Tamara Paganini visitó Seres Libres -programa emitido por Crónica TV y conducido por Gastón Pauls- y recordó los días en los que sufría una fuerte adicción a la cocaína y lo que llegó a hacer para conseguirla. La ex Gran Hermano dijo que consumió por primera vez a los 16 y no paró hasta los 19.
“Mi familia no tenía plata, o sea yo ni siquiera podía robarle a mi viejo. Entonces salí a robar autos. Yo trabajaba, pero no me alcanzaba el sueldo para ese “lujo”, porque yo en ese momento lo tomaba como un lujo ir a comprar cocaína”, aseguró en diálogo con Pauls, según informó TN.
Tamara Paganini y las adicciones
Para hablar de su adicción a la cocaína, Tamara Paganini empezó su relato recordando su infancia. Según su testimonio, no tenía amigos en la primaria, ya que le afectaba mucho la pobreza en la que vivía y el no tener “un par de zapatillas sanas sin agujeros”.
“Toda esta introversión fue hasta los 14 años, en segundo año de la secundaria no sé qué me pasó, se me explotó algo. Dejé el colegio, empecé a tomar alcohol a escondidas de mis viejos con mis amigos, para hacerme la canchera. A los 14 años dejé de ser virgen. Como que en ese periodo salió algo de mí, una extroversión. Era como una adolescente avasallante, incontrolable”, admitió.
Paganini recordó el día que tomó cocaína por primera vez: “Primero me pareció como que me dio ganas de estornudar, me acuerdo de la sensación de los dientes dormidos y fue también por cancherear”, explicó.
“Todo lo que yo decía era genial, mi cabeza pensaba más allá del ser humano y tenía a mis amigos que festejaban mi bautismo, como se dice”, indicó.
Sin embargo, el peor momento estaba aún por llegar. Durante seis meses tuvo un consumo fuerte, que fue cuando decidió empezar a robar autos. Rememoró la vez que se encontró un arma en la guantera, una de las pocas veces que se asustó mientras estuvo por ese camino. Desde su perspectiva, todo estaba justificado.
“Quería tomar todo el tiempo. No hacía falta que se me vaya el efecto para querer tomar más. Si me ponías una bolsa me la tomaba toda, me ha sangrado la nariz y yo en vez de estar preocupada por eso estaba preocupada porque no se me vaya la merca, que no se me vaya con la sangre. Una locura”, reveló contundentemente.
A Tamara el click para dejar de consumir le llegó cuando, por casualidad, vio a su hermano consumiendo en el mismo lugar que lo hacía ella. “Lo vi a mi hermano ahí arrodillado en la mesa ratona con mis amigotes, justo metiéndose el canuto en la nariz. Me acuerdo de sentir angustia y no poder llorar. Porque cuando estaba dura, no podía llorar. Me dolió tanto...”, recordó partida en dos.
A partir de ese evento, aceptó la ayuda del mismo amigo que le había compartido por primera vez. “Terminé dejándola, por suerte, sin internación. Y nunca más. Me genera rechazo”, dijo sobre su actual relación con la sustancia.