Ni Beethoven con su mirada feroz pudo cambiar lo que el destino había anunciado para su natalicio 250. Un aniversario para el que los artistas se preparaban desde años, para festejar a uno de los genios más grandes de la música, pero que una pandemia sorpresiva fracasó casi por completo.
Un año después, algunos de esos proyectos que se habían pensado en su honor tienen oportunidad de presentarse en formatos reducidos, otros sencillamente tuvieron que “reconvertirse”, y otros nacieron en la nueva normalidad.
Durante este mes, en Mendoza tienen lugar dos homenajes paralelos.
La Barroca y un nuevo ciclo
El organismo que dirige Mariano Peralta comenzó su ciclo “Beethoven en tríptico” el pasado jueves, y se extenderá durante las próximas semanas: el 25 de junio en Teatro Independencia y 11 de julio en el Cine Plaza de Godoy Cruz.
“El año pasado no pudo ser presentado por situaciones de pandemia, razón por la cual, desde la orquesta se realizó un video y una edición de los primeros 124 compases de su emblemática Quinta sinfonía”, comenta Peralta sobre las implicancias de las restricciones en la agenda de la Orquesta Barroca de Mendoza, que se especializa en un repertorio que va desde el barroco al primer romanticismo.
“Este año, ya teniendo protocolos claros a seguir de trabajo y pensando en formar ciclos de trabajo es que armamos dos trípticos. El primero está destinado a sus sinfonías más clásicas y menos interpretadas, sus famosas sinfonías pares: la 2°, la 4° y la 8°, y el segundo tríptico que será presentado en la segunda mitad del año está orientado a sus tres sinfonías más populares pasando por la 3° Heroica, 5° Del destino y 6° Pastoral”, explica.
En las del primer tríptico, “Beethoven muestra su destreza compositiva utilizando las formas clásicas como referencia, exaltando el virtuosismo de los instrumentistas. Son sinfonías frescas, alegres, placenteras donde se conoce a un Beethoven que, si bien está iniciando el camino al romanticismo, sostiene las bases de la tradición clásica pero con un vuelo que incansablemente está expandiendo estos límites”. Son obras “amenas, alegres, felices”, remarca Peralta.
“La evolución musical de Ludwig van Beethoven a lo largo de su producción artística es tan variada como contrastante. En su primer sinfonía, en Do Mayor, ya comienza mostrando una novedad armónica desde el primer acorde, en el cual utiliza un primer grado de la tonalidad pero con la séptima menor, generando una sensación de movimiento sensible hacia el IV grado”, explica. “En su segunda sinfonía escrita en la tonalidad de Re Mayor Beethoven realiza una sinfonía mucho más audaz exigiendo una destreza técnica aún mayor a los músicos manteniendo aún la formación clásica del orgánico. Genera un ruptura al realizar una sustitución del minuet por el scherzo en el tercer movimiento, dando de este modo una fuerza inusual a este tipo de composiciones. Y asimismo mantiene su espíritu lúdico con un motivo divertido, juguetón en su 4to movimiento, igual que lo hizo en su primer sinfonía”.
Especifica sobre las otras: “La cuarta sinfonía en Sib Mayor es en donde Beethoven vuelve a tomar la formación del orgánico clásico tradicional. En palabras de Schumann esta sinfonía es ‘una esbelta doncella griega entre dos gigantes nórdicos’ (haciendo alusión a la 3° y 5° sinfonía). Beethoven está atravesando por un momento de gran paz y tranquilidad, lo cual se puede ver y escuchar en el transcurrir tranquilo y delicioso de cada una de sus melodías. Sus cuatro movimientos están plagados de líneas alegres, frescas y de celebración continua”.
Sobre la octava, remarca: “Esta es la única sinfonía que no está dedicada a ninguna persona. Quizás como principal rasgo descriptivo en comparación con la dos anteriores es que la obra no tiene una introducción lenta, pausada. Comienza con un movimiento Allegro energico, y a lo largo de su primer movimiento se pueden apreciar algunas ‘bromas’ musicales. Estamos hablando de un Beethoven totalmente sordo ya. En está obra está comprimida al máximo una gran potencia musical. Pero en formato tradicional. Casualmente fue un momento donde Beethoven pasó en lo personal por muchas penas, el distanciamiento de su hermano y el supuesto distanciamiento con un amor muy fuerte. Y el compositor, lejos de transmitir esto a la sinfonía, crea una obra con una alegría descomunal, prácticamente sin conflictos musicales a resolver”.
Beethoven 250 + 1
El sábado 26 de junio, a las 20.30, en el Teatro Independencia, se dará a conocer este proyecto, que tiene al pianista Leonardo Pittella Lahoz como productor artístico y a Alejandro Pizarro como productor general.
El pianista lo explica: “Esto nace justamente por el 250 aniversario de su natalicio. El año pasado la mayoría de las cosas no pudieron hacerse por la pandemia. Pero lo que hace que tengamos la motivación y la fuerza para hacer esto es que Beethoven es un compositor profundamente humanista e idealista. La manera en que él refleja estas características en su música y en su forma de ser, y también en los textos que escribía, es lo que queremos mostrar. Es la mirada de Beethoven en la vida y en la música”.
El proyecto quiere seguir activo hasta el próximo año, con una fecha ya confirmada para el 14 de agosto en la Nave Universitaria y otra en septiembre para el Teatro Mendoza. Parte de su vasta música de cámara, sus sinfonías reducidas a piano a cuatro manos y sus famosas sonatas: el repertorio es amplio.
“Y la idea es hacerlo para todo el mundo, por eso buscamos que el precio de las entradas sea popular, para que todos puedan asistir. La idea es que se difunda su música y su mensaje. Ese es el espíritu de este ciclo”, resume.
En el concierto del sábado 26, denominado “Tres sonatas”, actuarán Nahir Ortiz, Nicolás Mosca y Pittella. Cada uno interpretará la Sonata para piano Nº 26 en Mi Bemol Mayor, Op. 81 “Les Adieux” , la Sonata Nº 17 in D minor “The Tempest” y la Sonata Nº 10 in G major.
“Beethoven tuvo tres períodos compositivos: el primero se caracteriza por componer de una forma más clásica, como escribía su profesor Joseph Haydn. El período medio, donde se asienta su manera de componer y también su identidad. Y el final, que es un período de experimentación y de vanguardia, donde plantea cosas muy avanzadas para la época, muy visionarias en lo musical, alejándose de las estructuras más clásicas. El repertorio está destinado a ilustrar con cada una de las piezas cada uno de esos períodos”, explica sobre el espectáculo, cuyas entradas a $350 pueden adquirirse en entradaweb.com.ar.
Un sello debutante
Otro de los proyectos de Pittella es Euforia, un sello discográfico que se formó hace un año y en el que confluyen varios artistas que están grabando sus primeros discos.
“Es un sello que intenta reunir todo género musical y unir las propuestas, para hacerlas trabajar de forma conjunta y articulada”, explica el pianista y gestor sobre este proyecto, que una a artistas de música clásica, trap, cantautores, rockeros y cuanto género quiera sumarse.
“La idea no es solamente que coexistan en el sello, sino que entre ellos se conozcan y puedan generar actividades juntos y mezclar públicos, mezclar identidades culturales y generar una situación de unión entre géneros que trabajan bien, pero que lo hacen de forma aislada, como la música urbana y la música clásica”, explica. “Se unen en un mismo lugar, con la premisa de transmitir siempre mensajes que potencien el lado constructivo del ser humano”.
Es un sello que viene “con muchas ganas y mucho empuje” y que se dará a conocer el próximo viernes 18 de junio, a las 20.30, en el Teatro Plaza de Godoy Cruz (tickets disponibles en entradaweb.com.ar).
Esa noche, siempre con protocolos, actuarán el dúo de chelo y guitarra de Di Marco - Díaz Iazkao (música clásica), Sofía Persia (cantautora) y la banda Zapato, que hace rock psicodélico. Una amalgama de estilos compartiendo la música en un mismo espectáculo.