Quién no ha tenido la posibilidad de ver películas de los años 90′ como “Mi pobre angelito” y “Ricky Ricon”, cuyo actor principal era Macaulay Culkin, el pícaro nene que con su amplia sonrisa inocente y sus permanentes travesuras conquistaba las pantallas.
A pesar de alcanzar la fama, la vida del actor desde su adolescencia fue una montaña rusa, con muchas bajadas por su adicción a las drogas.
Recapitulemos. En el 2004 fue detenido por la policía de Oklahoma y le secuestraron estupefacientes y grandes cantidades de medicamentos, como el xanax y el clonazepam. Después fue enjuiciado por delitos menores relacionados a estupefacientes y para el 2012 la revista estadounidense The National Enquirer publicaba que el intérprete se gastaba alrededor de 6.000 dólares al mes en heroína. Además, cada tanto los medios lo mostraban con un aspecto cada vez más preocupante.
Hoy el mítico actor, que fue pareja de Mila Kunis entre 2002 y 2010 (sí, ¡ocho años!) y que actualmente está saliendo con Brenda Song (la ex protagonista de la tira de Disney Zack y Cody) cumple 40 años y por primera vez en mucho tiempo se muestra “más alejado” de las polémicas que tiñeron sus pasos.
Actualmente tiene una cuenta de Instagram con un millón de seguidores, un programa de radio llamado Bunny ears podcast y un look absolutamente audaz: ahora se muestra siempre con orejas de conejo.
Bueno, no siempre… También compartió la siguiente foto “de entrecasa” con el texto “Así es cómo se vería una versión actualizada de Home Alone” (Home Alone es el nombre en inglés de Mi pobre angelito, la película de 1990 que lo lanzó a la fama).
En una de sus últimas entrevistas se sinceró y dijo: “La gente asume que estoy loco, chiflado o dañado. Extraño. Roto. Y hasta el último año o dos no había logrado sacarme a mí mismo de esa situación. Entonces puedo entender eso. Pero también era como: ‘De acuerdo, dejen de actuar tan jodidamente conmocionados, porque estoy relativamente bien’”. Luego, mirando a los ojos al periodista, dijo unas palabras que definen cómo es él en el presente: “Mirá, soy una persona bastante incomparable. Si yo fuera contador, podría mirar de izquierda a derecha y habría otros contadores sentados al lado mío en la oficina. Pero no es así. Es una de esas cosas en las que… como el cliché de que todos somos copos de nieve, ¿que todos somos únicos? Bueno, ¿sabes qué? Soy un copo de nieve”.