Después de un año de espera, finalmente esta noche sube a escena la Comedia Municipal Cristóbal Arnold. La edición 2019 que tenía previsto su estreno para mediados del 2020 debutará hoy en el teatro Mendoza con la obra “El viento en un violín”, de Claudio Tolcachir.
El texto del director y dramaturgo porteño fue el elegido entre las ocho propuestas que se presentaron a la convocatoria y por primera vez la producción de Capital llevará a las tablas una obra de Tolcachir, considerado uno de los autores contemporáneos más interesantes de la escena. Dirigida por Agustín Daguerre, la obra traza el universo de dos familias dispuestas a todo por amor.
Los vínculos familiares y el deber impuesto de la sociedad
“El viento en un violín” es una obra profunda sobre el amor y la violencia, que genera la idea de no poder realizarse. En ella conviven una pareja de mujeres que buscan desesperadamente un hijo y harán lo imposible para lograr su deseo.
En el medio, hijos desorientados, desesperados por encontrar su lugar. Historias de seres buscándose en la vida, y el amor que lo atraviesa todo, que todo lo permite, lo bueno y lo malo. El amor de pensar la vida de otra forma y aceptarla tal vez.
Protagonizada por Diego Sebastián Quiroga Brobobeck, Gabriela Simón, Virginia Diblasi, Alejandra Trigueros, Laura Masuti y Manuel García Migani, la comedia atraviesa en paralelo la realidad de seis personas y dos familias para nada estereotipadas. Con excepción de Diego Quiroga, los actores que conforman el elenco debutan en la Comedia Municipal.
“Estuve estudiando unos años en Buenos Aires y tomé algunas clases en Timbre 4, el teatro de Tolcachir. Vi “La Familia Coleman” y siempre me gustó su estilo de propuesta; él dice que lo consideran un especialista en las familias disfuncionales, pero qué familia no es disfuncional. Y en esta ocasión me gustó la idea de montar una obra que tuviera esa espectacularidad, con lo que requiere una comedia municipal, con teatros grandes y producción. Venía de hacer “Un Hueco” que fue la última obra que dirigí y es una obra completamente diferente, muy mínima”, cuenta Agustín Daguerre quien debuta como director de la producción capitalina.
La obra además del lenguaje cotidiano y el registro realista, plantea situaciones que se dan en espacio y tiempo diferente, con el desafío de montar en escena la simultaneidad que requiere la historia, sin perder el conflicto entre los personajes, que desafían los cánones sociales impuestos en los vínculos familiares.
“Para esta ocasión busqué una obra con la que pudiera jugar con lo espacial y cuando salió la convocatoria tenía un par de obras en vista. Y sin querer apareció en “El viento en un violín” y me pareció muy cómica porque tiene un humor negro. Por lo general cuando leo teatro no me produce mucha diversión. Y juega mucho con la disfuncionalidad de todo y lo que más se habla en el cumplimiento de los modelos sociales y la exigencia a cumplirlos y nos encontramos en una familia, tratando de cumplir un modelo que no nos corresponde”.
-¿Qué le aportas al texto de tu mirada como director?
- Casi toda la obra está respetada, pero a mí me gusta darle un pequeño giro y hacer un texto nuestro. Hay ciertos modismos que cuesta meterlos en el cuerpo del actor, y es bueno que el artista aporte algo a ese texto y traerlo a nuestra realidad y costumbres.
-¿Cuál fue el gran desafío que tuviste como director?
-Tratar de hacer funcionar el dispositivo escénico que plantea un mundo muy realista, pero espacialmente se mueve como una especie de realismo mágico, donde el tiempo no transcurre linealmente. Mi idea fue que los actores no salieran del escenario, por eso había que montarla de manera tal que estuvieran en un terreno circundante, pero acompañando la escena principal.
Si bien la obra plantea un espacio dibujado por el texto, suceden en cinco espacios distintos simultáneamente. Y ese fue un objetivo, combinar cinco ambientes en un solo espacio. Por eso utilizamos distintos niveles sobre el escenario, para marcar cada lugar donde se mueven los personajes. Para el escenógrafo Nicolás Tramontina fue un gran desafío, porque es una escenografía imponente.
- ¿Con qué tipo de comedia se va a encontrar el público?
-Es una comedia con humor negro pero crítica, sobre todo en lo social y los vínculos. Porque habla del amor y lo que uno puede llegar a hacer por amor, a veces malo o bueno. Todos los personajes están trascendidos por eso y lo que hacen por amor es malo. Llegan a un extremo y resuelven las cosas de la peor manera posible. Y eso nos lleva a situaciones negras, que nos hacen pensar y nos ponen en una situación muy incómoda. Se dan momentos de risas oscuras sobre cómo transitan estas dos familias el conflicto.
La Ficha
EL VIENTO EN UN VIOLÍN
Dramaturgia: Claudio Tolcachir. Dirección: Agustín Daguerre. Asistente de dirección: Raúl Ricardo Rojas. Actúan: Diego Sebastián Quiroga Brobobeck, Gabriela Simón, Virginia Diblasi, Alejandra Trigueros, Laura Masuti y Manuel García Migani. Iluminación y escenografía: María Vilchez Aruani y Nicolás Tramontina. Funciones: hoy, viernes 12 y sábado 13, a las 21.30, en el Teatro Mendoza (San Juan 1724, Ciudad). Repite viernes y sábados de marzo y abril, en la Nave Cultural. Entrada: $400. En boletería del teatro o a través de la página entradaweb.com.