Euclides Penedo Borges: “Desarrollar un proyecto vitivinícola sin conocer el terreno es una lotería”

El fundador y propietario de la bodega lujanina, que lleva su apellido, habló con Los Andes sobre la llegada al mundo vitivinícola, la evolución del proyecto y las preferencias de los consumidores

Euclides Penedo Borges: “Desarrollar un proyecto vitivinícola sin conocer el terreno es una lotería”
Entrevista al enólogo de Brasil, y profesor de la Associação Brasileira de Sommeliers, Euclides Penedo Borges. loFoto: Orlando Pelichotti / Los Andes

Como un explorador en búsqueda de un tesoro, así llegó en 2004, desde Río de Janeiro, Euclides Penedo Borges a Mendoza, en búsqueda del mejor terroir para hacer sus vinos. Lo encontró en Luján de Cuyo, más precisamente en Agrelo, donde hace ya casi 20 años comenzó a transformar una chacra multicultivo en un viñedo de precisión para hacer vinos de alta gama para exportar a su país.

En una charla con Los Andes durante su visita a la provincia después de dos años alejado por pandemia, el empresario contó acerca de los inicios de este proyecto que desarrolla junto a un grupo de amigos, las demandas del mercado brasileño, la evolución de su proyecto y más.

- ¿Cómo se inició en el mundo del vino?

- Yo soy ingeniero civil y trabajé en minería. Entonces, en mis viajes por el mundo siempre me interesó saber sobre los vinos que íbamos a beber en las comidas. Mis amigos notaban eso. De hecho, cuando me jubilé, todos los regalos eran vinos, libros de vino o cosas relacionadas con el vino. Después, la Asociación Brasileña de Sommeliers me invitó a dar clases, algo que empecé a hacer en los ‘90 y desde entonces pasaron más de 1.200 alumnos.

Fue en 2004 que uno de los socios actuales de la bodega me convocó para encargarme de la parte del vino y de las uvas. Así, en diciembre de ese año llegué a Mendoza para elegir un terreno, uno en Alto Agrelo, Luján de Cuyo, de 69 hectáreas, donde estamos actualmente.

- ¿Cómo fue la evolución desde su llegada a la provincia en 2004 hasta hoy?

- Cuando compramos había 24 hectáreas plantadas con un 50% de malbec y un 50% de cabernet sauvignon, que una parte remplazamos por syrah. Desde 2005 comenzamos a tecnificar el viñedo con riego por goteo, bajamos los rendimientos de las plantas para tener mayor concentración, colocamos malla antigranizo y mejoramos la poda. En un año, el viñedo ya era otro.

Pasados dos años, ya estábamos produciendo uva buena para vinificar, pero en ese momento tercerizábamos con la bodega de Carlos Pulenta. Decidimos duplicar la cantidad de hectáreas plantadas y sumamos otras variedades. Así llegamos a 24 hectáreas de malbec y otras 24 divididas en cabernet sauvignon, syrah, sauvignon blanc, chardonnay, petit verdot y cabernet franc.

En 2010 ya no era eficiente seguir haciendo el vino con terceros, entonces comenzamos con la construcción de nuestra propia bodega, la cual inauguramos en 2011 con una capacidad de 200.000 litros anuales, siempre pensando en hacer algo limitado, con la idea de hacer vinos para Brasil. Para nuestra sorpresa el mercado no se comportó como esperábamos y antes de la pandemia el 55% del vino era para el mercado interno, el 40% va a Brasil y el resto para otros destinos como Estados Unidos, Inglaterra y Perú.

En estos años hemos tenido un progreso extraordinario en términos de calidad y diversidad. Lo primero, avalado por las evaluaciones de los críticos internacionales y las propias exigencias.

- ¿Cómo son los vinos “para Brasil”?

- A los brasileños les gustan los vinos del estilo cabernet sauvignon. Hace algunos años no conocían el malbec. Cuando hicimos el primer malbec, lo que hice fue jugar con lo permitido dentro de la legislación argentina. Sabemos que un malbec es un vino que tiene como mínimo un 85% de ese varietal, entonces el 15% restante lo completé con cabernet sauvignon. Eso gustó mucho en Brasil y creo que también en Argentina. Haber sumado un poco de la nota vegetal del cabernet sobre la fruta del malbec fue un acierto, principalmente para los que lo maridan con carne.

- ¿Cuánto interviene en la selección de los viñedos que utilizan en los vinos de Penedo Borges?

- Mucho. La cantidad de uva que tenemos es el doble de la capacidad de nuestra bodega. Entonces vendemos también. Eso nos lleva a elegir lugares del viñedo para vender la uva y otros para nosotros. Dependiendo de la cosecha y el año, hay parcelas que elegimos para cada una de nuestras líneas.

- ¿Qué es lo que ha llevado a los vinos de Penedo Borges a que los elija el mercado interno y Brasil?

- Creo que hay tres distinciones. La primera, somos pioneros en la vitivinicultura de precisión. Una de las cosas que propuse al iniciar el proyecto fue seguir una de las normas que propongo en uno de mis libros llamado “ABC ilustrado de la viña y el vino”, donde digo que “desarrollar un proyecto vitivinícola sin conocer el terreno es como una lotería” en la que se puede acertar o no. Nosotros no podíamos arriesgarnos a salir de Brasil sin conocer. Por eso insistí en aplicar tecnología para conocer el vigor de la planta, verificar la humedad de suelo, realizar calicatas para ver el tipo de suelo. Hoy sabemos perfectamente lo que tenemos y por dónde tenemos que ir, dependiendo de las condiciones del año. Es posible que otros lo hagan hoy, pero nosotros lo empezamos hace ya nueve años.

La segunda, es que buscamos hacer algo que guste a los brasileños, como ya dijimos. Le dimos nuestra identidad al malbec.

Lo tercero, somos una bodega boutique, somos muy chicos. Eso quiere decir que toda nuestra producción tiene que estar basada en la calidad. Desde la entrada de gama, nuestros vinos son single vineyard, lo que implica mucho estudio detrás de cada botella. Somos un equipo de sólo nueve personas que están en todo el proceso. Son todas partidas limitadas con 24.000 botellas en la línea que más tenemos.

Ahora también sumamos microvinificaciones. Duplicamos la sala de barricas en una zona subterránea e hicimos una inversión muy grande para hacer microvinificaciones con fermentación en barricas. Con eso creo que alcanzamos algo más de elegancia y robustez, algo difícil de alcanzar y que nos da un diferencial más.

- Sin la posibilidad de crecer en cantidad y con el foco en la calidad, ¿hacia dónde apuntan en Penedo Borges?

- Quizás no es sólo una cuestión de calidad; es también nuestra identidad. En el futuro queremos hacer vinos menos alcohólicos y menos amaderados. Tenemos hoy un estilo, como en Argentina en general, que combina esos dos atributos, algo que se da por la insolación natural que tenemos aquí pero hay posibilidades de lograr reducir los niveles de alcohol y, principalmente, sin que la madera los encime en nariz. Eso no significa que lo que se hace hoy sea malo, pero estamos en búsqueda de algo más equilibrado, donde la fruta esté más presente, sin que la madera pase por encima.

También estamos buscando mejorar en la gestión de las uvas para tener vinos cada vez mejores. Pero ahí tenemos un factor clave como el tiempo y la edad de nuestro viñedo. Sólo le tenemos que dar tiempo, ya que el viñedo más antiguo que tenemos tiene 21 años y el resto tienen 15. Creo que cuando lleguemos a 25 años los vinos estarán mucho mejor.

Perfil

Euclides Penedo Borges nació en Río de Janeiro hace 82 años, donde vive actualmente. Es ingeniero civil, carrera en la que se centró principalmente en la minería, y sommelier.

Se define como enófilo y ha sido profesor y director de ABS Río (Asociación Brasileña de Sommeliers) en dos oportunidades.

Penedo Borges es autor de cinco vinos y en 2004 desembarcó otra vez en Mendoza (donde ya había estado trabajando en algunos proyectos de la minera Vale), pero esta vez en Alto Agrelo, Luján de Cuyo, para fundar, junto a un grupo de inversores amigos, la bodega que hoy lleva su apellido.

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