El acceso al agua no solo es un derecho humano, sino que es la base de la producción de alimentos, por lo que resulta fundamental que los productores puedan acceder a ella y también a tecnología para un uso más eficiente. Con esa idea, la Federación de Cooperativas Campesinas y de la Agricultura Familiar (Fecocaf) llevó a cabo un programa que concluyó la semana pasada con la entrega de 22 módulos de riego para familias campesinas, y la intención es continuar en la misma línea.
La entrega se realizó el jueves 6 de junio, en el marco de una capacitación sobre instalación y mantenimiento. Según explicaron desde la entidad, vinculada a la Unión de trabajadores rurales sin tierra (UST), hablaron sobre el contexto y la importancia del manejo eficiente y responsable del agua de riego en el marco de la actual crisis hídrica y climática, además de capacitar sobre elementos para el manejo hídrico intra finca.
Los productores corresponden a 7 departamentos de Mendoza repartidos en el Este, Norte, Valle de Uco y Sur provincial: San Martín, Rivadavia, Lavalle, Guaymallén, San Carlos, Tunuyán y General Alvear. La entrega se hizo mediante cooperativas de esos departamentos. La idea es que el proceso siga y en Fecocaf tienen en mente un segundo desembolso de este programa para multiplicar la cantidad de beneficiarios de las cooperativas.
Adaptado para productores arrendatarios
Diego “Manota” Montón, secretario del consejo asesor de Fecocaf, comentó a Los Andes que una de las líneas de la organización es el acceso al agua del riego y a la tecnología adaptada a productores arrendatarios. “¿Por qué adaptada? Porque son módulos que en el caso de que el productor se tenga que trasladar a otra finca (porque cambien las condiciones de arrendamiento) lo puedan hacer. Todo es desmontable. Incluido la tecnología de estos reservorios, que son económicos”, explicó.
Vale recordar que, tal como ha comentado este medio en otras ocasiones, muchos productores de hortalizas no son dueños de las tierras que trabajan sino que alquilan una parcela o la trabajan para otra persona (muchas veces llamada “el patrón”). Esto desincentiva a que el arrendatario invierta en equipos de riego tradicionales, porque está el temor de pelearse con el propietario de la tierra y que pierda el equipamiento.
El financiamiento para lograr la adquisición vino por parte de la Dirección General de Programas y Proyectos Sectoriales y Especiales (Diprose), del Ministerio nacional de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación. Además, en la iniciativa también participó el Centro de Investigación para la Agricultura Familiar (Cipaf) del INTA.
Montón comentó que, además de los equipos de riego, “se han planteado dinámicas de comercialización de los productos frutihortícolas, siempre para la industria familiar”, y además el módulo de riego estuvo planteado en el marco de la transición agroecológica, pensando en utilizar insumos dentro del riego.