El predio de 35 hectáreas, en la localidad de Agrelo, en Luján de Cuyo, desde 2005 abrazó los conceptos de respeto al medio ambiente y biodiversidad, donde el hombre, flora, fauna y el cosmos están relacionados y son complementarios. Su filosofía de “Amor por la Tierra” consolidó su propuesta en Mendoza y hoy ofrece una amplia selección de vinos orgánicos y biodinámicos.
La bodega Alpamanta, que fue galardonada con las medallas de oro en las categorías Prácticas sustentables y Arquitectura y Paisajes durante la gala de los Premios Best Of Mendoza’s Wine Tourism 2024, competirá en Suiza, en octubre, como el mejor establecimiento sustentable del mundo en el concurso que reúne a los más distinguidos embajadores de las grandes capitales del vino.
Un camino increíble
Para acceder al centro del predio, en donde se emplaza la bodega, hay que transitar por un camino bordeado por olivos. Alpamanta es una de las pocas bodegas sustentables de Argentina con vinos orgánicos y biodinámicos certificados.
El establecimiento está emplazado en un predio de 35 hectáreas con forma de rombo, cuyos vértices emulan una rosa de los vientos indicando los puntos cardinales. Construida en forma de “L”, los brazos de la bodega albergan a las naves de tanques y la nave de botellas y se abren hacia el oeste, regalando vistas maravillosas a un biolago propio y la cordillera de los Andes.
Estos brazos cobijan a la nave de barricas y reciben a las visitas a través de suaves rampas formadas por la inclinación del techo.
Así llegamos al ingreso principal, en una terraza mirador que permite la vista del predio completo. Por el vértice este, la calle que lleva al sector de servicios es custodiada por otra variedad típica, los álamos.
Un viaje al interior
El techo de Alpamanta cuenta con un sistema de aislación térmica GreenGrove y su inclinación permite que la colecta de aguas llegue hasta el estanque de riesgo, que fue tratado en plan paisajístico.
Los cerramientos verticales de cada nave tienen doble muro y mampostería de ladrillón revocada en su cara interior, un aislante térmico natural.
El diseño de Alpamanta logra la integración con la naturaleza. Talones verdes cubren los distintos sectores de la bodega y funcionan como gravas para la contemplación del paisaje y el disfrute de actividades artísticas en un escenario fascinante.
Llegar a la cava
Para optimizar las actividades y cultivar el respeto, en Alpamanta el circuito de visitas nunca se cruza con el de producción. Los invitados acceden a la cava de manera gradual hasta encontrarse en ella. El ingreso en la terraza mirador desemboca en la cava circular gracias a un recorrido amigable y un diseño que protege los procesos contra la humedad y contaminaciones.
Este sector articula las naves en un axis mundi que conecta el cosmos con la Tierra y sus habitantes, y la sala de degustación con la sala de preparados que, ya en el subsuelo, nos acerca al corazón de la Tierra. Precisamente donde Alpamanta, desde todas sus concepciones, pretende llegar.
Las visitas se hacen con reserva previa, y se puede acompañar de un almuerzo sano o un asado en el corazón del viñedo.