En una época cuando se incrementa el riego agrícola, los productores se mantienen expectantes para ver si el recurso hídrico alcanzará para cubrir la demanda. Tras un año que fue récord en falta de agua, con un 50% del nivel histórico, esta temporada tiene una mejor perspectiva pero, una vez más, menor al promedio histórico. Se señalan también los problemas en cuanto a eficiencia de distribución y el uso.
Durante los últimos 10 años la provincia sufre una disminución paulatina del caudal de sus ríos, fruto del calentamiento global y la reducción nívea. El año pasado, según datos del Departamento General de Irrigación (DGI), se llegó a la peor situación hídrica de los últimos 33 años. El INTA estimó que la falta de agua produciría pérdidas de rendimiento de hasta el 30% por la reducción del agua y se adelantó la corta de agua para el llenado del embalse El Carrizal, dejando 5 meses (de fines de marzo a agosto) sin ese recurso a los regantes aguas abajo.
Los pronósticos del DGI indican un panorama más alentador para esta temporada, con una oferta general de agua del 70% de un año promedio (contrastando con el 50% de 2019-2020). Casi todos los ríos tendrán un año hidrológico “pobre”, excepto el Malargüe, para el cual la calificación es de “seco”. Hay que recordar que el 84% del agua de Mendoza se emplea para riego agrícola, mientras que para el abastecimiento de la población se destina el 9%, para uso recreativo/ambiental el 4 %, el 2% en uso público y un 1% en industria.
Matías Manzanares, gerente de la Asociación de Viñateros de Mendoza (AVM) recuerda que la temporada pasada debieron alargar las etapas en los turnos y después optaron por adelantar la corta anual que se hace para rellenar los embalses: “En abril y mayo creo que regamos una sola vez, fue terrible eso; ya no quedaba agua en el Carrizal”.
La preocupación de Manzanares, que es productor en el Este, es que de momento no se observa una gran reposición del agua, quizás por falta de agua del deshielo. “Eso lo que marca es que hay que poner atención ahí y empezar a ver, porque estamos un poco mejor que el año pasado pero no mucho. Si se sigue regando sin cuidado vamos a volver a tener un febrero-marzo complicado”, señala.
También dentro de AVM, su referente de San Rafael, Agustín Lattandi, muestra su preocupación desde el sur: “Está claro que cada vez hay menos escurrimientos. Hace 12 años el río Atuel erogaba 50 metros cúbicos y hoy eroga 30 metros cúbicos. Los técnicos de la zona hablamos de una nueva normalidad, no de crisis hídrica y no vemos que esta tendencia vaya a un cambio, sino que la situación se va a agravar”.
Lattandi además señala que los productores “son personas muy capaces. Apenas tienen condiciones visibles de precio y salen de la no rentabilidad empiezan a hacer obras para mejorar el riego intrafinca”. En ese sentido, destaca sus esfuerzos en el armado de compuertas o impermeabilización con silo bolsa o nailon.
Otro que expresa su preocupación es Sebastián Lafalla, presidente de la Cámara de Agricultura, Industria y Comercio de Tupungato. Más allá de una mayor nieve este invierno, resalta que los pronósticos del DGI “ni siquiera se están acercando a la media histórica” en ninguno de los ríos provinciales y eso se nota en la menor agua que llega a las fincas. “En las aguas subterráneas se nota que las napas bajan. Empezás a tener muchos problemas en los pozos donde tenés que empezar a bajar más tramos porque las bombas tiran entre agua y aire”, subraya Lafalla.
Desde la cámara tupungatina aseguran que se debe trabajar a largo plazo en el uso eficiente del riego por parte de los productores y además en una distribución eficiente. Lafalla lo explica así: “Hoy tenemos una estructura de distribución del agua del siglo pasado y la ley de aguas, muy sabia, que regula toda esa distribución, está hecha en base a ese sistema. Creo que hay que trabajar en dos ejes: en una modernización y distribución más eficiente del recurso a los productores y, una vez que se tenga eso, empezar a exigir al productor que debe ser eficiente con ese recurso”.
Mejora y vandalismo
Edgardo Roby es presidente de la Federación de Inspecciones de Cauce y también presidente de la Asociación de Productores del Oasis Este de Mendoza (Aproem). Desde ese doble rol, analiza que no todos los diques responden de la misma forma y que, si bien el escurrimiento esta temporada es inferior al estimado, la situación es “mil veces mejor que el año pasado”.
“Estamos mucho mejor que la temporada pasada. Nosotros este año arrancamos en julio con un Carrizal lleno, mientras que el año pasado no se pudo arrancar hasta setiembre”, sostiene Roby, para después señalar: “Yo riego por el Tunuyán Inferior y hasta ahora venimos bien. No tenemos mucha agua pero se está cumpliendo los riegos programados”.
Otro que concuerda con que será un mejor año es Rodrigo López, productor de Lavalle, que recuerda que “el último año fue malísimo” y considera que ahora están con un buen nivel, dentro de los parámetros. Incluso, el agua le ha alcanzado para regar su viña y además cuatro hectáreas de olivos que tiene y que no había regado desde hace 2 años.
“Estamos haciendo canalizaciones de hijuelas. Justamente, el jueves de la semana pasada tuvimos una asamblea de Irrigación y vimos la posibilidad de aumentar la cuota de la boleta del agua para ver si podemos hacer un poco más de obras. Por lo menos queremos ir haciendo 100 metros más de hormigonado de hijuela”, señala este productor de Costa de Araujo.
Por su parte, Eduardo Sancho, presidente de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas (Acovi), entiende que la falta de agua es algo que se está volviendo permanente y que, si bien este año será mejor, es necesario trabajar en obras más ambiciosas para mejorar la eficiencia en el uso del recurso hídrico. Uno de esos cambios es pasar de un sistema de oferta, donde “se envía” el agua y a cada cual le toca su turno, a otro de demanda donde el productor pueda utilizarla cuando considere mejor.
“Es importante que el agua se distribuya más por la demanda que por la oferta. Eso permitiría presurizar más rápido. En este momento es muy difícil debido a que los reservorios que tenés que hacer son de muy alto costo. El drama es el turno. Tenés agua cada 20 días pero si querés hacer un sistema por goteo tiene que andar permanentemente, todos los días. Para eso necesitarías tener un reservorio tremendo en la finca”, señala Sancho.
Para Roby, la propuesta de los reservorios es buena, pero hay un problema muy grave que es la delincuencia: “Se roban los plásticos, la membrana. Hemos tenido serios problemas en reservorios que hicieron para la zona de Lavalle, cerca del carril Chimbas. No es fácil porque hoy también tenemos ese problema de la delincuencia. Cuando se habla de riego por goteo lo primero es ver si vamos a tener electricidad para que funcione y lo segundo es resolver ese vandalismo”.
Sancho reconoce ese daño, pero le parece que el costo de cuidar el sistema vale la pena. “Hay mucho vandalismo de quienes van y rompen reservorios. Hemos visto algunos casos donde han cortado los materiales de impermeabilización para revenderlo. Es más el daño que hacen que los beneficios que consiguen, pero hay que tomar medidas. Lo tenemos que hacer. Si no, vamos a tener que dejar áreas sin cultivar”, apunta el presidente de Acovi.
La situación de los oasis
En términos generales, la producción agrícola de Mendoza se puede dividir en tres oasis: el Norte, formado por los ríos Mendoza y Tunuyán Inferior; el Centro (Valle de Uco), que se organiza a partir del río Tunuyán Superior; y el Sur que tiene su origen en los ríos Diamante y Atuel. Más al sur también hay un pequeño oasis en el departamento de Malargüe, nutrido por el río con ese mismo nombre.
Dentro del Oasis norte, se incluye la zona Este de la provincia, con la mayor superficie vitivinícola. Desde allí, Matías Manzanares estima que el Carrizal está a un 40% de su capacidad y considera que, más allá de tareas habituales de mantenimiento, no ha visto grandes obras referidas al Río Tunuyán inferior.
Desde Lavalle, también en el oasis Norte, Rodrigo López vuelve a señalar la mejor situación: “Este año estamos dentro de todo bien. Los turnos que tenemos nosotros son cada 16 días. Vienen los turnos de 96 horas y más o menos estamos regando 2 litros por segundo por hectárea. Los otros años hemos tenido coeficientes mucho más pobres”.
Con respecto al Valle de Uco, Sebastián Lafalla señala que el río Tunuyán está alrededor de un 50% de lo que sería un año normal y considera que la merma de agua “es algo que se va a prolongar en el tiempo”, basándose en estudios de institutos como el Ianigla. “Es mucha el agua que se pierde por los canales que no están impermeabilizados. Creo que hay que focalizarse en distribuir el agua lo más eficientemente posible y después exigir un uso eficiente de esa agua”, subraya el valletano.
Otro tema que señala Lafalla es que, puntualmente Tupungato, tiene aguas de vertiente que se terminan perdiendo: “Siendo un recurso escaso, lo ideal sería que en Tupungato tuvieran reservorios para poder captar esa gran cantidad de agua y, obviamente, no perderla”.
En cuanto al Oasis Sur, Agustín Lattandi reitera las pérdidas de metros cúbicos en el Atuel (de 50 a 30 metros cúbicos en 12 años), a lo que se suma el conflicto con La Pampa. “El año pasado la gente que regaba por el río Atuel lo hacía cada 15 días. El agravante es que ahora por un mandato judicial hay que darle 3 metros cúbicos al límite de La Pampa y, para que llegue, hay que erogar entre 10 y 12. ¿Qué te queda para regar?”, se pregunta antes de decir que una forma de lograrlo sería con un trasvase desde el Río Grande hacia el Río Atuel, una propuesta que apoya Acovi.
En cuando al río Diamante y viendo una reducción continua, este referente de AVM explica que trabajan cada vez más con turnos acordados, dando el agua cuando el cultivo lo necesita y no mediante turnos fijos: “Cuesta implementarlo, pero creemos que la solución va hacia eso. Hay que empezar a pensar en reservorios comuneros o asociativos, con lo cual acumulás el agua y regás en el momento óptimo para ser más eficientes”.
Además, Lattandi comenta que una situación que estudian es trabajar con los pozos de las inspecciones para refuerzo, para que el productor disponga del agua de los ríos más el refuerzo por pozo. Para esto también sería necesario un subsidio o reducción del IVA en el uso de la energía.
Eficiencia y transparencia
Consultado por el panorama para esta temporada, el superintendente de Irrigación, Sergio Marinelli, analiza que el año pasado fue el peor de toda la historia de los registros que se tienen, pero que esta temporada la situación es distinta. “Este año es mejor, el pronóstico se está cumpliendo. Todavía no hay unas temperaturas en altura que permitan un deshielo considerable; entonces los ríos no traen todavía todo el caudal”, aclara Marinelli.
Las estimaciones desde el DGI indican que los deshielos posteriores lograrán que los embalses sí se llenen a final de temporada y por lo tanto no se repetirá el adelanto de corta que se dio este año. “Hasta ahora no existiría ese problema, porque se vienen cumpliendo los pronósticos, y los derrames han sido incluso menores a los previstos. En el tiempo no hay pronósticos extendidos de temperatura que nos permitan saberlo y por lo tanto es en base de estadísticas”, detalla Marinelli.
Conscientes de que la menor cantidad de agua es un problema que llegó para quedarse, consideran que el foco debe estar en mejorar el riego, es decir que con la misma agua que se cuenta hoy debe mantenerse la producción e incluso aumentarla. La forma de lograrlo sería a través de la eficiencia, un aspecto en el que concordaron todos los entrevistados.
El actual “gobernador del agua” explica que el primer paso ha sido generar un mapa de eficiencias que se va construyendo con el tiempo, de manera de conocer la eficiencia real y saber que, si un canal presenta una pérdida de agua considerable, se debe priorizar la inversión en ese punto específico.
Otro de los pasos es lograr una mejor transparencia, de modo que la información esté disponible al regante de manera fácil. “También tiene que ver con la eficiencia, porque cuando hay variaciones non sanctas es importante que se controle”, explican desde el DGI. Al respecto, han trabajado con asociaciones para que tengan un ingeniero agrónomo que controle ese manejo y así mejorar el riego en la infraestructura.
Por último, referido al riego dentro de las fincas, un plan ha sido trabajar con productores para poder regar mejor con la misma cantidad de agua (por ejemplo, cambiando las compuertas o la cantidad de hijuelas) y después presentar la mejora a sus vecinos. “Esto se ha hecho otras veces, pero nunca como un programa con continuidad en el tiempo en que las asociaciones tuvieran el recurso humano para hacerlo permanente. Es fundamental que el inspector de cauce se haga parte de esto”, subraya Marinelli.
Obras de 2020 y 2021
El fin de año es una oportunidad para repasar algunas obras que se inauguraron este año en la provincia, así como mencionar qué se plantea para 2021.
Desde el DGI destacan este año la conclusión de algunas obras como el revestimiento del tramo superior del canal Cacique Guaymallén por más de 440 millones de pesos (incluyendo la construcción de caminos) y la generación del reservorio Rufino Ortega en Maipú por una inversión de alrededor de 40 millones de pesos (con financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo y el DGI).
Otras obras importantes que se concluyeron este año fueron la impermeabilización de 1.050 metros del canal Santa Rosa con una inversión de $ 7 millones. En total, durante 2020 se invirtieron $ 140 millones en obras y $ 35 millones en maquinarias.
“Tenemos la política de todos los años: hacer obras acordadas con los inspectores. En lugar de hacerlo a voluntad del superintendente, lo hemos hecho en base a una fórmula que establece una serie de pautas para establecer la obra más pertinente. Eso debe tener el acompañamiento de los productores porque después ellos devuelven esa obra. Si están de acuerdo, avanzamos”, explica Marinelli.
Por otro lado, mirando el presupuesto de este año, se recaudó un 95% de lo estimado y se gastó el 85% (se dio una reducción por motivos vinculados a la pandemia). Ese ahorro se destinaría para ampliar las propuestas de obras el año entrante.
“Referido a 2021, deseo que podamos cumplir con seguir mejorando la eficiencia, logrando el cambio cultural para flexibilizar el sistema y ejecutando nuestro importante plan de obras. El 40% del presupuesto 2021 será en obras de inversión. Son un sin número de obras chicas pero todas importantes”, adelanta Marinelli.