Catas: productores prevén hasta 100% de pérdidas por la invasión de estos animales

Los ataques de esta plaga arrancan en la época de floración. Dañan seriamente las yemas. Se trabaja en estrategias para controlarlas.

Catas: productores prevén hasta 100% de pérdidas por la invasión de estos animales
Desde la floración, estas aves atacan principalmente frutales de carozo. Las pérdidas, en algunos casos, llegan al 100%. Complejo panorama. / José Gutiérrez

Myiopsitta monachus, conocida popularmente como cata o cata verde, se ha transformado en los últimos años en uno de los problemas más importantes para los productores locales. Esta especie originaria, de los montes, ha encontrado en los oasis productivos de Mendoza un entorno ideal para su reproducción y de allí los problemas. De las plantaciones frutales de la provincia obtienen variados alimentos, lo que se traduce en pérdidas de hasta el 100% en algunos cultivos.

Ante los reclamos de los productores que no encuentran métodos efectivos para controlar la invasión, en 2017 las autoridades locales tomaron cartas en el asunto y, a través de la resolución 805, fue declarada especie perjudicial y dañina en San Martín, Rivadavia, Junín, Maipú y Luján de Cuyo. Esto, pese a ser una especie natural y protegida. Sin embargo, la problemática no puede limitarse a esos cinco departamentos, ya que los daños se extienden por todo el territorio provincial, aunque la falta de evidencia científico-técnica no permite extender la resolución a otras comunas.

Esta especie silvestre, con características de una especie invasora, está presente casi en la totalidad de la provincia y año a año su población aumenta. Más allá de alimentarse del fruto ya maduro, las catas atacan los árboles incluso en la etapa previa a la floración, cuando las yemas comienzan a aparecer. Esto repercute directamente en el rendimiento final, ya que algunos cultivos alcanzan una productividad nula sin maduración de frutas.

Desde el Gobierno de Mendoza reconocen que éste es un problema grave. Valentina Navarro, directora de Agricultura de la provincia, estimó que, pese a tener una resolución vigente desde hace tres años, éste es el primero en el que se realiza un trabajo coordinado entre Iscamen, la Dirección de Recursos Naturales Renovables, la Dirección de Agricultura y los municipios, para abordar la problemática.

La funcionaria aseguró que en la mayoría de los departamentos donde están declaradas como especies peligrosas, se han empezado a bajar nidos, aunque el trabajo ha sido dispar a causa de la pandemia de coronavirus. Además, se brindan charlas de capacitación a productores donde se brindan herramientas para lograr el control de la especie en las fincas. Asimismo, las autoridades han encargado al INTA un estudio para que en Santa Rosa y La Paz se mida el daño a fin de poder declararlas allí también una especie perjudicial.

Navarro entiende que éste no es el escenario esperado por los productores, ya que lo ideal sería el control total de la especie, pero destacó que es un primer paso importante el trabajo coordinado con el objetivo de que el próximo año, cuando ya con otra posible realidad sanitaria, se podría aplicar un mejor manejo y con más anticipación.

Sebastián Melchor, director de Recursos Naturales Renovables de la Secretaría de Ambiente y Ordenamiento Territorial, manifestó que, si bien en cinco departamentos las catas han sido declaradas especies perjudiciales, eso no significa que en el resto de la provincia no causen daños. “En los otros oasis productivos está sucediendo, pero necesitamos la información científico-técnica que nos permita declararla perjudicial”, sostuvo.

Melchor destacó que, aunque sea la primera vez que en tres años el problema se ha abordado de manera articulada, en años anteriores ya se venía trabajando en esta situación. Sin embargo, como con cualquier otra plaga, la solución no será de un día para el otro, sino que es algo que puede llevar años, tal como ha pasado con la invasión, que comenzó desde hace bastante tiempo y crece día a día.

El funcionario explicó que el problema comenzó a partir de un mal manejo de una especie que fue introducida por varios factores y que fue encontrando espacios disponibles para la reproducción de su población.

Es que, por años, las catas habitaron los montes. A partir del desarrollo agropecuario del país y el crecimiento de la población, fueron modificadas. Así, la especie comenzó a convivir con los humanos y a su vez fueron buscando nuevos espacios, encontrando en Mendoza uno ideal. A eso se le suma la compra de estos animales como mascotas domésticas, algo que luego se prohibió en 2013.

Melchor manifestó que los mejores métodos para controlarlas son los incruentos ya que los métodos como la caza de las aves o la aplicación de venenos, producen otros daños y riesgos a la población, que se deben evitar.

La medición de los daños

En 2019, para noviembre, la EEA Junín INTA dio a conocer los resultados de un estudio realizado sobre el daño que causa esta especie en cultivos frutícolas de Mendoza, algo que hasta ese momento no había sido medido.

La investigación realizada por el ingeniero Antonio Weibel se basó en diseños experimentales sobre duraznero, damasco, almendro y granado. En el primero de los casos, durante la primavera y verano de 2018, se evaluó el efecto del daño de catas en el cultivo de durazno de industria cv Pavia Catherine, de maduración temprana (fines de diciembre), sobre las flores y frutos. Así, en 18 plantas se determinó un daño de 11% en flores en la parte inferior de las plantas y un 18% en la superior. Por otro lado, de un total de 18.988 frutos analizados, 1.508 fueron afectados por las catas, lo que representó un 8% de daño. El daño se estimó sobre los frutos que permanecieron en planta, sin considerar el daño previo en flores.

En el caso del granado, la evaluación se realizó sobre 72 plantas de granada cv Wonderful, cubriéndose la mitad con tela antigranizo para evitar la entrada de aves y se colocaron ahuyentadores visuales en la parcela de ensayo. En ese contexto se estudiaron los daños en frutos desde que estos tomaron coloración rojiza en adelante, hasta la cosecha. Al finalizar el período de evaluación en abril de 2018 se registró un daño en el 29% de los frutos en relación al testigo cubierto con malla. Asimismo, no se observó efecto de protección del cultivo por parte del ahuyentador visual sobre los frutos.

Para el damasco, en mayo de 2018 se cubrieron nueve plantas de damasco cv Modesto con tela antigranizo, y se dejaron al descubierto igual cantidad. En este caso se observaron daños en yemas de damasco desde mayo, antes de la caída de hojas, continuando durante el invierno. La actividad de las aves continuó hasta la floración, afectando las flores. Posteriormente se reinició el daño cuando los frutos comenzaron a madurar, en diciembre. Las pérdidas totales fueron del 66% en relación al testigo cubierto con malla, pudiendo ser mayor ya que al momento de colocarse las telas, ya existían restos de yemas en el suelo en el testigo cubierto.

El caso más afectado fue sin dudas el del almendro. En invierno de 2018 se cubrieron con tela cuatro plantas de cada cultivar analizado: Marinada, Tarraco y Mardía, que fueron remplazadas en primavera por cabinas. Mientras que 12 plantas se dejaron descubiertas. Al finalizar el ciclo, el daño fue del 100%. En almendro, se observaron daños desde junio en yemas, continuando con flores en primavera. El fruto luego fue atacado en verde hasta la madurez, por lo cual la ventana de daño fue muy grande.

Este mismo estudio reveló que en octubre de 2019 se retiraron y destruyeron 431 nidos en el departamento de Junín, ubicados en el carril Isidoro Bousquet, en una distancia total de 5.100 metros. El promedio fue de un nido cada 11,8 metros, cada uno con alrededor de dos huevos. Con esa cantidad de nidos, se estimó una población de más de 1.700 individuos adultos que, en tan sólo un año, podrían sumar más de 4.000 aves.

En cuanto al éxito de los métodos empleados para el control, que incluyó ahuyentadores y repelentes, tuvo una efectividad de parcial a nula, por lo que el estudio concluyó que la metodología más eficaz es el cubrimiento con tela antigranizo o anti pájaro que garantizaría el 0% de daño.

MUY DAÑINAS. Los frutales de carozo y los almendros son los más perjudicados por este tipo de plagas. Tanto la zona Este como la zona Norte son las áreas donde es mayor el desarrollo y reproducción de estos animales.
MUY DAÑINAS. Los frutales de carozo y los almendros son los más perjudicados por este tipo de plagas. Tanto la zona Este como la zona Norte son las áreas donde es mayor el desarrollo y reproducción de estos animales.

Las pérdidas para los productores

Las catas encuentran en almendras, duraznos, damascos, cerezas y otras frutas de carozo, los alimentos más atractivos para su dieta. Como ya lo habíamos mencionado y bien se explica con los datos aportados por el INTA, los daños pueden llegar a ser totales ya que se ataca al árbol desde la etapa cuando aparece la yema hinchada, lo que impide la floración y en consecuencia la planta brota con las hojas, pero sin frutos, ni producción.

Manuel Viera, coordinador de la Asociación de Frutos Secos de Mendoza, comentó que el problema afecta a productores de toda la provincia y específicamente en Lavalle hay casos en que la pérdida para almendras ha sido del 100%. Si bien esta planta es la más afectada, algunos productores también han registrado pérdidas en pistacho, aunque no han sido cuantificadas, mientras que en nogales el daño es prácticamente nulo.

Viera aseguró que los productores han participado de las charlas propuestas por las autoridades pero que no han aportado novedades, ya que los sistemas presentados ya se han probado en las fincas y su efectividad es temporal.

Asimismo, algunas de las técnicas sugeridas por Iscamen son económicamente inviables para los productores porque requieren aplicaciones diarias.

Desde la Asociación de Frutos secos proponen una estrategia coordinada público-privada y permanente, así como sucede con otras plagas como es el caso de la mosca del mediterráneo.

De todas maneras, también entienden que la solución no será inmediata, sino que puede llegar a ser algo de mediano a largo plazo que requiere el trabajo de productores, las autoridades y entidades de ciencia y tecnología, para elaborar un programa de manejo.

Omar Carrasco, presidente de la Unión Frutihortícola Argentina, coincide con que se trata de un problema importantísimo que se suma a otras complicaciones que ya tienen los productores en el contexto general. Carrasco expresó que esta problemática, además de en los frutos secos, se presenta en los frutos de carozo con pérdidas significativas.

En estos casos, las catas atacan cuando el carozo comienza a brotar y siguen durante todo el proceso de maduración hasta terminar con el fruto. El problema para él es que, en la mayoría de los lugares, salvo en los cinco departamentos incluidos en la resolución 805, no se puede hacer demasiado para erradicarlas.

Juan Martínez, productor de cereza, durazno y damasco de Luján de Cuyo, contó que en sus plantaciones las pérdidas son de más del 20% del total de la producción. El problema se lo han planteado a las autoridades ya desde 2016, pero la población de catas sigue creciendo a un ritmo infrenable.

Más allá de que el municipio se puede encargar de bajar los nidos que se encuentran en el arbolado público, Martínez contó que en su finca intenta aplicar métodos para alejarlas. Uno de ellos es un sistema de láser que, en principio, es efectivo, pero con el paso de los días cuando las aves se acostumbran, ya no cumple su función.

Los amparos a la resolución 805

Los fundamentos para el control de la plaga tienen más de 55 años de antigüedad. El primero es de 1964, cuando la secretaría de Estado de Agricultura y Ganadería de la Nación estableció que la cata común o Myiopsitta Monachus es considerada una “plaga de la agricultura”. En Mendoza, el 16 de junio de 2017, la Dirección de Recursos Naturales Renovables de la Secretaría de Ambiente y Ordenamiento Territorial dio a conocer la resolución 805, mediante la cual establece, entre otras cosas, que los daños ocasionados por Cata común inciden en las principales actividades económicas de la Provincia de Mendoza, como son la uva, el durazno, almendros, ciruelos, damascos y olivos por lo que es una especie perjudicial y dañina en los departamentos de San Martín, Rivadavia, Junín, Maipú y Luján de Cuyo (Oasis cultivados Norte y Este).

Asimismo, advierte que los afectados que quieran reducir la plaga de catas deben inscribirse en un registro ya que, al obrar por cuenta propia, estarían infringiendo la ley de especies protegidas. A su vez, ofrece metodologías incruentas y cruentas a las que pueden recurrir los productores afectados sin provocar daños colaterales a otras especies, aunque desde recursos naturales desalientan aquellas más drásticas como dar muerte a los animales.

Sin embargo, la resolución 805 tiene algunos amparos por parte de organizaciones protectoras de animales. A pesar de esto, actualmente sigue vigente, mientras se espera que la Justicia dicte su fallo y establezca su legalidad o no.

Desde la Dirección de Recursos Naturales, por ser parte implicada, prefirieron no emitir comentarios sobre la posible resolución del fallo ni especular con los plazos estimados. En tanto, siguen trabajando para otorgar a los productores aquellas herramientas para el control de la plaga de una forma equilibrada con la economía local.

Los métodos recomendados de combate

Las recomendaciones brindadas por por las autoridades locales y el Iscamen en las charlas que se han brindado a los productores son todas técnicas incruentas, es decir, que no se mata al animal.

Gastón Crauchuk, coordinador del programa Agroecología del Iscamen, fue el responsable de elaborar un manual difundido para la mitigación del conflicto. A partir de la experiencia en fincas particulares y prácticas en grupos de trabajo, el experto acopió todos los consejos que permiten ahuyentar las catas de manera temporal:

Eliminación de nidos: es la más recomendada y realizada en época invernal puede reducir hasta un 50% la especie.

Uso de insumos como repelentes: puede darse con extracto de Capsaicina (Ají picante molido y agua) lo que se aplica sobre las plantas y generan ardor y picor en la boca de las aves; con extracto de ajo ya que a fitoalexina (la alicina proveniente de la alliína) provoca un sabor amargo, lo que evita que las aves coman.

Esta técnica requiere una aplicación diaria.

Modo de ahuyentamiento por sonido: con un sistema de cencerros ubicados a lo largo de la línea de plantas; con parlantes que reproducen el sonido de águilas cazando; con sistema de ultrasonido.

Modo de ahuyentamiento por imágenes: con CD’s colgados que reflejan la luz del sol y ese brillo las espanta; con espejos y luz láser, ya que la intermitencia de dicha luz ahuyenta por completo a las catas; y espantapájaros con siluetas en forma de aguiluchos en lo alto de las plantas.

Uso de aves rapaces: utilizando aves de caza de vuelo, alimentándolos con carne y otros alimentos para que se queden en la propiedad. Existen servicios de aves entrenadas, que pueden ser alquiladas.

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