¡Campeones! El grito sale desde las entrañas y desde lo más profundo del corazón.
Rosario Central campeón de la Copa Argentina 2019. Para esas 25 mil almas que llegaron de Rosario y se confunden en un abrazo interminable y un grito que hace estremecer nuestro mítico Malvinas Argentinas, es una hermosa realidad. Y merecida.
Porque tantas veces deseó este final y tantas veces tropezó con la misma piedra, que lo merecen viejo. A festejarlo. Gimnasia fue un dignísimo rival, que jugó mejor y quizá mereció ganarlo. Pero el fútbol es así. Esa suerte que tantas veces le fue esquiva al Canalla, ayer fue su aliada. Y el título llegó después de 23 años.
Sabiendo que el destino le daba otra oportunidad, Central salió con todo. Concentrado, voraz, tuvo un comienzo altanero. Jugaba en campo rival y después de los primeros 5' de estudio, Gimnasia comenzó a ser protagonista. Atacó por la izquierda con Tijanovich y se hizo peligroso con los envíos cruzados que cayeron en el área. A los 6', Ayala tomó un rebote afuera del área, se acomodó y sacó un derechazo que se fue contra el palo izquierdo del arquero Ledesma. El Lobo era más. Pero el fútbol tiene estas cosas.
Cuando menos lo merecía el Canalla, llegó un centro desde la izquierda, Zampedri giró y sacó un remate que pegó en la base del palo. Los defensores del Lobo no la pudieron sacar y allí estaba Zampedri para tocar con la cara interna del pie derecho e inflar la red, desatando la locura centralista. Inmediatamente después, Ruben ganó con el cuerpo y tocó para el goleador Zampedri, quien no hizo una buena recepción y por eso rechazo Guanini.
El nerviosismo se apoderó del Tripero, y el partido se tornó friccionado. De hecho, con gestos ampulosos Loustau no se cansó de hacer señas para que los futbolistas se calmaran.
Gimnasia intentó con su fuerza aérea, pero el Canalla mostraba su voracidad: centro de Parot, Zampedri cabeceó y Arias la mandó al córner. Central era pura efectividad. Dos llegadas, un gol. Al Lobo, en cambio, todo le costaba el doble.
Pese a las buenas intenciones de asociarse entre Comba-Faravelli y Tijanovich, a los de Troglio les faltaba claridad para lastimar a una defensa expeditiva y bien plantada como la del Canalla.
Troglio pergeñó una variante para el complemento. Adentro Hurtado, afuera Tijanovich.
Y, como un Lobo herido, Gimnasia fue. Más por convicción y empuje que por presunción de hazaña. Cuando el juego lo pedía, tuvo corazón caliente y mente fría: recuperó Faravelli, tocó con Silva, Comba abierto abrió los ojos y vio venir a Faravelli, quien definió de volea.
Se armó la final. Aunque con más garra que fútbol, el trámite se tornó de ida y vuelta. Gimnasia iba con la garra de Silva y las corridas de Comba. Central contestaba con la personalidad de Ortigoza, las trepadas de Bettini y el peligro latente de Zampedri. Acto seguido, lo tuvo el Tanque Silva con un cabezazo de pique que tapó Ledesma, una de las figuras de la noche.
El Lobo no se conformó y fue por más, pero no pudo ser. La suerte le fue esquiva ante un Canalla que terminó celebrando mediante la definición por penales, donde Álvarez volvió a lucirse sobre Guanini.