la historia personal de Stilerman, -a quién conoció en la vieja Escuela Superior de Artes Plástica, hoy Facultad de Arte y Diseño- y mucho de su intensa y prolífica obra.
“Su espíritu estaba enfocado en la expresión artística y defender su arte, por eso para ella fue molesto e irritante, todo lo que tuviera que ver con los papeles -ordenar y clasificar- aún cuando tuvieran que ver con su propia actividad pictórica”, explica la profesora Díaz López.
Seguir la huella de Rosa Stilemen no fue fácil, ya que nació en los años previos a la Primera Guerra, en la ciudad de Kovrin (Rusia), aunque no está clara la fecha ya que no hay registros, y la propia Stilerman “jamás certificó su nacimiento, ni siquiera a sus sobrinos”, dice Díaz.
Rosa era la cuarta de seis hijos (el último murió al nacer), cuya familia se dedicaba a “abatanar” telas. Al parecer esta actividad le daba a los Stilerman la posibilidad de tener una vida holgada, sin embargo la Primera Guerra complicó la situación económica en toda la región, por lo que su padre decidió emigrar hacia Argentina, junto a los hijos varones.
En los primeros tiempos vivieron en Buenos Aires, hasta que decidieron radicarse definitivamente en Mendoza, tras lo cual, el hombre hizo traer a la esposa y las hijas.
“Aquí vivieron en la calle Salta 2030 durante mucho tiempo, hasta que se casó la menor de las hermanas de Rosa”, explica Adela.
Por esos años, Rosa terminó el bachillerato, en el Colegio Nacional, estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires y luego volvió a la provincia para iniciar sus estudios de arte, en la Academia Provincial, con profesores de la talla de Antonio Bravo, Roberto Azzoni y José Alaminos, entre otros. Aquí conoció al poeta Jorge Enrique Ramponi, con quien se casó poco después.
“Su existencia transcurrió volcando su fuerza expresiva a través de los pìnceles y dando amor a quienes, como ella vivían del arte”, describe Díaz López. “Absorbía energía de la juventud que la rodeaba, para desplegarla en la concreción plástica”.
En cuanto a los datos biográficos, resultan bastante difusos hasta la radicación de la familia Stilerman en la provincia, y luego también, ya que no existen documentos acerca de su obra y gran parte de sus pinturas se perdieron en una inundación.
“Los datos que anoto son solo tentativos, surgidos de la gente que la conoció de cerca. Lamentablemente no hay certeza de ninguno, excepto de un certificado de la Universidad Nacional de Cuyo, que constata las fechas y los cargos en los que Rosa estuvo designada”, explica la escritora.
En este sentido, le resultó particularmente engorroso a Díaz López agrupar la obra de Stilerman por períodos “más aún cuando sus obras no están fechadas y carecen de títulos que las puedan distinguir o que permitan ubicarlas en el tiempo”.
Como no tuvo hijos, ocupaba gran parte de sus días en la docencia y la creación de obras. “Rosa no tenía momento fijo para pintar: en medio de la noche podía surgir la inspiración que la impulsaba a levantarse. Lo mismo le sucedía a su marido”, por lo que muchas veces se encontraban en la madrugada, cada uno abocado a su manera de expresar el arte.
Rosa sobrevivió a su familia, que fueron muriendo entre 1967 y 1979, y a su esposo, que falleció en noviembre de 1977.
“Tal vez el sentimiento de soledad se acrecentó y es posible que fuera un disparador de su enfermedad”, que sumado a su incansable lucha por la defensa de sus ideales, “produjeron cierta inestabilidad emocional y depresiva”. Por ese entonces comenzó a tener un proceder que no correspondía con la talla artística de Stilerman, y actitudes que resultaron incomprensibles para su entorno. “Posiblemente fuera Alzheimer o simplemente crisis mentales” aclara Díaz, y agrega “comenzó un tratamiento naturista, dejando la medicación a base, especialmente, de antidepresivos. Desde ese momento aumentó la depresión y las alucinaciones. Falleció en 1995, acompañada solamente por su empleada, Beatriz”, concluye.
Quién es la autora del libro
La profesora Adela Díaz López se recibió en la Escuela Superior de Artes Plásticas, hoy Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional de Cuyo. Preocupada por la difusión del arte y sobre todo del arte local, realizó numerosos estudios por los que recibió dos becas: Uno en 1964, del Fondo Nacional de las Artes; y la otra en 1972, del Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia con una beca a París.
En 1988 inició la publicación de críticas de exposiciones de artistas mendocinos y en 1998 comenzó la edición de estudios sobre artistas locales como “José Scacco”, publicado en 1998; “Ángel Gil”, en 2006 y “Alfredo Ceverino”, en 2008. En 2011 editó “Arte Abstracto Mendocino”, un estudio acerca del trabajo de los principales referentes locales de esta corriente, y en 2019, su última investigación -antes de “Rosa Stilerman, Arte Mujer y Pasión”- fue “120 años de Pintura Mendocina”, que analiza todos los movimientos plásticos producidos en el Siglo XX y principios de Siglo XXI.