Seis artistas se unieron para ofrecer sus “Revelaciones” en un nuevo espacio de arte y vino

Vivian Levinson, Juan Castillo, Marcela Furlani, Germán Álvarez, Alejandro Herrera Guiñazú y Claudia Camplone forman parte de la primera muestra que se monta en Terrazas de los Andes.

Seis artistas se unieron para ofrecer sus “Revelaciones” en un nuevo espacio de arte y vino
Obra de Marcela Furlani que forma parte de la muestra.

¡A jugar!”, propone Daniel Rueda, al dar la bienvenida a “Revelaciones”, la primera muestra del nuevo espacio de arte de Terrazas de Los Andes. En él, el reconocido gestor y marchante oficia de coordinador y, en este caso, de curador.

Un juego, en definitiva, librado a la imaginación, y que tiene como punto de partida la idea de la revelación: ese chispazo que nos conecta con otras sensibilidades. Para ello están las obras de Germán Álvarez, Claudia Camplone, Juan Castillo, Marcela Furlani, Alejandro Herrera Guiñazú y Vivian Levinson. Todas pueblan el espacio, que pertenece a Bodegas Chandon Argentina.

Lo más destacado de esta muestra, que inauguró el jueves y que se extenderá hasta septiembre, quizás sea la pericia con la que Rueda vislumbró (otra revelación) un punto de unión entre obras tan dispares, entre modos de ver el arte tan heterogéneos y entre personalidades tan “sui generis”.

Pues hay de todo: dibujos, pinturas, grabados, fotografías, esculturas. No se parecen en nada entre ellas, pero a la vez forman parte de un solo clima cultural, que es el local. “Recorrerla permite apreciar el variopinto panorama del arte mendocino”, apunta Rueda sobre el sexteto.

Es Álvarez: A él le dedicamos una nota la semana pasada, en ocasión de su participación en el reciente proyecto muralístico del Museo Fader, pero aquí lo vemos con sus postales contemplativas, en las que toma parte el sujeto contemporáneo y urbano.

Obra de Germán Álvarez.
Obra de Germán Álvarez.

Pero también es Castillo: premiado, reconocido (¡y reconocible!) por sus retratos de animales oníricos, tratados con un realismo prolijo, y que desde hace un tiempo viene experimentando con la idea de los fractales.

Y Furlani: “Indudablemente nos invita a recurrir a nuestro pensamiento crítico como planteo amplio, frente a sus complejas y múltiples obras a las que debemos accionar todos los sentidos, en distintos niveles de lenguaje”, invita Rueda.

A Herrera Guiñazú hay que conocerlo, pues es hipnótico: paciente experimentador de la piedra, el vidrio y el metal, cuyas esculturas son artefactos de naturaleza primitiva e increíblemente ensamblada.

Camplone: “A través de la captura de las imágenes en sus registros fotográficos, quizás nos quiere compartir que se hace presente la incertidumbre o situaciones y escenas del entorno que no pudo dejar de percibir, siendo ellos parte de sus intereses más sensibles”, apunta Rueda.

Escultura de Alejandro Herrera Guiñazú.
Escultura de Alejandro Herrera Guiñazú.

Con Levinson, a quien hace mucho tiempo no le dedicamos un artículo en estas páginas, nos extenderemos un poco más. Es ella quien evoca el reencuentro de todos ellos, durante la inauguración el jueves: “Fue un momento de emoción colectiva, el reencuentro de ver la obra colgada y haber salido del encierro del taller, ofrecer nuestras obras hacia otras miradas. Hubo una conexión entre todos nosotros. Estábamos todos muy sensibles y muy contentos. Y ha sido un entusiasmo a seguir trabajando”, asegura.

Vivian expone piezas producidas en el marco de la pandemia. “Yo tomo la técnica del punto, pero no quiero decir puntillismo”, nos dice la artista. “En realidad, el punto aparece en mi obra después de todo mi trabajo realizado acá en Mendoza, por más de diez años, dando clases a personas ciegas. Ahí encontré el escrito en Braille, que me fascinó, y las primeras obras que hice fueron interviniendo ese papel de Braille”, recuerda sobre una de las experiencias que marcaron su estilo.

“Y por otro lado, he estado insertada en la Vendimia durante un montón de años. Empecé en el 91′ como trasladista en la Fiesta Central. Nunca paré y hoy soy una de las pocas especialistas que hay en cajas lumínicas, ya que no se ha hecho escuela en eso. Y en los focos, volví a encontrar el punto de luz. Por años también he ido a San Alberto (Uspallata), donde los cielos son maravillosos, y en esos cielos he vuelto a encontrar esos puntos de luz. Me apropié de ellos y los tomo para mi obra. Esos puntos tienen que ver con mi historia”, nos dice.

Obra de Vivian Levinson.
Obra de Vivian Levinson.

A esta exposición, la primera que hace después de la cuarentena, llegó con obras en ecogamuza, canvas y papel, en gran formato y en pequeño. Usa ante todo el acrílico, al que trata en su volumen, generando un relieve que también es textura. Las piezas suyas que se ven en “Revelaciones” vienen de dos series que ha venido trabajando.

“En una dibujo formas orgánicas y las utilizo como matrices que me permiten reproducir de una manera seriada”, explica sobre la primera. “Y en esa construcción encuentro formas que se transforman sobre el espacio, en un proceso bastante gestual. Trato de explotar esa carga, ese movimiento, y encuentro imágenes con otras propiedades. Trato de llegar a una percepción sensible a la mirada del otro”.

Obra de Juan Castillo.
Obra de Juan Castillo.

La segunda serie, “Espacios”, “fue a consecuencia de los límites que tenemos por la pandemia”, define Levinson. “Surgió de mi necesidad de crear espacios, incluso en mi mente, y llevarlos a otra realidad. Así comenzó una investigación formal en busca de equilibrios y tensiones, rompiendo el espacio plano. En este proceso reflexiono sobre cómo habitar un espacio. Surge una significativa relación entre el movimiento de la línea y el mecanismo del punto, habitando el espacio, pero sin tiempo”.

Fotografía de Camplone.
Fotografía de Camplone.

El espacio y las visitas

“Revelaciones” estará montada hasta fines de septiembre en Cochabamba y Thames (Luján de Cuyo). Tiene entrada gratuita con reserva previa al 261-5090952 o visitor@terrazasdelosandes.com.ar. Se puede visitar de lunes a domingos y feriados de 10 a 12 y de 15 a 17.30. Quienes decidan visitar la muestra tendrán la opción de complementar la visita con alguna de las experiencias enogastronómicas que ofrece la bodega, que -antes de este espacio- ya venía involucrada en las artes plásticas con el programa de responsabilidad social “Racimos de colores”.

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