Si algo mantiene Sandra Mihanovich a lo largo de la vida es la sinceridad, la simpleza y la mirada de una mujer agradecida. Aprovechó cada oportunidad que se presentaba en la música, se arriesgó a cantar de lo que no se hablaba, pero con la cualidad de transmitirlo con dulzura, con esa voz que refleja un don natural que supo cultivar y su gran herramienta como intérprete.
Aunque es una artista popular consagrada en nuestro país, no deja de crear y en estos meses se sumó a la experiencia de un concierto por streaming. Primero lo hizo como una compañía íntima desde su casa, regalando algunas canciones a sus seguidores en las redes sociales.
Luego se sumó el clan Mihanovich, su hermano Vane y su sobrina Sol, e hicieron una especie de peña familiar con grandes invitados como Marilina Ross, Alejandro Lerner, La Bruja Salguero y la uruguaya Ana Prada.
Y ya se adaptó al convite virtual, el sábado 7 de noviembre ofrecerá su último concierto del año con toda su banda, Pedro Aznar y Nito Mestre como invitados de lujo.
“Finalmente estoy logrando este tercer streaming con toda la banda. Y estoy como loca porque hace un montón que no los veo. Me pasé todo el verano cantando en el teatro Broadway en el espectáculo ‘Únicas’. Asique no los veo desde diciembre y estamos felices de encontrarnos”, afirma con el optimismo que la caracteriza sobre esta vuelta a los escenarios, con nuevas canciones y las melodías imprescindibles que su público quiere escuchar.
-¿Le tomaste el gusto a esta forma de encuentro desde la pantalla?
-El streaming es un descubrimiento, y ante la imposibilidad de tener encuentros presenciales, viene a ocupar un lugar donde completa el encuentro. Ahora si es la única manera no lo tenemos que bancar. Pero eventualmente va a ser lo que complete la posibilidad del encuentro. Las distancias desaparecen, están todos en primera fila y sigue siendo un encuentro amoroso, nos juntamos para vernos, cantar, compartir. Además de darle la posibilidad a aquellos que siempre están impedidos de salir de su casa, y ahora pueden participar de todo.
-Con invitados de lujo, ¿qué van a hacer juntos?
-Vamos a hacer otras canciones de las que ya compartimos con Pedro, y él y Nito Mestre quieren venir. Es que a los músicos les gusta tocar y ahora vamos a estar en un estudio grande. Mi sonidista preparó un gran estudio para hacer streaming. Así que vendrán dos íconos de nuestra cultura, dos artistas que admiro y que quiero. A Nito lo conozco hace menos tiempo, pero un tierno. Y Pedro que a todos nos da un poco de miedo, porque es tan prolijo, impoluto, y espero que tengamos todo acorde (ríe). Estamos siempre en puntas de pie con Pedro, compartimos nuestro gusto por el vino y la música.
El mensaje como bandera
Así como sorprendió en 1984 con la versión en castellano de “Soy lo que Soy” y se convirtió en un himno de su carrera, y el vehículo perfecto para hablar sobre el amor, las relaciones humanas sin tapujos y levantar una bandera de libertad, Sandra Mihanovich le pone voz a canciones que van con la época y encuentran un significado especial.
Justamente este año cumple tres décadas el disco “Mujer contra mujer”, una de las obras más audaces y rockeras de Mihanovich junto a Celeste Carballo, que se transformó en un símbolo de orgullo y libertad en el momento, con una portada artística que las tenía a ambas como protagonistas de una historia de amor, amistad y música.
Recientemente lanzó “No habrá fronteras”, un tema compuesto por su hermano Iván Vane que refleja un mensaje de esperanza y búsqueda de ese encuentro que anhelamos en estos tiempos de pandemia.
-Lanzaste este tema sentido para el momento, ¿se escribió en este contexto?
-Es un tema que ya existía hace unos años. Y en diciembre me puse a preparar canciones para el disco nuevo. Y tengo tres y una de ellas es “No habrá fronteras”. Y con María mi productora dijimos de compartirla ahora, un momento oportuno, donde todo se ha resignificado. Porque este tema tenía un significado más lineal. Y hoy tiene que ver con que no va a ver límites que nos impidan estar juntos. Yo siento que estoy diciendo eso. Y en algún momento vamos a recuperar la posibilidad de compartir el espacio, que es lo que nos falta.
-Es llamativo cómo se tejen las historias y con el tiempo toman otra dimensión.
-Exacto. Estoy muy contenta porque creo que es una canción valiosa, es una canción que suma. Siento que la música es sanadora, que nos acompaña en todos los momentos de la vida, pase lo que pase, la música siempre está. El otro día hablaba con una persona y recordaba que comencé a cantar en la segunda mitad de la década del ’70 y que era una época complicada y dura, pero nada impide que la música suene. Ni dictaduras, ni pandemias, ni catástrofes. La música siempre aparece para consolarnos, para contenernos, para divertirnos.
-Eso ocurre con “Soy lo que soy” más allá del mensaje, la fuerza musical unida a la historia enciende a quien la escuche de energía, en el tiempo que sea.
-Es como los vinos, esta canción se pone mejor con el paso del tiempo. Para mí fue un gran descubrimiento poder cantarla y que expresara algo que yo quería decir, y que de pronto encontró eco. Por eso es un himno, por eso gusta y la gente lo pide. Porque es la canción más inclusiva de todas, no discrimina nada ni nadie. Creo que eso le da la fuerza que tiene y hace con los años siga teniendo vigencia, valor y no lo va a perder nunca. Habrá otras versiones, otros cantantes que la cantarán, pero son esas canciones icónicas como “A mi manera”. Es decir acá estoy y es lo que soy.
-Sos autodidacta con la música, pero tu voz con el paso del tiempo se ha mantenido intacta. ¿Sos cuidadosa?
-Creo que por un lado nací con unas cuerdas vocales puestas que funcionan. No soy muy alta, tengo los pies chicos, pero las cuerdas vocales y la voz que tengo lo llevo desde chica. Y fue algo que me sorprendió cuando comencé a usarla. Por otro lado me entrené, aprendí aspectos de la voz, he adquirido experiencia, oficio. Soy una persona bastante sana, me alimento bien, no fumo, no soy hipocondríaca, lo que me favorece. Porque hay muchas enfermedades que nacen en la cabeza. Tengo una actitud cuidadosa pero no fanática. Cuido la herramienta de trabajo, pero tengo mis permitidos, poco y con cuidado. Creo que si uno utiliza bien y cuida, para eso está.
-¿Hay momentos en que pesa el pesimismo o no cabe esa palabra en vos?
-Yo no puedo evitar tener una actitud positiva, soy la que ve el vaso medio lleno y no medio vacío. Eso ha sido siempre así, y siento que me hace bien y disfruto. Yo no tenía ningún tatuaje hasta que en 2016 quise tener la palabra gracias en mi cuerpo. Entonces me tatué en el brazo la palabra gracias y siento que porque puedo agradecer soy feliz. Cuando uno dice “gracias” tiene la mitad del terreno ganado. Para mí todo tiene que ver con agradecer y eso cambia la energía y tu estado.
-¿Te planteaste la maternidad como un deseo necesario en tu vida?
-Cuando era jovencita yo pensaba: “No voy a tener hijos, porque si quiero tener una pareja de mi mismo sexo, no voy a poder tenerlo. Y para mí un hijo es fruto del amor”. Después en el año ’91 tenía fibromas en mi panza y me sacaron en el útero. Ahí alguien tomó la decisión por mí y caí en la cuenta que no podía tener un hijo natural. Eso fue fuerte transitarlo, aunque son cosas que suceden. Y después a mí no se me hubiese ocurrido que me iba a poder casar con una mujer; o tampoco que iba a existir la posibilidad de un vientre subrogado, la fertilización in vitro. Entonces descarté un poco forzada el tema de la maternidad. Aunque siento que uno tiene actitudes maternales en la vida, que tienen que ver con elecciones que uno hace.
Imaginate que tuve la hermosa y tremenda oportunidad de darle un pedacito de mi cuerpo a Sonsoles (Sandra le donó un riñón a su ahijada en 2012) y es como que tiene un cachito mío. Me tocará en otra vida ser madre en mi panza. Y a veces pienso que la mujer se entrega naturalmente naturalmente a una situación que no es algo tan sencillo. Y me parece sano y positivo que ser madre sea una elección. Yo la vi a Sonsoles, que de alguna manera su segundo trasplante tuvo que ver con el deseo de ser madre y luego se le complicó su salud, y necesitó un segundo trasplante para seguir viviendo. Así que a veces los riesgos que se corren por ser madre son fuertes.
La ficha
Sandra Mihanovich en streaming: “No habrá fronteras”
Invitados: Pedro Aznar y Nito Mestre.
Día y hora: sábado 7 de noviembre, a las 20.
Entrada: $600. En www.tickethoy.com