El 90% de la actividad avícola se concentra en las provincias de Entre Ríos y Buenos Aires, y el resto se distribuye entre Mendoza, Santa Fe, Córdoba, Río Negro, Chubut, Salta, Jujuy y Tucumán, y aunque referentes consultados por Los Andes resaltaron algunas barreras, se trata de una actividad “rentable” y que tiene espacio para crecer, especialmente atada a los beneficios del consumo de la proteína de origen aviar, y de un menor precio de venta final para los consumidores, si se la compara con otras carnes blancas.
De hecho, el pasado 2 de julio, se celebró el Día Nacional de la Avicultura en nuestro país, y el Servicio Nacional de Calidad Agroalimentaria (Senasa), se propuso destacar el “rol estratégico que tiene esta cadena productiva, tanto para el mercado interno como para el internacional”, teniendo en cuenta que Argentina es uno de los 10 países productores y exportadores en todo el mundo.
Ese volumen exportador es posible, de acuerdo con el Senasa, gracias a los “estatus sanitarios con los que cuenta Argentina, libre de influenza aviar (IA) y de enfermedad de Newcastle (ENC)”.
De hecho, la IA es una de las principales amenazas para el sector, y no fue hasta agosto de 2023, que Argentina recuperó su estatus sanitario, que se vio comprometido por casos detectados de la influenza aviar altamente patógena (IAAP) anteriormente. Hoy nuestro país exporta a más de 100 destinos, incluidos incluidos algunos de los mercados más exigentes, entre los que se destacan Emiratos Árabes Unidos (EAU), Arabia Saudita, Sudáfrica, Brasil, Vietnam y Hong Kong (China).
Hasta ahí el mercado exportador, pero a nivel país, el sector puede celebrar un leve aumento en las ventas: el año pasado el consumo per cápita de esta proteína alcanzó los 45,69 kg por habitante al año, un aumento del 0,37% en comparación con 2022, pero si se toma un periodo de tiempo mayor, se muestra un aumento sostenido: en 2019, antes de la pandemia, de acuerdo con un informe de Coninagro, los argentinos consumían, en promedio, 43 kilos por año por habitante de carne aviar. En el caso de los huevos, se pasó en dicho periodo de tiempo de 265 unidades a 336 por año, por habitante.
La brecha de precios en Mendoza
De acuerdo con el empresario de la carne, José Brizuela, de La Pradera, el precio del pollo incluso bajó esta última semana, llegó a venderse en alrededor de $1.700 por kilogramo y luego pasó a $1.350 o $1.400, lo que significa un valor de precio al público en torno a los $1.550 por kilogramo.
“El pollo cotiza en bolsa, siempre ha estado en torno a los 90 centavos de dólar o a 1 dólar. Aunque existen otros pollos, los llamados ‘de granja’, o pollos que se producen directamente en Mendoza que pueden costar más, de $2.000 a $2.200. Ese precio, frente a un corte común de blanda que está alrededor de $5.000, está más que bien”, resaltó Brizuela.
De todas maneras, resaltó que el precio del pollo considera todo: huesos, alas, y demás, por lo que quizás debería compararse con el de la suprema. “Si vemos solo el precio de la pulpa, el pollo ronda los $4.000 y la carne los $7.000 en las carnicerías de barrio, la brecha sigue siendo interesante”, agregó.
De todas maneras, las opciones del pollo también son algo a considerar, y los consumidores lo compran también en función de la variedad de recetas que pueden realizar para aumentar hacer rendir el producto (como sucede con el arroz con pollo, por ejemplo). Aun así, Brizuela destacó que cuando se trata de consumo de carne, en todas sus variedades, hay patrones culturales que superan cualquier contexto de crisis.
“El asado en plena crisis, todavía se compra mucho, el último fin de semana nos quedamos sin asado. Se vendió todo, puede tener que ver con la Copa América, con las ganas de los mendocinos de compartir un momento en familia, o simplemente cultural, pero se vendió más que otros cortes, como puede ser el kilogramo de bife, que cuesta alrededor de $5.000 y rinde un montó”, cerró.
La venta de huevos en Mendoza
Por su parte, Nicolás Leiva productor de huevos de Fray Luis Beltrán (Maipú), comentó que “el pollo sigue siendo la proteína más barata y a la hora de ir a comprar, eso se tiene en cuenta”.
En “pie de galpón” el precio de los huevos oscila entre los $45.000 y los $50.000 el cajón (12 maples por cajón), y luego los negocios suman su porcentaje de ganancias y costos al precio. “Los negocios marcan con un 35%, a diferencia del revendedor que prefiere vender volumen y vender más barato, pero si la gente se acerca a los centros mayoristas puede hacer una diferencia”, explicó Leiva.
El productor continuó con el emprendimiento que inició su padre, y tiene su propia granja, pero además, revende de otras avícolas. Con esa doble experiencia, señala que los insumos día a día aumentan, aunque a un ritmo menos acelerado al que venían acostumbrados los últimos años, de todas maneras, los sueldos suben y los cereales también.
“La producción sigue baja, porque los costos son altos, cuesta mantener una granja a nivel personal, se requiere de mucha inversión y aunque es rentable, es riesgoso. La gripe o influenza aviar puso en riesgo a la actividad porque de un día para otro se podía perder todo y, por eso, es importante cumplir con todos los tipos de desinfecciones y cuidados que solicita el Senasa”, destacó el empresario.
Asimismo, destacó que la ‘sanidad’ tiene un peso muy importante a la hora de lograr un buen rinde. “La sanidad es un 50%, tener las instalaciones como corresponden es fundamental, y luego se puede sumar tecnología como son las automatizaciones y demás”, comentó.
La seguridad alimentaria y el bienestar animal como valor
Tal y como se señaló anteriormente, la industria Avícola Argentina se distingue por su tecnología avanzada y capacitación continua, asegurando calidad y seguridad alimentaria. Los productores, auditados y habilitados por SENASA, garantizan la trazabilidad y sanidad de sus productos mediante la integración vertical. Desde 1996, el programa de Control y Análisis de Riesgos y Puntos Críticos (HACCP) y el plan CREHA (Control de Residuos e Higiene de los Alimentos) controlan la ausencia de patógenos y residuos, cumpliendo con normas internacionales. Así, el pollo argentino, producido bajo estrictas normas de calidad, es un alimento confiable y seguro para el consumo interno y la exportación.
En este sentido, el bienestar animal es importante. Por eso, Juan Esteban Calvo, Médico Veterinario y Director de la Unidad de Avicultura de MSD Salud Animal en Argentina, comentó que “es importante trabajar sobre iniciativas que mejoran la sanidad aviar, que contribuyen significativamente a la sostenibilidad del medio ambiente y al bienestar animal. Para eso, el enfoque One Health o Una Sola Salud, que integra la salud humana, animal y ambiental, es fundamental en la actividad y gracias al desarrollo de la ciencia, se ha dado un gran salto en este sentido, por ejemplo, vacunas contra la cocciodiosis aviar que se aplican en la planta de incubación vía aspersión al primer día de edad de las aves lo que ha permitido reducir considerablemente el uso de medicamentos contra esta enfermedad en la industria avícola Argentina”.
Gracias al trabajo de todas las partes de la cadena alimenticia, el pollo y huevo son proteínas altamente nutritivas y confiables que se producen bajo estrictas normas de calidad desde su origen. “Se debe continuar alentando las buenas prácticas y construyendo alianzas que beneficien al consumidor para asegurar proteína de buena calidad en la mesa de los argentinos. Al implementar medidas proactivas bajo este marco, la industria avícola nacional no solo fortalece su posición a nivel global, sino que también avanza hacia un futuro más sustentable para todos”, comentó nuevamente Juan Esteban Calvo.
La exportación aviar en argentina: los números
De hecho, en lo que va del 2024 el Senasa certificó 114.883 toneladas de productos y subproductos de origen aviar para exportación desde 42 plantas avícolas habilitadas por el organismo. Los principales destinos en cuanto a volumen fueron Vietnam (21.480 toneladas), Arabia Saudita (14.700 toneladas) y Sudáfrica (14.450 toneladas). Mientras que los principales productos certificados fueron cortes (88.218 toneladas), harinas e hidrolizados (17.627 toneladas) y menudencias/menudos (5373 toneladas).
El fortalecimiento de la situación sanitaria de nuestro país, la restitución del comercio con diferentes destinos y la apertura de nuevos mercados es posible gracias a las tareas sanitarias que planifica y gestiona el Senasa, junto a la Secretaria de Bioeconomía y a los ministerios de Economía y de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la Nación, mediante sus funciones relacionadas con la sanidad aviar.
Un ejemplo es la reciente reapertura del mercado mexicano a los productos aviares de Argentina, a partir de la aceptación por parte del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA) de México a la propuesta del Certificado Veterinario Internacional remitida por el Senasa para la exportación de carne aviar y huevos para plato.
Vigilancia epidemiológica
El Senasa mantiene una vigilancia pasiva, en la cual intervienen actores externos al organismo y lo notifican por sospecha de enfermedad o signos clínicos compatibles con la misma; así como búsquedas dirigidas y sistemáticas de determinada enfermedad, conocida como vigilancia activa, que la efectúan agentes del Senasa para detectar enfermedades.
Ese sistema de vigilancia epidemiológica sensible y actualizado permite al servicio veterinario oficial demostrar la ausencia de enfermedades de alto impacto productivo y comercial, y renovar anualmente la condición de país libre. Asimismo, ante un eventual hallazgo de IA o ENC, este sistema posibilita la detección temprana y su contención mediante una respuesta rápida.
Es por eso que el Senasa solicita que, ante una eventual sospecha de enfermedad, especialmente en aquellas aves que presenten signos clínicos compatibles con la IA y ENC, tales como signos de tipo respiratorios, digestivos y nerviosos, elevada mortandad y alteraciones en los parámetros productivos, como pueden ser la disminución de la postura de huevo, el consumo de agua y de alimento sin justificación evidente; se debe avisar enviando un correo electrónico a notificaciones@senasa.gob.ar; o por WhatsApp al 1157005704.
Los beneficios del consumo de pollo y huevo
El pollo y los huevos tienen múltiples beneficios: son ricos en nutrientes esenciales para el crecimiento, desarrollo y funcionamiento de nuestro organismo. Además de sus altos valores biológicos, aportan vitaminas y minerales como hierro, fósforo y zinc.
Además, el hígado de pollo es particularmente nutritivo, ya que contiene vitamina A, importante para la piel y la visión, y ácido fólico, esencial para la creación de nuevas células, especialmente en mujeres en edad fértil.
Otro dato no menor es que la carne de pollo es versátil y se adapta a una amplia variedad de platos, combinado perfectamente con verduras, hierbas aromáticas, salsas e incluso opciones agridulces. Es ideal para diversas formas de preparación, como al horno, a la parrilla o al disco. Además, es rendidor: un pollo entero a la parrilla (aproximadamente 2,5 kg) puede rendir hasta 4 porciones.
Por su parte, el huevo; fuente de vitaminas A, E y K, y no contiene ni conservantes, ni aditivos. Este alimento tiene colina que es necesaria para la formación y el correcto funcionamiento del cerebro y el sistema nervioso, además de contener 9 aminoácidos esenciales para el cuerpo humano. Aporta ácido fólico, biotina, riboflavina, ácido pantoténico, fósforo, hierro, zinc, selenio, vitamina B1, B6 y B12 al organismo.