Actualmente, se debate mucho sobre nuestra matriz productiva en la provincia de Mendoza: ¿Está obsoleta? ¿Debemos diversificar o apostar a una sola actividad? ¿Minería sí o no? Sin embargo, entre esos y otros cuestionamientos, nos hemos aturdido y en ese ruido (sumado a la falta de consensos e ideas) no llegamos a ver que “la pelota la tenemos de nuestro lado”.
Hoy en el planeta se debate qué hacer ante el cambio climático y cómo producir de forma sustentable. Pues bien, hay un conjunto enorme de actividades que vienen desarrollándose producto de estas discusiones y que se engloban dentro de lo que es la bioeconomía.
¿Qué es la bioeconomía?
Se trata de un paradigma de desarrollo sustentable que incluye a diversos sectores de la cadena agropecuaria, agroindustrial y farmacéutica. Comprende tanto a los denominados bioproductos como los bioinsumos y los biomateriales, a los bioprocesos como la bioenergía y a la biotecnología como herramienta aplicada al mejoramiento vegetal, animal y de los microorganismos. Donde en cada uno de ellos se destaca la industria del conocimiento.
La Bioeconomía la encontramos todos los días de nuestra vida, ya que no solo nos referimos a los alimentos, sino también, a modo de ejemplo, encontramos en los nuevos jabones que usamos para lavar la ropa, enzimas que ayudan a la limpieza y mayor cuidado de nuestras prendas. Con este sencillo caso, podemos dar a entender lo diverso del mundo de la bioeconomía, tal es así, que hoy representa más del 20% del PBI del país según datos del Observatorio Rural y Agropecuario de Mendoza (ORAM) .
Para ir adentrándonos en el título del tema, la provincia de Mendoza tuvo la acertada decisión que gran parte de su sector primario se desarrolle agregando valor. Por eso, es una de las principales provincias con mayor cantidad de agroindustrias y la más diversificada de todas, con procesos industriales en frutas, hortalizas y animales. Lamentablemente nos encontramos en un momento donde este modelo, pensado en el siglo XX, no está dando resultados satisfactorios en el siglo presente.
Solo a modo de ejemplo, el modelo vitivinícola en los últimos 10 años ha expulsado a más de 5.000 productores, en ello influyen muchos factores, como los cambios de hábito de consumo, el cambio climático, la falta de tecnología, los costos energéticos y una gran falta de capacidad de adaptarnos a nuevos modelos productivos sustentables, que son los que hoy nos exigen los consumidores. He aquí, en la capacidad agroindustrial ya instalada, un gran potencial para desarrollar agrobiotecnología, ya que sabemos producir con agregado de valor y conocimiento, los actores están vigentes.
Crear un polo agrobioindustrial
En el marco de los conceptos del ordenamiento territorial, un polo es una zona geográfica delimitada con el objetivo de estimular, potenciar y desarrollar en ella actividades específicas vinculadas a una misma área de la economía, de la administración pública u otras esferas de la vida social.
Esta franja territorial es objeto de diversas políticas públicas y beneficios para las actividades que allí se encuentren, en orden de promover el desarrollo de ese sector en particular. Esto nos lleva a tener que organizar y planificar este territorio en base a un criterio de fomento y protección de estas actividades, con el objeto de generar, en estas zonas, beneficios a toda la población de forma directa o indirecta.
¿Por qué agrobioindustrial? Se llama así porque abarca todo lo que se realiza con seres vivos “bio” ya sea para producción alimentaria u otros, donde entran en este polígono territorial las producciones primarias y sus agregados de valor (la agroindustria), industrias genéticas y biotecnológicas en general, entre otras del mismo rubro.
El concepto en general está centrado en la bioeconomía, dando una economía basada en la producción y el consumo de bienes y servicios derivados de la transformación y la explotación sustentable de recursos biológicos aprovechando el conocimiento de los sistemas naturales y aplicando tecnologías que emulen los procesos y ciclos biológicos.
¿Dónde? En el cinturón verde
Mendoza tiene un valor legislativo que es la sanción de la Ley 8.051 “Ordenamiento Territorial y Usos del Suelo” donde luego se confecciona el Plan Provincial de Ordenamiento Territorial, Ley 8.999 en el 2017. Dentro de ello, hay una zona ideal donde se elaboran más de 50 tipos de alimentos, aportando innumerable cantidad de biomasa. Ese lugar es el cinturón verde del área metropolitana de Mendoza, donde el plan de ordenamiento territorial habla más de lo que no hay que hacer en esta zona, que de lo que sí hay que hacer.
En este sector existen condiciones ideales para desarrollar un innovador polo agrobioindustrial. Esta zona es un agroecosistema con características particulares y estratégicas debido a su ubicación (cercanía al Área Metropolitana de Mendoza y a las principales vías de acceso), su aptitud agrícola y la disponibilidad de recurso hídrico y edáfico.
En la zona se producen diferentes tipos de cultivos. Una de sus principales actividades y de las más importantes es la horticultura, actividad que se encuentra en riesgo debido al avance urbano sobre tierras fértiles. Por otra parte, se encuentra el mayor número de agroindustrias de la provincia, muchas de ellas vinculadas directamente con sus actividades primarias.
El cinturón verde involucra a 5 municipios (Guaymallén, Las Heras, Maipú, Luján y Lavalle) con características diferentes y particulares, las cuales contribuyen a la posibilidad de generar un polo agrobioindustrial diverso con elevada generación de valor y empleo. Por lo tanto, nos encontramos con una zona con condiciones ambientales y ecológicas óptimas, que ya cuenta con los actores productivos que van a permitir desarrollarla, trabajadores ya capacitados y donde solo resta ordenar los servicios públicos existentes en función de este modelo de desarrollo.
Trabajar en este proyecto creativo, donde se vienen dando estos debates a nivel global, nos permitirá ordenar el territorio de forma sustentable, dando valor a nuestras producciones locales, generar industrias inteligentes con producción en cascada, reutilizar los recursos y generar un impacto de valor agregado con industrias del conocimiento.
Demanda creciente y constante
Para ir cerrando, es importante recalcar que hay una demanda creciente y constante de todas estas industrias comprendidas en el mundo de la bioeconomía. En ello, la provincia tiene una posición geopolítica privilegiada respecto al mundo, donde ecológicamente es factible un gran numero de actividades económicas agrobioindustriales (muchas ya se vienen realizando) y donde la distribución de estos productos a nivel nacional e internacional es factible con inversiones mínimas de obra pública.
Es importante que como mendocinos/as recuperemos el espíritu innovador. Así como en el siglo XX fuimos pioneros en el modelo agroindustrial, en este siglo tenemos la posibilidad histórica de desarrollar el primer modelo agrobioindustrial del país, actualizando nuestra matriz productiva.
De ponernos de acuerdo, este modelo es muy factible y promisorio con participación público-privada, es momento de que sigamos haciendo historia. Como decía el pensador Peter Drucker, la mejor manera de predecir el futuro es creándolo.
