La temporada agrícola que pasó no fue buena en Mendoza, y también preocupa la tendencia declinante de la actividad en los últimos diez años, manifestada en una superficie cultivada que va en descenso. ¿Qué está ocurriendo en el agro mendocino? A continuación, se presentarán dos visiones globales de este agro, una sobre lo ocurrido en la última temporada y la otra considerando la tendencia en la última década.
Última temporada
En líneas generales, ha habido una caída en los ingresos, netos de inflación, percibidos por los productores, explicado por menor cosecha en uvas y en frutas, por un lado, y por bajos precios en productos hortícolas, en especial en ajo, por el otro. Esto, en un contexto de mayores costos salariales, dada la falta de mano de obra.
En el agro mendocino, hay productos que son más exportables y, por ende, dependen más de los precios pagados en el exterior. Por ejemplo, en Brasil se pagó menos por el ajo argentino, y así repercutió en los precios pagados al productor.
Hay otros productos que son menos exportables, y sus precios están más asociados a las cosechas. Como fueron bajas en uvas y algunas frutas (duraznos), lograron mayores precios (aumentaron más que la inflación). Un problema es que en algunos casos se cobra varios meses después de la cosecha, y la mayor inflación en estos últimos meses ha perjudicado más a los productores.
Tendencia de la década
Los datos muestran que, en general, los ingresos monetarios para productores agrícolas, netos de inflación, han sido bastante volátiles, pero con una cierta tendencia bajista. Con precios muy oscilantes, los menores ingresos están vinculados a una caída en cantidades. Tanto en uvas como en frutas viene disminuyendo su superficie cultivada, y posiblemente también sus rendimientos.
En la primera década de los 2000, el agro mendocino presentaba mejores indicadores que el promedio de la economía en general, tanto en producción como en empleo, mientras que esa tendencia se revirtió (para peor para el sector) a partir de la segunda década. ¿Qué cambios ha habido en ambas décadas? Varios, pensando en la rentabilidad del negocio agrícola.
Un primer cambio es la mayor inflación, que le juega en contra del productor que cobra varios meses después de la cosecha. Al menos así es en uvas. Una mayor inflación perjudica más mientras más alejadas están las cuotas para cobrar, y peor si no logra ajustar su precio.
Un segundo punto es un dólar oficial que rinde menos. Una parte del agro mendocino está vinculado con las exportaciones. Un dólar caro favorece a este agro, como se observó en la primera década de los 2000. En 2018/20 el dólar oficial se había encarecido, pero en los dos últimos años luego se ha venido rezagando notoriamente con respecto a la inflación.
Un dólar oficial que se atrasa implica que los costos argentinos en dólares crecen, por ejemplo, en insumos y equipos utilizados en el agro.
Hablando de costos, uno relevante es el de la mano de obra. Una característica del agro mendocino es ser muy intensivo en trabajo. No está tan tecnificado como el agro pampeano. Un problema es que, a nivel mundial, la población rural viene en baja, puesto que la gente prefiere vivir más en las ciudades (hay más oportunidades laborales y mayores comodidades). De esa manera, cuesta cada vez más conseguir trabajadores agrícolas. Y si fuese poco, en Argentina este fenómeno se ha agravado con la presencia de los planes.
Resumiendo, en el sector hay un problema de ingresos, que se diluyen con la inflación, y con los costos, que están creciendo en dólares.
¿Hay oportunidades para el sector?
Siempre las hay, aunque el contexto macroeconómico no esté jugando a favor. Cada productor conocerá mejor su paño. ¿Qué se observa a nivel macro? El mundo desarrollado cuenta con mayores ingresos que los nuestros, por lo cual pagan mayores precios. También está la ventaja de la contra-estación, que implica tener los productos de temporada, cuando ellos no los tienen por estar en invierno.
Obviamente, no es tan sencillo hacerlo desde Mendoza. El negocio del fresco requiere buenos precios, y eso es para algunos productos, y con variedades más demandantes. También se requiere contar con la infraestructura necesaria para su logística. En este sentido, está la posibilidad de asociarse con empresas de Chile, con vasta experiencia en este tipo de exportaciones.
Sintetizando, el contexto de los últimos diez años no ha sido propicio para el agro mendocino, afectado la rentabilidad de su negocio. Los recursos y las oportunidades están, pero la macroeconomía argentina no ha favorecido la generación de los cambios necesarios para un agro más sustentable.