Fito Páez entendió que tenía dos opciones durante el confinamiento por la pandemia: ponerse a escribir, o “terminar en la cárcel o en el manicomio’'.
En una decisión cargada de sensatez y fiel a su carácter de artista renacentista, se abocó a la primera y acabó con tres discos, un libro de memorias y el guion de un largometraje titulado “La pasión según las mujeres”, que planea rodar próximamente.
“Fue un año de locura, te diría; o en el borde de ciertas patologías que no conocíamos. Porque nadie está acostumbrado a estar encerrado tanto tiempo’', dijo Páez en una entrevista reciente con Sigal Ratner-Aria de The Associated Press.
El músico de 58 años ha tenido un año de éxitos en el que sumó a su lista de reconocimientos dos Latin Grammy (para un total de ocho) y su primer Grammy anglo por el álbum “La conquista del espacio”.
En noviembre, será homenajeado con un Premio a la Excelencia de la Academia Latina de la Grabación junto a Martinho da Vila, Emmanuel, Sheila E. y su padre, Pete Escovedo, Millie Quezada, Joaquín Sabina y Gilberto Santa Rosa.
“No me lo merezco... No me lo merezco. Algo está funcionando mal en la Academia y todo eso, porque no me lo merezco”, dijo con una mezcla de humor, emoción y humildad, dejando soltar una carcajada.
-Tuviste un año muy ocupado. ¿Qué podés adelantar de la música que creaste en cuarentena?
-Mientras (escribía mi autobiografía)... Iba componiendo tres álbumes: uno sinfónico inspirado en la obra de Roberto Arlt (1900-1942), un gran escritor, modernista y muy salvaje, con una impronta muy fuerte y que siempre fue una fuente de inspiración. Por primera escribí para un montón de músicos y después mi amigo Ezequiel Silverstein, director de la Filarmónica del (Teatro) Colón en Buenos Aires, transcribió todo a partitura. Ese álbum se llama “Futurología Arlt”, una pieza de una hora.
Después compuse “Los años salvajes”, el álbum que grabé también en Los Ángeles con banda, en vivo, en tres jornadas. Cantan Elvis (Costello), faltan Charly (García) y Fabi Cantilo, y lo tenemos terminado. Y mientras tanto, también fui haciendo un álbum para piano y voz que voy a grabar en Miami ahora.
-¿Cuándo vas a lanzar todo esto?
-Hay muchas maneras de implementarlo. A mí me encantaría hacer un tríptico a la vieja usanza. Porque, aparte, de verdad que son tres álbumes hechos por tres personas diferentes, lo que marca mi claro estado de esquizofrenia social (risas). ¡Sí, son tres personas diferentes! Por supuesto siempre se cuela el estilo por los intersticios más delicados y más pequeños. Pero nada... Estoy feliz pudiendo entrar en acción, porque toda esta tarea es en soledad también.
-¿Con cuál de esos tres Fitos te identificas más en este momento?
-No sé. Por ahí con el de “Los años salvajes”, como más juguetón, haciendo lío en el estudio con mucha gente, jugando y tocando teclados y guitarras y cantando y yendo de aquí para allá. Todavía esa parte mía es la que más me divierte. Por ejemplo, el disco (sinfónico) lo grabamos con la Orquesta de Praga en sesiones de cuatro horas todos los días a distancia, con la tensión que da todo eso, de una intensidad que yo terminaba exhausto; mucho más que con las otras, que eran el doble de largas y estábamos haciendo mil cosas. Y el de piano solo es una linda instancia también porque me va a agarrar en un momento en el cual voy a estar obligado al silencio. Me va a bajar un poco del personaje así tan excitado, y me va a reconcentrar otra vez.
-¿Cómo te fue escribiendo tu biografía? A veces esos procesos pueden ser súper dolorosos...
-Lo son. Son de montaña rusa, te diría... Porque la vida es de muchas formas y hasta en una misma hora uno puede pasar por un montón de sentimientos. Pero, literalmente fue un acto de arrojo ir a encontrarme con aquello. Hablé con amigos de la infancia, con mi tía Charito, tomé datos periodísticos de los diarios, en algunos casos tuve que ir a los registros de las personas en muchas ciudades de Argentina y España, Italia... Y me pasó de todo físicamente: lloré, reí, vomité, me descompuse, sentí plenitud absoluta por momentos, por momentos una angustia infinita.
Claramente fue una experiencia proteica donde las cosas suceden y yo, por mi naturaleza pisciana digamos, tiendo a contar la verdad en un sentido de lo que yo entiendo como verdad. Bueno, a ver, este muchacho tuvo un montón de excesos. ¿Están allí? Sí, están allí. Este muchacho tuvo una vida sentimental con subidas y bajadas. ¿Está eso allí? Sí, está allí. En la vida de este muchacho pasaron cosas sangrientas en su familia [su abuela y su tía abuela, a quienes ha dicho que consideraba como madres, fueron asesinadas en 1986]. ¿Eso está allí? Sí, también está allí. O sea, intenté no darle gravedad de más o sentimentalismo de más. A veces contando los hechos simplemente ya está, y el lector puede hacer un proceso (interpretativo).
-¿Qué aprendiste de ti en tu propio proceso?
-Me parece que lo más real que podría sacar. Porque siempre también es una ficción todo, ¿no? Uno escribe sobre lo último que se recordó de cómo lo contó. Es que, si bien fallece mi madre cuando yo soy muy chico, a los 8 meses, me crían mi abuela y mi tía abuela y mi padre y mis tíos... Sin ese amor yo no hubiera podido enfrentar la vida, por miles de situaciones.
Entonces, hay muchas veces donde eso está puesto muy de manifiesto porque las personas no somos nada sin el amor. Tomo eso como un regalo de la vida y agradezco mucho ese cariño y ese amor incondicional que me dieron y que me hizo finalmente un hombre fuerte en muchos aspectos.