En Mendoza, la mayor parte de la ganadería de cría se hace en zonas de secano. Cuenta con 1,5 millones de cabezas (33% bovinos y 48% caprinos), aproximadamente. El noreste de la provincia representa el 19% del stock, donde el pastizal es la fuente de forraje para los animales.
Desde la Agencia de Extensión Rural Santa Rosa INTA se trabaja promoviendo herramientas tecnológicas orientadas a un manejo sustentable del pastizal. Una herramienta crucial para este fin es la estimación de la receptividad ganadera.
Algunas veces, el concepto de receptividad ganadera es utilizado del mismo modo que el de carga animal. Para comprender la diferencia entre ambos, debe saberse que el primero hace referencia a la oferta ambiental o la aptitud del pastizal para soportar una determinada cantidad de animales sin degradar el ambiente, es decir, cuánto forraje hay. En tanto que el segundo únicamente expresa la cantidad de animales que utilizan el forraje durante un período de tiempo que se define como un año, expresado generalmente como número de animales por hectárea por año (Nº animales/ha/año), sin dar este dato información acerca de la sobre o sub utilización del pastizal.
En términos de protección ambiental, es más adecuado hablar de receptividad ganadera ya que se hace mención a la cantidad de animales que podrían pastorear sin generar efectos negativos sobre el pastizal. Conociendo este dato, es posible calcular la carga animal para un campo determinado.
Debe existir un equilibrio entre la oferta forrajera y la demanda del esquema de producción; la oferta de alimento del campo debería responder a los requerimientos del animal y al objetivo productivo de la empresa ganadera, sin afectar al pastizal.
Si se produce un desbalance entre la receptividad y la carga animal, como consecuencia inmediata se genera un perjuicio ambiental, ya que si se sobrepastorea podría provocarse una reducción del número de especies de interés forrajero, y esto impacta sobre la calidad de la dieta tanto en términos cualitativos como cuantitativos. Además, la disminución de especies y la imposibilidad de reproducción de las mismas ocasiona que haya más superficie de suelo descubierto, lo que lo hace susceptible a la erosión eólica. Esto incide directamente sobre “el norte” del negocio ganadero, ya que se producen mermas en los índices reproductivos y productivos: disminución de porcentajes de preñez y destete, hembras que no manifiestan celo o lo presentan con retraso, terneros destetados con menos peso, vacas con baja condición corporal en la época de servicio, menor producción de leche durante el período de lactancia.
Entonces, es clave para el sostenimiento del sistema ganadero de cría de la provincia de Mendoza, calcular la receptividad ganadera para determinar la carga animal de los campos. ¿Cuándo se debe realizar? Lo más acertado es hacerla en dos épocas del año, una en la entrada del otoño y la otra determinación en primavera/verano luego de las primeras lluvias. La medición de otoño permite conocer cuánto alimento dispone el campo para pasar el invierno y con la determinación de primavera/verano se puede observar qué es lo que está rebrotando en el pastizal. Con estas cifras en mano se puede calcular cuántos animales puedo poner a pastorear. Lo importante es no cargar el campo al límite, hay que tener en cuenta un factor de uso del pastizal de aproximadamente el 50%, quedando un remanente como reserva, que será determinante para la supervivencia de los pastos ante la fluctuación de los eventos climáticos.
El otro aspecto importante en el manejo del pastizal, es darle descanso. Esto quiere decir, que transcurra un período de tiempo sin ser pastoreado (sin animales). Dicho descanso se traduce en efectos positivos sobre el pastizal: le permite recuperarse, acumular reservas en planta, producir semillas, colonizar espacios de suelo desnudo y mejorar la oferta forrajera tanto en cantidad como en calidad. Es cierto que en ocasiones la sistematización del campo no permite realizar los descansos durante el año mediante clausuras, debido a que no existen divisiones, pero existe la alternativa de hacerlo entre años, o utilizar la fuente de agua como medio para controlar el pastoreo.
Teniendo en cuenta la fragilidad del ambiente donde se desarrolla la ganadería de cría en Mendoza, la determinación de la oferta forrajera del pastizal es la base para calcular la receptividad y asignar una correcta carga animal. La aplicación de esta tecnología es determinante para poder llevar adelante una producción ganadera sustentable.