A pocos días de empezar la cosecha, y después de un año en el que las pérdidas por heladas alcanzaron en promedio el 75% de la producción, todo parece apuntar a que ésta será una buena temporada para la cereza. Aunque aún resta encontrar mano de obra para levantar la fruta, desde el sector consideran que la situación no es tan crítica como con otros cultivos. La superficie cultivada en la provincia va creciendo lentamente para responder a una demanda internacional insatisfecha y Mendoza cuenta con la ventaja de poder ofrecer al mercado productos primicia.
Entre mañana y el martes, estiman, comenzará la cosecha en la zona norte de la provincia, mientras que en el Valle de Uco empezará alrededor del 10 de noviembre. Diego Aguilar, presidente de la Cámara de Cerezas de Mendoza, explica que, como el año pasado las heladas de los primeros días de setiembre causaron mucho daño y sólo se pudo levantar un 25% de la producción, las plantas están descansadas y contaban con energía para crecer mejor. También favorecieron la buena floración, pareja, en unos 4 o 5 días, las bajas temperaturas del invierno y una primavera cálida.
Si bien este año también se produjo una helada en toda la provincia, los primeros días de este mes, Aguilar señaló que no provocó tanto daño como se había pensado en un primer momento y que, de hecho, cumplió una función de raleo en plantas que tenían mucha cantidad de fruta. De todos modos, aclaró que en Agua Amarga y Vista Flores (Tunuyán), la afectación puede haber sido más significativa. Agregó que tienen que esperar a que empiece a crecer el fruto, porque a veces se desprende solo en ese momento.
En la provincia hay unas 750 hectáreas cultivadas con cereza y cada año se va incrementando un poco la superficie. En 2020, indicó Aguilar, los viveristas han entregado todas las plantas que tenían e incluso trajeron de otras provincias. Además, se observa un recambio varietal y el uso de más tecnología en los montes nuevos.
Se esperaba que el establecimiento de protocolos sanitarios que permiten ingresar de modo directo a los mercados de China y Tailandia incentivara un crecimiento más rápido de la producción de cereza en la provincia, pero el obstáculo principal para que esto suceda, señaló el titular de la Cámara, es la falta de acceso a financiamiento.
“El dólar que los productores entierran en 2020, recién lo empiezan a recuperar en 2025 o 2026. Si bien deja rentabilidad, se requiere de inversores que puedan hacerlo y tengan en cuenta esto”, planteó. Por otra parte, comentó que no hay buen material genético ni la cantidad de plantas suficientes –este déficit también se observa en Chile- y los viveros no han podido acompañar con importaciones que permitan hacer portainjertos de calidad, porque también se vieron afectados por la crisis del sector frutícola.
“El suelo está. La expertise también y los mercados están abiertos”, resumió Aguilar. Estimó que va a tomar a los productores un par de años de trabajo, en conjunto con Senasa, Iscamen, INTA e Inase, para lograr que el cultivo de cereza vaya tomando más relevancia. Esto sería, consideró, muy bueno para la matriz productiva de la provincia porque permitiría diversificarla, más allá de que la vitivinicultura, con la pandemia, se haya visto beneficiada por un aumento del consumo.
Mix de exportaciones
Con el establecimiento del protocolo sanitario, se realizaron algunos envíos marítimos a China. El acuerdo establece que, como la zona norte de la provincia no es considerada libre de mosca del Mediterráneo, hay que despachar la fruta por mar y con tratamiento de frío en tránsito. En cambio, la que se cultiva y empaca en el Valle de Uco puede enviarse por avión, lo que significa una ventaja porque el viaje es más corto y permite aprovechar la ventaja de que en Mendoza la fruta es temprana y conseguir mejores precios.
Aguilar explicó que la mayoría de las empresas asociadas a la Cámara están apuntando al mercado chino, sobre todo los que producen en el Valle de Uco y pueden utilizar el transporte aéreo. Esto, porque si se llega entre la segunda y la tercera semana de noviembre, se pueden obtener más de 10 dólares por kilo. En cambio, a medida que avanza la temporada, y cuando empieza a llegar la cereza de Chile, el precio cae a unos 5 dólares; aunque por algunas variedades se puede conseguir un poco más.
El 50% de la producción –se calcula que este año se llegará a las 6 mil toneladas- se exporta. El principal destino es Inglaterra, pero también otros países de Europa, como España, Francia, Países Bajos y Bélgica; Emiratos Árabes, Qatar, India, Singapur. Lo ideal, opinó el presidente de la Cámara de Cerezas de Mendoza, es armar un mix entre Inglaterra, que tienen precios más bajos pero más estables, y China, para la primicia.
También señaló que sería muy importante lograr que la zona norte de la provincia sea declarada libre de mosca de los frutos, ya que, si se pudiera exportar por avión la cereza que se produce en Panquehua, Maipú o Vistalba -y se cosecha antes-, se podrían alcanzar precios cercanos a los 20 dólares el kilo.
A diferencia de lo que sucede con otros cultivos, el precio de la cereza es más previsible y existe una demanda mundial insatisfecha. Aunque se trata de nichos de mercado pequeños, el número de consumidores es importante y para el Año Nuevo Chino, que en 2021 cae el 12 de febrero, se consumen grandes cantidades de esta fruta, por lo que hay potencial para crecer.
Cosecha en cuarentena
La cereza es la fruta que inaugura la temporada de cosecha en Mendoza. Si bien esto hace que no se haya resuelto aún si podrán ingresar trabajadores de otras provincias, que cada año llegan a participar de esta tarea, también los beneficia el hecho de ser los primeros de la cadena y no tener que competir por la mano de obra con otros cultivos.
Diego Aguilar mencionó que el sector demanda entre 1.100 y 1.200 operarios temporales y que, habitualmente, son entre 350 y 400 los que vienen de las provincias del norte. Al ser el primero en cosechar, es probable que puedan remplazarlos con mano de obra local, pero el problema es que se necesita de trabajadores especializados, porque se necesita levantar una cierta cantidad de kilos al día para que sea rentable y no es sencillo alcanzar ese volumen.
Por otra parte, Aguilar estimó que, con los altos niveles de desocupación es probable que haya gente que quiera dedicarse a la cosecha. Para ello sería necesario, agregó, que no se les quiten los beneficios como la AUH o el IFE, porque hay personas que, ante el temor de perder ese medio de subsistencia, no quieren estar registrados. Sin embargo, para cosechar se necesita utilizar una escalera y es imprescindible contar con cobertura de una ART.
Desde la Cámara han trabajado con el gobierno provincial en el armado de protocolos y han elevado notas al gobierno nacional para que habiliten el transporte interjurisdiccional para los cosechadores que, hasta el momento, no han sido incluidos entre los trabajadores esenciales que pueden utilizar este servicio. Asimismo, hasta el momento la provincia pide una cuarentena para quienes ingresen y se están definiendo lugares. Aunque es una situación crítica por la cercanía de la cosecha, estiman que, de no poder resolverlo, podrían recurrir a mano de obra local.
Vuelos en pandemia
Raúl Fragapane, quien produce cerezas en el Valle de Uco y en Fray Luis Beltrán, detalló que la temporada viene bien porque hay mayor cantidad de fruta que el año pasado, con apenas una semana de demora en la maduración respecto de 2019 y buenas perspectivas porque los mercados están requiriendo mercadería.
Sin embargo, están anticipando inconvenientes con los vuelos. Es que algunas compañías han dejado de volar a Buenos Aires y las que siguen prestando el servicio han reducido la cantidad de vuelos semanales. De hecho, ya están habiendo problemas con las cargas de arándanos por este motivo.
Por otra parte, Fragapane comentó que el valor del flete ha aumentado considerablemente y mientras en 2019 pagaban U$S 1,80 por caja de cerezas, este año podría llegar a 2,40. Si se considera que una caja de cerezas se vende, en promedio entre U$S 5 y U$S 10, se entiende hasta qué punto el transporte impacta en el costo final del producto y cómo afecta a la rentabilidad del productor.
Sobre las posibilidades del mercado chino, comentó que tienen sus clientes desde hace varios años y primero tienen que cumplir con ellos. Pero, además, resaltó que la zona norte de la provincia no puede mandar a China en avión y que, si bien él tiene la chacra en el Valle de Uco, una zona libre de mosca del Mediterráneo, el galpón de empaque está en Guaymallén, por lo que, al cruzar Zapata, pierde este status sanitario.
Fragapane comentó que cada temporada hacen programaciones de nuevos cultivos y que este año sumaron 5 hectáreas en Beltrán y otras tantas en el Valle de Uco. Además, ya han pedido las plantas para sumar otras 8 a 10 hectáreas en 2021. Es que los viveristas reciben los pedidos con un año de antelación, porque hace un par de años tenían muchas y no pudieron venderlas, y perdieron esa inversión.
La familia Fragapane cultiva cerezas desde los ’70. Pero también tienen otras frutas de carozo –ciruela, durazno, nectarines- y de pepita (manzanas y peras), además de aceitunas. Sin embargo, en los últimos años le han dado más prioridad a la cereza porque es un producto muy requerido, que llega a los mercados de forma temprana, cuando casi no están abastecidos. Además, como los primeros contenedores se cargan a fines de noviembre, se puede llegar a otras partes del mundo para la época navideña.
Pese a eso, lamentó que hace dos décadas se decía que Mendoza era la zona “cerecera” del país, pero fue perdiendo esa distinción porque el sector productivo no recibió el acompañamiento que sí ha tenido en otras provincias, como Río Negro y Neuquén, en donde surgieron plantaciones con tecnología, favorecidas por el acceso a facilidades.
Apostar por la tecnología
Además de que cada año, lentamente se van sumando algunas nuevas hectáreas con cereza en la provincia, Diego Aguilar destacó que también hay productores que se han animado, en 2020, en el contexto de la pandemia, a “techar” sus cultivos. Se trata, detalló, de un sistema que permite proteger a la fruta de la lluvia, ya que el agua ingresa por la piel y por las raíces, y, cuando sobrepasa una cierta cantidad, rompe la piel del fruto.
La tecnología se utiliza en otros países, como España, Australia y Chile. La inversión es significativa y en Mendoza pueden transcurrir dos o tres primaveras sin lluvias –de hecho, se ha pronosticado que ésta será más calurosa y más seca-, pero en los últimos 5 años ha habido precipitaciones de más de 5 milímetros en los días previos a la cosecha. Además, la carpa genera una diferencia de temperatura que puede adelantar el momento de la recolección aunque también hay que prestar atención a los hongos, que pueden formarse en un ambiente cerrado.
Nicolás Güizzo es el primer productor mendocino de cereza que se decidió a colocar cobertura a una parte del cultivo. Explicó que se trata de una inversión pensada para contrarrestar el efecto de la lluvia, ya que exportan a mercados que exigen buena calidad y ha habido años que llegaron a perder el 30% de la producción, no sólo en forma directa por la rajadura de la piel, sino también indirecta, porque la vida post cosecha se reduce.
Por otra parte, apunta a adelantar las fechas de cosecha en sus fincas de Carrodilla y Agrelo. Aunque este año no podrán aprovechar esta ventaja, ya que recién terminaron de colocar la cobertura por estos días, el sistema genera más calor, con lo que se acelera el ciclo. Para 2021, la idea es colocarla en julio, en cuanto se haya cumplido con las horas de frío que necesita la planta.
Además, si bien cuentan con riego subarbóreo, por el mismo hecho de que eleva algunos grados la temperatura del cultivo, la cubierta también funciona como un método de protección contra las heladas. Güizzo añadió que hay estudios que prueban que se reduce la evotranspiración, por lo que se optimiza el uso del agua. Y, otro beneficio no menor, les permitirá cuidar las plantas del ataque de los loros.
Este año, detalló el productor, sólo “techaron” un bloque estratégico de cuatro hectáreas, porque ha sido un momento complejo para realizar inversiones y no sabían cómo iba a funcionar la logística, ya que el sistema viene de China. Otro tema a resolver era que, por ser una metodología nueva en el país, no hay personal capacitado para su instalación y prefirieron empezar por una superficie acotada. Sin embargo, la consideró fundamental para cuidar la producción en el contexto del cambio climático.
El interés de Güizzo de adelantar la cosecha se debe a que están pensando, sobre todo, en el mercado de China, con el objetivo de lograr algo similar a lo que ocurre en Chile, en donde el 90% de la producción se exporta al gigante asiático. “Al día de hoy, la producción de cereza no tiene techo, porque es de los pocos productos que tienen una demanda insatisfecha”, planteó.
De ahí que, en los últimos años hayan sumado 5 hectáreas a las que ya tenían, luego de arrancar ciruelas y un parral. Estas nuevas plantaciones se han realizado, además, con un sistema de conducción de plantas bajas, que facilita las tareas de recolección porque no se necesitan escaleras. Esto, ya que saben que la escasa disponibilidad de mano de obra es una problemática previa a la pandemia.