El reporte del Observatorio Vitivinícola, en base a datos del INV, “La integración como mecanismo de sostenibilidad de la producción vitivinícola”, muestra una realidad preocupante: “El 59,2% de los viñedos del país son menores a 5 hectáreas y detentan el 14,1% de la superficie cultivada de vid”, es decir que si consideramos a cada viñedo como una unidad productiva, casi 60% de los productores vitivinícolas tienen menos de 5 hectáreas. No les alcanza con lo que producen.
Tal como se conoce en el sector, la ecuación para que una unidad productiva sea rentable, requiere de parcelas de al menos 20 hectáreas, lo que genera un viñedo que permite obtener algo de ganancia.
De hecho, el mismo reporte muestra que “el 7,4% de los viñedos corresponden a vides de más de 25 hectáreas, concentrando el 45% de la superficie cultivada”.
Estos números muestran que unos 14 mil productores, si tomamos como base, que cada viñedo tiene un única titularidad, no alcanzan a cubrir los costos. Es claro que más temprano que tarde la actividad va hacia un proceso de concentración.
En este sentido, el reporte del OVA plantea que, la integración, es el único mecanismo para la sostenibilidad de la producción vitivinícola.
“La integración inteligente y colaborativa debería ser el camino que discontinúe las tendencias de concentración de áreas vitivinícolas por abandono de la actividad”, indican. Pero sacando a un jugador tan grande como lo es Fecovita y que tiene varias décadas trabajando en este sentido ¿qué están haciendo tanto privados como el Estado para procurar la sostenibilidad de estos productores e integrarlos a la cadena?
Muchos seguramente podrán puntear actividades realizadas, pero ninguna con el éxito que ha tenido Fecovita, tanto en el desarrollo territorial, como también en el de contención de los productores.
Por lo tanto, en vista a estos números, será necesario plantearse verdaderas soluciones de fondo tangibles donde se puedan ver resultados medibles en el mediano plazo. Si no, todo se convierte en actividades espasmódicas, que no dejan huella pero que terminan dejando más productores heridos, sin poder integrarse al mercado, acomodarse a las nuevas exigencias y sólo viviendo de ese pasado glorioso.