Con mejores precios para la uva y el vino respecto del año pasado, las reservas de barbechos de vid han aumentado para la nueva temporada. En algunos viveros se habla del doble de pedidos respecto de 2020, aunque referentes viñateros aclaran que puede tratarse de un remplazo de vides y no de un aumento de superficie.
Junio y julio suelen ser los meses con mayor pedido y reserva de plantines. Si bien se colocan recién en setiembre, este tiempo (con los primeros pagos de las bodegas) es el momento que tiene el productor para pensar en la inversión de la nueva temporada.
Los viveristas consultados coincidieron en que la situación actual es muy buena, después de un 2020 con un nivel muy bajo por la crisis continua del sector. Se trata de un tema de expectativa habitual en la agricultura: al subir el precio de la uva y del vino este año y poder respirar más, el productor y las bodegas pueden pensar en invertir para la próxima temporada.
Víctor Barroso, presidente del vivero San Nicolás, detalla que en esta semana ya tenían reservada un 70% de la capacidad de producción. El año pasado para esa misma fecha sólo tenían un 35% reservado, es decir la mitad de este año.
“Las ventas de plantas se relacionan en cómo le va al productor y cómo está en general el precio del vino. Si al productor le es rentable, decide invertir y vendemos más plantas. Este año se tonificó un poco el precio, por lo tanto han aumentado los pedidos, mucho más que en años anteriores”, explica Barroso.
Desde Vivero Productora SA, su gerente general Martín Zanetti, comparte esa visión ya que este año “se han duplicado los pedidos” respecto de 2020. “La vitivinicultura viene con una gran recuperación, porque el precio del vino y del kilo de uva ha sido cuatro veces mejor que cuando se estaban fundiendo todos los productores”, apunta.
Nadie niega la desaparición de viñedos por la baja rentabilidad de 2018, 2019 y 2020, pero Zanetti destaca el aumento de pedidos de plantines de calidad: “Hoy la vitivinicultura se ha quedado con una superficie reducida. Aquellos que sobrevivieron a esa crisis de los últimos tres años quieren mejorar sus viñedos y las bodegas también, para mejorar su calidad de uva”.
Enrico Najt, CEO y responsable técnico de Viveros Guillaume Valle Verde, coincide en el aumento, aunque aclara que “la tendencia alcista de ventas de plantas se frenó bruscamente en 2017 y lo de este año es una leve recuperación”. Incluso, cree que la mayor demanda reside en productores integrados que buscan el autoabastecimiento progresivo al ir desapareciendo el productor primario.
Najt también considera que el productor debe estar bien asesorado y ya no hay lugar para la improvisación: “La viticultura moderna exige usar todas las variables (agronómicas y macro y micro económicas) en armonía para obtener resultados de acuerdo con la inversión. El éxito del negocio vitícola debe en gran parte a las decisiones correctas del profesional agrónomo”.
Mejorar la calidad
En cuanto a las características de las plantas, los viveristas coinciden en que el Malbec sigue siendo el varietal más pedido, con alrededor de un 50% del total. En segundo lugar se nota cierto auge del Cabernet Franc, y en vinos blancos algunos destacan el Chardonnay.
En el vivero San Nicolás destacan que los productores son cada vez más exigentes con la calidad y suelen trabajar con plantas de pie franco e injertadas. “Hoy lo que se busca es estar muy fino con los costos. Tener buena calidad y rendimientos son las claves del éxito de la vitivinicultura”, apunta Víctor Barroso. Además, en ese vivero trabajan en la certificación de plantas libres de virus, un análisis que lleva entre 5 y 6 años.
“Así como en personas se hacen PCR para detectar el Coronavirus, se analiza si las plantas son libres de virus perjudiciales. Sanitariamente son mejores, duran más tiempo y no se cae el rendimiento. Francia, España e Italia funcionan de esta manera, nos hemos capacitado allá”, explica el presidente del vivero San Nicolás.
Otra empresa que trabaja en plantas libre de virus y ya tienen la certificación es el Vivero Productora SA. “Hoy estamos vendiendo plantas certificadas libre de virus. Somos el primer vivero que tiene lote de plantas madre propia certificadas”, comenta su gerente Martín Zanetti.
En cuanto a los precios de las plantas, Zanetti afirma que acompañan al dólar oficial y “hoy con la disparidad que hay, es el momento más económico para hacer una inversión en vitivinicultura”. Además, sugiere planificar y solicitar las plantas con un año de anticipación y poder asegurarse la calidad y sanidad de las plantas.
Finalmente, Enrico Najt recomienda al productor tener en claro su proyecto, sabiendo que la economía podrá demorar o acelerar su proceso. “Debe saber bien a qué vivero comprará sus plantas, sus antecedentes y el pedido debe hacerse con suficiente anticipación”, sugiere el CEO de Viveros Guillaume Valle Verde, además de visitar el local para examinar que sus plantas crezcan sanas y con vigor.
Previo a la plantación, Najt sugiere observar el volumen radicular, la ausencia de nematodos (observando detalladamente las raíces), un injerto firme que soporte la presión ejercida con el dedo pulgar, ausencia de brotes del portainjerto, una buena clasificación de plantas y buena hidratación de todas sus partes, portainjerto, raíces y brote, por mencionar algunas sugerencias.
Desde el lado viñatero
Al momento de consultar a asociaciones de viñateros, algunos referentes responden con cautela. Si bien coinciden en que, cuando los precios suben, el productor se entusiasma y puede invertir, consideran que la compra de nuevas plantas es más para reponer que para expandir su producción.
Eduardo Córdoba, presidente de AVM (Asociación de Viñateros de Mendoza), comenta que es habitual la rotura de cepas y por ende su recambio, más cuando el precio de la producción acompaña. De todas formas, recuerda que en los últimos años se perdieron muchas hectáreas de cultivos y recién ahora se puede cubrir los costos, sin tener en cuenta amortizaciones.
“Ahora estamos con una recomposición de precios. Lo que entra y sale más o menos se ha reacomodado para que el productor pueda pensar en mejorar un poquito su cultivo. Los viveros también van funcionando según cómo evoluciona el precio que se paga al productor”, sostiene Córdoba.
En Aproem (Asociación de los Productores del Oasis Este Mendocino), su presidente, Gabriela Lizana, opina que puede darse una renovación en casos donde la variedad pague bien, pero sería una recomposición normal de viñedos y no una expansión. “Es el correlato a los datos del INV con relación a la pérdida de hectáreas de viñedos chicos. Crecen los grandes y caen los chicos”, señala.
Si bien Lizana considera que “plantas y palos es lo primero que el productor necesita”, aclara que todo tiene que ver con la rentabilidad y las expectativas: “En este país todo aumenta, pero parece que el vino se queda. Siempre vamos atrasados. La mejora del precio fue un ajuste que ni siquiera alcanzó los índices de la inflación o del aumento del dólar, que en muchos casos es el valor de referencia”.
Córdoba destaca el fruto de asociarse y cuenta que en el caso de AVM hicieron un listado con productores para pedir con tiempo sus plantas: “Hicimos las reservas de barbechos, nuestros asociados se anotaron con la variedad que querían. Van a tener cubiertas su cantidad para reponer y ampliar su cultivo. Por eso decimos que es importante estar conectados”.
Por su parte, Lizana remarca que hay una gran voluntad del sector productivo, “que le gusta trabajar. El alma del productor es generar recursos, producir”. En ese sentido, debido “al maltrato hacia la actividad” comenta que hay cada vez más personas que desarman sus viñedos y se dedican a producir otro tipo de cultivos.
Inquietudes de este inicio de temporada
Hay varias preocupaciones de los productores al iniciar esta temporada. Desde AVM señalan que la falta de nieve en la montaña hace pensar en un año crítico para disponer del recurso hídrico. “Es muy bajo el porcentaje de productores con agua de pozo para complementar el agua de riego, más los costos de hacer andar un pozo. Un elemento determinante para mejorar la productividad va a ser la disponibilidad de agua”, señala Eduardo Córdoba.
Otra preocupación del presidente de AVM es el combate contra la Lobesia botrana. La semana pasada, este medio reflejaba la falta de aportes del gobierno nacional y es una complicación para productores por el costo. “La polilla de la vid produce ataques importantes. Hay productores que no hacen el tratamiento por falta de recursos, y si recorres el campo está salpicado de viñedos abandonados y decrépitos”, agrega Córdoba.
Gabriela Lizana coincide en que la principal inquietud es el tema hídrico: “En mi opinión personal, es fundamental hacer un programa de eficiencia hídrica para Mendoza. Para los cultivos existentes y lo que se pueda dar”. Ese trabajo se vería, por ejemplo, en préstamos y subsidios para mejorar el riego intrafinca, además que se debe analizar la tarifa eléctrica para los pozos.
“Otra gran preocupación es el abuso de los grandes bodegueros, hablo de los cuatro o cinco formadores de precios que sostienen formas de pago larguísimas que nos dejan fuera de mercado. Pagan con plazos largos y precios similares al costo de producción”, afirmó.