Volúmenes de cosecha superiores, menos inclemencias climáticas y una disminución en el impacto de las plagas que afectaron los cultivos en la cosecha anterior -como consecuencia de períodos de altas temperaturas extendidos en el tiempo- son los principales factores que tanto los productores mendocinos como las asociaciones que los agrupan mencionan al analizar las perspectivas económicas y productivas del sector rumbo a 2025.
Los desafíos, del mismo modo, están ligados a las variables económicas (tanto internas como externas) que, según se espera, impactarán negativamente en la rentabilidad. También se plantean necesidades que, según los representantes de las economías regionales, son clave para permitir un mayor crecimiento y sostenibilidad de actividades que históricamente han situado al sector agrario de Mendoza entre los de mayor potencial en el ámbito local, nacional e internacional.
Además de la vid, cuyo panorama también se evalúa como alentador para la próxima temporada de cosecha, Mendoza cuenta entre sus bastiones de producción al olivo (destinado a aceite), al tomate para industria y al ajo, hortaliza que en los últimos años ha sabido conquistar los mercados externos por su alta calidad.
La última granizada ocurrida en Mendoza, que afectó sobre todo a los sectores del Este mendocino, generó alerta entre los productores, debido al posible impacto en diversos cultivos durante el período estival que se avecina. Por ello, algunos prefieren compartir un balance cauteloso al evaluar las perspectivas, aunque el análisis final sigue siendo alentador.
Mario Bustos Carra es el gerente general de la Asociación Olivícola de Mendoza (Asolmen) y de la Cámara de Comercio Exterior de Cuyo. Por su parte, Maximiliano Di Césare representa a la Asociación de Productores, Empacadores y Exportadores de Ajo, Cebollas y Afines de la Provincia de Mendoza (Asocamen), mientras que Guillermo San Martín es el gerente general de la Asociación Tomate 2000. Todos ellos compartieron su visión sobre los desafíos, perspectivas y balances que actualmente involucran a los sectores de productores y empresas vinculadas a la actividad agropecuaria que representan.
Bustos Carra destacó que las perspectivas para el próximo año, en relación con la producción de aceitunas destinadas a abastecer los mercados interno y externo, son un poco mejores que las del año pasado. “En esa oportunidad tuvimos una cosecha muy magra. Hubo zonas geográficas que tuvieron mejor producción que otras, pero el promedio general fue bajo”, explicó, y aclaró que, si bien estas son las perspectivas en una primera instancia, todavía es aventurado adelantar un diagnóstico final.
Precisamente, la última tormenta que azotó los departamentos de la zona este mendocina tuvo un impacto muy fuerte en todos los cultivos, incluido el olivo. “Estamos en plena temporada de riesgo de granizo y eso es algo que, lamentablemente, siempre puede influir en la producción. Pero, más o menos, eso es lo que se espera: que sea una cosecha de normal a mejor que la del año pasado”, vaticinó Bustos Carra.
Por estos días, en las tierras donde se cultivan los olivos, ya se ha producido la etapa conocida como “cuaje”, en la cual las aceitunas comienzan a tomar sus rasgos característicos. No obstante, aún queda la etapa de crecimiento y maduración, que dependerá de la intensidad de las temperaturas que se registren en los próximos meses. Este periodo será clave para que, hacia fines de marzo y mediados de abril, se puedan cosechar los mayores volúmenes de aceitunas.
En 2024, los productores del sector tuvieron que afrontar una cosecha tardía, detalló Bustos Carra, y explicó que el proceso de recolección de las frutas de los olivos se inició incluso quince días más tarde de lo habitual. “Es necesario esperar esa época para la aceituna de mesa, mientras que en los primeros días de mayo se da inicio a la elaboración de aceite de oliva”, indicó el gerente general de Asolmen.
Bustos Carra también detalló que, en general, toda la provincia de Mendoza cuenta con plantaciones de aceitunas, aunque con densidades variables. Por lo general, Maipú es una de las zonas más densamente productivas, pero también hay excelentes cultivos en determinadas áreas de San Rafael, Lavalle, San Martín, Rivadavia y Junín. Puede afirmarse, aclara, que toda la provincia es productora de aceitunas, aunque con ciertas particularidades que la diferencian.
“En nuestra provincia son muy pocas las grandes fincas de olivos; hay, pero no son tantas. Generalmente, el olivo en Mendoza está asociado con la producción vitivinícola. Muchas veces se utiliza como barrera para proteger los cultivos del viento, aunque en fincas grandes sí hay mayores cantidades de olivos. Por eso, a veces es difícil medir la cantidad exacta de superficie plantada, ya que cuando está coasociada con otras producciones es más complicado”, explicó.
Desafíos y necesidades que urgen ser subsanadas
En 2024, uno de los principales problemas que tuvo que enfrentar el sector olivícola de Mendoza fue la falta de mercadería. Bustos Carra detalló que la provincia no pudo cumplir con todos los requerimientos exigidos, aunque, pese a ello, fue posible mantener los mercados de destino. Aseguró que ese objetivo se logró “con mucho esfuerzo”. A ese panorama, agregó, se sumaron los vaivenes de la inflación y las elevadas cargas impositivas. “Es necesario que desde el Gobierno se reformule la carga impositiva, y también es clave que se reformen las leyes laborales”, analizó al centrar su mirada en el contexto económico y político argentino.
Según la última estimación realizada por el sector olivícola, se espera que en lo que respecta al aceite de oliva se produzcan entre 2.500 y 3.000 toneladas. Además, se proyecta un volumen estimado de unas 11.000 toneladas de aceitunas de mesa. “De ese total, se calcula que el 20% del aceite de oliva va al mercado interno, al igual que el 25% de la aceituna de mesa. Esto significa que quedarían unas 3.000 toneladas de aceitunas de mesa y entre 500 y 600 toneladas de aceite de oliva destinadas únicamente al mercado interno”, calculó Bustos Carra.
Añadió que, para el mercado externo, tomando como base el mismo volumen, se espera que 2.500 toneladas de aceite de oliva y 9.000 toneladas de aceitunas de mesa se destinen a la exportación, lo que representaría entre el 70% y el 80% de la producción total.
Además de Brasil, el aceite de oliva producido en Mendoza es altamente demandado en Estados Unidos, México y Colombia. En los últimos años, incluido 2024, también se ha observado una notable apertura del consumo en países europeos, cuya cosecha fue duramente afectada por récords de bajas temperaturas. La alta calidad de la materia prima y los estándares premium que se mantienen a lo largo de toda la cadena de producción del aceite mendocino son factores clave que impulsan la economía regional y favorecen a los productores.
“El aceite de oliva de Mendoza tiene características especiales que lo hacen único. Somos el segundo país fuera de Europa en exportar este producto, lo que demuestra claramente que la calidad de nuestra olivicultura siempre ha sido y sigue siendo excelente”, defendió Bustos Carra.
Al abordar un aspecto más complejo, relacionado con los desafíos del sector olivícola, Bustos Carra subrayó la pérdida creciente de zonas cultivadas en Mendoza, una preocupación que se refleja en las estadísticas más recientes. Mientras que años atrás Mendoza ocupaba el primer lugar en el mapa nacional en producción de aceitunas, hoy la provincia se encuentra en el cuarto puesto, detrás de San Juan, Catamarca y La Rioja. “Necesitamos más hectáreas cultivadas para poder satisfacer, alimentar y aumentar la capacidad industrial instalada, que muchas veces se encuentra ociosa por falta de materia prima”, advirtió.
En relación con la rentabilidad proyectada para este año, particularmente en los mercados europeos, Bustos Carra explicó que en 2024, por ejemplo, uno de los países donde el aceite de oliva mendocino tuvo mayor aceptación fue España. Esto se debió a las inclemencias climáticas sufridas en ese país, con un invierno de temperaturas extremas, lo que motivó una subida en los precios y, a su vez, una retracción en la demanda. Sin embargo, destacó que actualmente los precios están disminuyendo significativamente y se mostró cauto al señalar que aún es necesario evaluar el impacto que podrían generar las heladas en ese país europeo.
El desafío del tomate en el mercado externo
La Asociación Tomate 2000, que reúne a 160 productores de tomate de las provincias de La Rioja, San Juan y Mendoza -las principales abastecedoras del país para la industrialización-, incluye además a ocho agroindustrias y 30 empresas de bienes y servicios relacionadas con la actividad. Guillermo San Martín, gerente de la entidad, destacó que la cosecha de esta temporada comenzó hacia finales de diciembre de 2024 en La Rioja y San Juan, con la extracción del tomate perita temprano. En tanto, la etapa de cosecha más intensa se espera para enero de 2025.
El pico de producción tiene lugar en San Juan y se extiende hasta finales de abril, mientras que los mayores volúmenes en Mendoza se cosechan entre febrero y marzo. Este fruto se destina principalmente al mercado interno para su industrialización, donde se utiliza en la elaboración de salsas y conservas que abastecen a marcas reconocidas a nivel nacional.
San Martín subrayó la importancia de que los pequeños productores se asocien con marcas líderes del mercado de tomate industrializado. “Hoy por hoy, el productor que no se haya asociado a alguna marca no sabe si va a poder vender su producción”, advirtió. Además, señaló que el sector enfrenta una situación compleja en términos de rentabilidad debido a los altos costos impositivos. Sin embargo, la reciente disminución en los valores de las maquinarias agrícolas ha sido un factor alentador para los productores.
El gerente de Tomate 2000 explicó que la temporada comenzó en agosto de 2024 con costos iniciales muy altos, los cuales han ido reduciéndose gradualmente. No obstante, el aumento en los impuestos de servicios clave, como parte de un sinceramiento tarifario, ha convertido esta en una “temporada bisagra” para el sector. Frente a este contexto, se plantea la necesidad de implementar planes de eficiencia en la producción y ajustar variables económicas.
A pesar de estos desafíos, San Martín destacó de manera positiva que en la presente temporada se han cosechado tomates de mayor calidad en comparación con el año anterior. Esto ha sido posible gracias a condiciones climáticas más favorables, con menos viento zonda y menos olas de calor extremo, que han facilitado el crecimiento y maduración de las plantaciones.
En los campos mendocinos cultivados con tomate perita, dos tormentas de granizo impactaron durante el período de crecimiento, aunque no causaron daños significativos. Asimismo, la mejora en el abastecimiento de agua para riego -tanto en Mendoza como en San Juan- ha sido un factor clave que contribuye al buen desarrollo de la producción en curso.
De acuerdo con los datos de la Asociación Tomate 2000, las tres provincias producen diferentes rendimientos por hectárea cultivada: en La Rioja se alcanzan 85 toneladas por hectárea; en San Juan, entre 95 y 100 toneladas; y en Mendoza, entre 75 y 80 toneladas, principalmente en los departamentos del Este, el Norte y el Valle de Uco. Estas cifras representan una mejora respecto a 2023 y comienzos de 2024, cuando los rendimientos fueron menores debido al impacto del granizo y las olas de calor, que también exacerbaron la proliferación de plagas.
Al analizar los desafíos futuros, San Martín expresó que uno de los principales objetivos es lograr que el tomate mendocino se posicione en el mercado externo. “Para exportar necesitamos ser más competitivos”, afirmó, y destacó la importancia de acceder a créditos y de contar con un esquema tributario que facilite la comercialización de la fruta a nivel internacional.
Ajo mendocino al mundo
Durante el último mes de 2024, en las zonas con plantaciones de ajo en Mendoza se llevó a cabo la cosecha, dando paso a las etapas de estacionamiento, secado, acondicionamiento y empaque, de manera que los volúmenes estuvieran disponibles para su comercialización en el mercado interno. Pero, sobre todo, con el objetivo de alcanzar un posicionamiento trascendental en los mercados externos. Maximiliano Di Césare, representante de Asocamen, realizó un análisis cauteloso del balance obtenido a partir de los procesos desarrollados en el campo mendocino durante 2024.
Detalló que surgieron dificultades en el rendimiento del ajo debido a las bajas temperaturas y a las condiciones climáticas locales, que resultaron en un menor rendimiento por hectárea cultivada. “Esto ha provocado una reducción en los calibres, lo que a su vez derivó en una disminución de los rindes, y esto podría impactar en la siembra de la temporada 2025″, explicó Di Césare, al poner el foco en los desafíos venideros. Precisamente, destacó que el impacto mayor se sintió en los pequeños productores, quienes enfrentaron una rentabilidad por hectárea menor a la esperada.
Sin embargo, aclaró que, pese a estos inconvenientes, el ajo sigue siendo la hortaliza que posiciona a Mendoza en los mapas nacional y mundial. De hecho, resaltó que su liderazgo a nivel nacional se mantiene intacto: del total de ajo cultivado en tierras mendocinas, el 80% se exporta. Según Di Césare, los argentinos en general no son grandes consumidores de ajo por cuestiones culturales. No obstante, la apertura de mercados como Brasil (el principal destino), Estados Unidos, Taiwán, la Unión Europea (incluyendo países como España, Francia y Alemania), Australia y México ha consolidado a Mendoza como uno de los mayores abastecedores globales.
En ese contexto, Di Césare destacó como un logro clave el haber destrabado los requisitos que México imponía para aceptar la producción local de ajo.
Hacia febrero y marzo de 2025 se dará inicio al período de plantación de los bulbos en las zonas cultivadas con ajo. El crecimiento de estas plantas en tierra mendocina a lo largo de nueve meses será determinante para que las cosechas puedan realizarse entre fines de octubre y principios de noviembre. En tanto, las variedades más tardías, como el ajo colorado, se terminarán de cosechar a mediados de diciembre. Por su parte, las variedades más tempranas, comercializadas inicialmente, son el ajo chino morado y el ajo chino blanco.
En 2024, señaló Di Césare, el invierno con temperaturas más bajas de lo habitual para estas latitudes afectó el rendimiento, generando una merma en la producción. A pesar de ello, el promedio estimado en la provincia para la producción de ajo en sus diversas variedades fue de 200.000 toneladas anuales, de las cuales el 80% se destina a la exportación y el 20% al mercado interno. “El ajo mendocino se produce desde Malargüe hasta Lavalle, siendo el 60% de esa producción originada en los departamentos del Valle de Uco”, explicó Di Césare.
En cuanto a la rentabilidad, señaló que uno de los principales problemas se relaciona con el costo de los fletes necesarios para trasladar los volúmenes de exportación. “El ajo que no va a Brasil por vía terrestre se exporta desde el aeropuerto de Chile. En esta temporada exportamos por ultramar, pero enfrentamos algunas dificultades debido al encarecimiento de los precios en el puerto chileno”, detalló.
Por ello, Di Césare planteó que uno de los temas a resolver a futuro es reducir los costos asociados al transporte y la exportación. “Un desafío en términos de factibilidad es poder exportar en un futuro a través de puertos argentinos. Esa es una deuda pendiente con los productores que forman parte de las economías regionales”, enfatizó el representante de Asocamen, la entidad más representativa de la producción de ajo mendocino.