Tres trazos emergentes. Así podría definirse esta reunión de los artistas plásticos Emiliano Castillo, Guillermo d’Anna y Gonzalo Domínguez en la Bolsa de Comercio de Mendoza, donde puede verse de forma gratuita hasta el jueves que viene (de lunes a viernes de 8 a 19).
El espacio, ubicado en peatonal Sarmiento y España, propició el encuentro de tres nombres que empiezan a hacerse cada vez más frecuentes entre los proyectos y el boca en boca de los amantes del arte mendocino: baste recordar que por ejemplo D’Anna forma parte actualmente de la muestra colectiva Nexus (en el Eca) y que participó recientemente de la reinterpretación de los murales de Fader, en un proyecto que coordinó Carlos Escoriza y que fue uno de los más originales y atractivos de la reapertura cultural de los últimos meses.
Pero ahora es la ocasión de conocerlo más en profundidad, al igual que a sus dos compañeros. “Nos conocimos en la facultad, en la UNCuyo, cursando artes visuales -recuerda Domínguez-, y aunque casi no cursamos materias juntos nuestro tipo de trabajo funcionó como nexo de interés, sabíamos en que andábamos incluso antes de hablarnos, por haber visto lo que hacíamos”.
“Con el Guille nos juntamos a trabajar, él tiene un taller relativamente cerca de mí casa, por lo que voy allá, dibujamos, tenemos grupos de trabajo”, amplía sobre las dinámicas que unen sus producciones. “Y teníamos interés de hacer algo con Emiliano; no sabíamos bien qué, entonces justo nos convocaron para exponer en esta muestra y nos evitaron las excusas para trabajar juntos”.
Todo se materializó en una exposición en la que hay montadas un total de 47 pinturas, todas figurativas y en distintos formatos. Y cada una representativa del estilo de los artistas, quienes ofrecerán también visitas guiadas en estos últimos días (el martes a las 10 y el miércoles a las 15).
En el caso de Castillo, su marca -según el texto curatorial de Pupi Agüero- es la defensa del grafismo (ya sea mono o policromo) y con total coherencia estilística. “Últimamente vengo pensando en algo. Antes no creía en el aura de la obra: eso que dicen que hace a una obra única y original y la diferencia de una obra reproducible. Pero me he dado cuenta que siempre he sido un pintor aurático. Es decir, siempre prefiero recurrir a métodos más ligados a lo artesanal y que hacen que una obra sea única e irrepetible”, reflexiona el artista. “Siempre he optado por pintar una imagen en lugar de imprimirla, por ejemplo, aunque busque el mismo resultado”.
Y define: “Pienso que en esta muestra, esa cercanía con lo artesanal y con el manejo del material y el oficio que conlleva se ve en los tres. Los compas lo han expresado en relación a la figura humana, y yo en relación al mundo natural. Pero esto implica el uso de técnicas tradicionales. Así es que en este presente yo me definiría como un artista aurático y tradicional”, dice sobre su forma de ver el arte.
Ahora bien: los puntos de unión generacionales y poéticos hacen más sensibles las diferencias. “En esta oportunidad muestro obras figurativas que toman como referencia temas del mundo natural - puntualiza Castillo- y que tienden a la abstracción al ser recortes o fragmentos del mundo natural representados a través de elementos plásticos. En algunas obras, por ejemplo, tomo un fragmento de un árbol que se convierte en trama, en un juego de líneas, ritmos y colores, con una técnica relacionada a ‘action painting’. En otras, el trabajo es más de observación. En otras, lo que prima es lo poético, incluso hay una que tiene texto... Pero el tema general es la naturaleza”.
“El ámbito de lo onírico parece ser campo propicio para el desarrollo de la imaginería de este artista, que posee un sólido manejo del dibujo”, escribió la curadora sobre Domínguez. “Atento a la interpretación del espectador, su trabajo está abierto a un contexto polisémico, en el cual la figura humana siempre se constituye como eje central”.
Y él asiente: “En general me interesan las imágenes bidimensionales: la pintura, el dibujo... incursiono en lo digital y la escultura, yendo a lo particular lo real como fenómeno físico: lo que percibimos como corporeidad. O sea, la materialidad física como campo de interpretación. Mis pinturas buscan interpretar lo real, las visiones que tenemos como individuos de la materialidad física del cuerpo, de lo externo, lo vital o la psicología del otro, como un terreno a construir, plástico y transformable, pero a su vez abordado desde temáticas tradicionales como el paisaje, el bodegón y el retrato”.
D’Anna por su parte permite, a través de sus dibujos, “expresar las más profundas pulsiones del ser humano, como los angustiantes interrogantes de la existencia cotidiana”, según la curadora.
“Me interesa la figura humana principalmente”, nos dice. “Volviendo muchas veces sobre lo onírico, lo introspectivo. En general cada pintura es una puesta en práctica de un nuevo conocimiento o una forma de investigar cómo funciona la pintura para generar significados”, apunta.
En esta oportunidad expone la serie “Visitantes Nocturnos”: “La empecé con el inicio de la cuarentena y fue impulsada por esa situación de aislamiento. Como el tríptico ‘Visita Nocturna’ (en gran formato), donde un hombre arma a otro hombre de ropas para tener con quien hablar en una noche de desvelo y reflexión. O ‘Volver a los bosques’ y ‘Escape’, donde se piensa en esta idea de abandonar por lo menos por un momento todo aquello que nos hace mal”.